Trump desde Madrid

Opinión publicada en el diario «ABC» (05/02/2025)
Propongo ver la vuelta de Trump a la Casa Blanca desde otra perspectiva, teniendo en cuenta la realidad española. Lo primero sería apartar en lo posible la antipatía hacia el Presidente 47 a la hora de establecer un juicio de valor. Este sesgo impide comprender los cambios que se han dado en un país que es la primera potencia mundial, y es lo que no permite ver en profundidad lo que está por venir.
En la lista de prioridades de Washington no está lo que Madrid pueda ofrecer y dudo mucho que lo vaya a estar. El principal interés es geopolítico, por nuestra ubicación en el mapa. Una vez más, la geografía nos sitúa en un punto estratégico para quien tenga un plan. La base naval de Rota, en el sur de la península, o la estación de comunicaciones espaciales de la NASA, en el centro, son dos ejemplos. El tratado bilateral firmado en 1953 sigue vigente y es lo importante. La política de Defensa se comprende también desde esta cooperación. Los principales sistemas de armas de nuestras Fuerzas Armadas dependen de la tecnología norteamericana y el contexto de la OTAN asegura su continuidad. El aumento del 5% de presupuesto no hay que entenderlo en términos de capricho sin fundamento, sino de adquisiciones y nuevos programas.
Para asegurar la presencia en el mapa también está Marruecos, un socio que tiene estrategia y una agenda definida de influencia en la región. El actual Gobierno español carece de una diplomacia coherente y esto es un signo de debilidad. Ocurre lo mismo con la autocomplacencia de los actuales responsables de las instituciones europeas. Ante el cambio, se alarma quien no tiene una estrategia y queda en evidencia quien duda de su identidad. Trump se presentó planteando qué quiere y cómo lo quiere. Se le preguntó sobre España y Francia pero sólo respondió sobre España, asociándolo con los BRICS. Francia, que dispone del arma nuclear, requiere otro trato porque juega en otra liga.
La inversión es la incertidumbre. La opción del “Made in USA” es congruente, lo que implica un reajuste de las medidas para producir dentro y vender fuera, sin perder de vista la competición tecnológica. Considero relevante tener en cuenta dos cambios en dicha opción. Por un lado, interno, el de la clase social en decadencia, la trabajadora blanca (hillbilly o redneck), que tendrá que ir a más; y por otro, externo, el rival global emergente, que es China, que tendrá que ir a menos. Si la gran potencia cambia, el mundo cambia, un mundo cuyo centro está en Asia-Pacífico, muy lejos para nosotros.
Durante las elecciones una de sus camisetas decía «It´s Time We Circle Back». La comprensión de la nueva realidad de la política norteamericana requiere también un giro y volver a verlo desde la perspectiva de la competición de las Grandes Potencias.
Gabriel Cortina