Fuerzas Armadas y la recuperación del prestigio internacional

Hay un pequeño país de Europa que está enseñando una lección de cómo no hace falta ser una enorme potencia para destacar en la escena internacional. Portugal, a través de una política de diálogo diplomático, y una serie de instrumentos de soft power -éxitos deportivos, culturales y sociales-, ha desarrollado un plan para aumentar su presencia internacional, que se refleja en el aumento considerable desempeño de los cargos de más alta relevancia en las principales instituciones internacionales: José Manuel Durao Barroso, ex-Presidente de la Comisión Europea, Antonio Gutierres  actual Secretario General de Naciones Unidas y Diogo Freitas do Amaral, ex-Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Por el contrario, la imagen de nuestro país en la escena internacional se ha visto enormemente mermada por las diferentes situaciones internas. Sin embargo, para revertir esta situación, y ponernos a la altura de nuestros vecinos contamos con un as bajo la manga: el prestigio que nuestras Fuerzas Armadas tienen tanto en territorio nacional como a lo largo del globo.

En el primer caso, en el XI estudio del CIS sobre “Defensa Nacional y Fuerzas Armadas” de 2015, se ubica al Ejército como la institución nacional mejor valorada (con unas respuestas positivas de “buena” y “muy buena” de un 60%); una profesión que ve como cada vez es más apreciada como carrera profesional (con una valoración de 6´45 sobre 10); un elemento del Estado con cada vez mayor importancia (a casi un 9% de la sociedad le interesan “mucho” las noticias relativas a Defensa); que se siente necesario (tomando a los ciudadanos “de centro”, el 64 % cree que el Ejército es necesario en el futuro) y en el que la mujer tiene cada vez más importancia (el 47,3% de la población animaría a su hija a ingresar en escuelas de Oficiales y Suboficiales).

En el ámbito internacional, la presencia y el prestigio de nuestras Fuerzas Armadas es todavía mayor, ya que desde 1989 es el país con más misiones en el extranjero -actualmente, según la página web del ministerio, son 25 misiones internacionales-, mientras que países de la relevancia en este terreno como Estados Unidos, que participa en la cuarta parte de acciones, sin contar las guerras en las que participan directa o indirectamente, y cuentan con uno de los mayores ejércitos del mundo, con una fuerza permanente de 3.170.00 militares, mientras que en nuestro caso es de apenas 129.000, según los datos del Boletín Oficial de Defensa (BOD). 

Nuestras Fuerzas Armadas se encuentran presente en más de 20 misiones en el extranjero con cerca de 3.000 militares y guardia civiles: en el marco de la OTAN, vigilando el litoral mediterráneo y participando en la defensa de los países bálticos y Turquía; en la mayoría de las que la Unión Europea establece en el continente africano y en las de Naciones Unidas en el Líbano e Irak, donde se encuentra el mayor número de efectivos, 618 y 531 respectivamente.

Con semejante capital humano, técnico y económico destinado a mejorar el mundo, cómo no utilizarlo doblemente, en nuestro favor para la consecución de nuestros objetivos en materia de política exterior, de defensa, económicos, a través de la inversión extranjera; y por supuesto, recuperando el prestigio que España poseía en las altas esferas de las instituciones internacionales. Para ello necesitamos más que nunca a nuestro Ejército, pues como dijo el Presidente Mariano Rajoy en la reciente felicitación navideña a las tropas desplegadas, “sois la mejor versión de España (…) y es así como les aprecian el resto de compatriotas, (…) y transmitís los valores militares de cortesía, lealtad, honor y constancia”.

José Ramón Corrochano, Master Relaciones Internacionales CEU-San Pablo

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