China, es tu turno
Análisis 257
Como recordaba Oswald Spengler en La decadencia de Occidente, a lo largo de la historia ha habido una variedad de países que, cada uno en un tiempo y espacio diferente, ha estado al frente del poder mundial y por tanto tuvieron la posibilidad de moldear el sistema internacional según sus propios valores. Lo hizo España en los siglos XV y XVI; un siglo más tarde, fue su vecina Francia quien la desbancó de esta posición; lo mismo hizo en el siglo XVIII Gran Bretaña, que surgió como potencia hegemónica al introducir el concepto de equilibrio de poder. En el siglo XIX fueron tanto Austria como Alemania quienes controlaron el poder mundial. En el siglo pasado, nadie ha influido tanto en las relaciones internacionales como Estados Unidos.
Podemos llegar a afirmar también que Estados Unidos ha mantenido su posición hegemónica mundial en las escasas dos décadas que llevamos de siglo. Sin embargo, desde hace un tiempo, parece que está perdiendo ese liderazgo y poder que acaparó desde el final de la Segunda Guerra Mundial, algo que se ha puesto en evidencia con la aparición del coronavirus. Del mismo modo, Europa, relevada a una posición secundaria en el ámbito de poder internacional después de las dos guerras que, de forma consecutiva, la noquearon hasta el punto de tener que ser rescatada por Estados Unidos, se encuentra en una situación de gran inestabilidad y claramente dividida en dos bandos, como hemos observado hace escasas semanas, donde se evidenció una falta de consenso sobre los “coronabonos”: por un lado, Suecia, Austria, Países Bajos y Alemania, y por otro, países mediterráneos como Italia, España o Grecia.
El impacto que el virus ha tenido a nivel mundial no es ni mucho menos homogéneo. Mientras Occidente ha sufrido de lleno sus consecuencias, los países asiáticos se han desenvuelto de una manera más eficaz e innovadora y son ellos quienes, una vez controlado el virus, envían ayudas y material sanitario y científico a los países occidentales. Países como Corea del Sur o Japón saldrán muy beneficiados de la pandemia y jugarán un papel importante en la constitución del nuevo orden mundial que surgirá tras la pandemia.
Pero, sin duda, el gran ganador es China quien, a pesar de su inverosímil cifra de muertos, ha logrado, a través de unas fuertes medidas de control, confinamiento e higiene y de innovaciones tecnológicas, controlar el virus. China ha mostrado al mundo cómo ha sido capaz de poner a millones de personas en cuarentena y su actuación ha servido como ejemplo para demás países. La propaganda China ha jugado un papel muy importante a su vez y, gracias a ella han logrado presentar al mundo que su lucha contra el virus ha sido una contundente victoria.
China va en camino de superar a Estados Unidos como primera potencia económica mundial. En 2014 el PIB en paridad del poder adquisitivo (PPA) chino superó por primera vez al americano y este último año, según el FMI, el PIB PPA chino ascendió hasta los 27,3 billones de dólares frente a los 21,3 billones de dólares estadounidenses. Asimismo, el gigante chino es actualmente el mayor exportador del mundo, por delante de Estados Unidos y el crecimiento de ambas economías es muy desigual. Mientras que el PIB chino viene creciendo desde el año 2000 a un ritmo del 9% anual, el equivalente americano lo hace a una media anual del 2%.
Es ahora, cuando el mundo está inmerso en una profunda crisis, cuando China está lista para ayudar a los estados financieramente débiles aumentando así su influencia mundial, comprar activos más baratos, jugar a bajar el precio del petróleo y dar un mayor impulso a su economía para de esta manera desbancar del primer puesto a EEUU como país con mayor producto interior bruto. China se ha convertido en el padre a quien pedir ayuda para afrontar esta crisis.
Esta pandemia será un punto de inflexión en el devenir de las relaciones internacionales y el orden mundial, así como en el modelo económico. Veremos la reacción estadounidense y europea, que, dividida como está, quedará relegada a una posición totalmente dependiente, debido a que ningún país miembro goza de un gran poder de manera individual. A día de hoy, los vencedores parecen ser asiáticos, quizá el siglo XXI le corresponda a China.
Rafael Gutiérrez Mingo
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