8 M, una vez más
Análisis 282
8 Marzo 2022
Ucrania nos ha demostrado que la guerra no entiende de sexos (para los que aún lo dudan) y la masiva llamada a filas del personal masculino ha encendido una chispa en la política feminista occidental, mostrándole que la realidad va por otros caminos, aunque no han sido pocas las mujeres que han decidido alistarse voluntariamente en la guerra ruso-ucraniana.
Sin embargo, nuestras mujeres políticas en España, parece que aún no han acabado de entender a todas las mujeres que forman las Fuerzas Armadas, las que llevan el uniforme por fuera y las que lo llevan por dentro, las de vanguardia y las de retaguardia, las que despliegan en misiones y las que se quedan en casa, las que reciben las medallas y las que han sostenido la retaguardia para que reciban las medallas, las que son premiadas y recibidas por el gobierno y las que son olvidadas y sólo recordadas cuando llega el ataúd.
Todas esas son las mujeres de las Fuerzas Armadas. Las mujeres que despliegan en la frontera de Letonia, las que se meten meses en un submarino o son espías en zonas no recomendadas. Las que se ponen su uniforme cada mañana y recogen su pelo en un moño para dirigir un batallón, pilotar un caza o atender a los heridos de guerra. Esas, son la vanguardia, las mujeres militares que engrosan las filas de nuestro ejército. Y junto con sus compañeros hombres, hacen posible que la misión salga adelante.
Y junto a ellas, están las mujeres de retaguardia. Las que se quedan en casa renunciando en muchos casos a sus aspiraciones profesionales por seguir a su pareja en los continuos cambios de destino, las que cuidan de la familia mientras el militar está de misión durante 4, 5 o 6 meses; las que van con la casa a cuestas sin tener plaza en los colegios ni casa a la que llegar a mitad de curso, las que se han curtido a base de guardias, maniobras y demás ejercicios. Las que se levantan cada mañana e intentan compaginar su vida profesional con la del militar. Las que despiden la fragata con un nudo en la garganta y sufren cada vez que el caza despega. Las que nadie recuerda, para las que no se legisla. Las que llevan el uniforme por dentro: las mujeres de los militares, que junto a los demás, también son las mujeres de las fuerzas armadas.
8 M una vez más, un gobierno feminista en el poder, una cúpula de defensa predominantemente femenino, pero las políticas sociales y gubernamentales que llevan a cabo demuestran que continúan aplicando medidas del siglo XX al ejército del XXI.
Las líderes feministas y de pancartas ni lo entienden ni parecen querer entenderlo. Nosotros lo entendemos y lo denunciamos. Y desde aquí, nuestro homenaje a todas las mujeres que forman las Fuerzas Armadas, a las de vanguardia y retaguardia. Feliz día a todas.
Verónica Domínguez
Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.
Foto: EFE