Crisis en el sistema de seguridad de Turquía
Diferentes organizaciones terroristas han golpeado el corazón político y económico de Turquía. Una explosión en el centro de Ankara arrebató la vida de 37 personas. Dos días antes de la masacre, la embajada americana basándose, según fuentes oficiales, “en una advertencia del gobierno turco”, alertó mediante su página web de que un atentado pudiera producirse en el área residencial de Bachelievler. Marzo ha sido un mes negro para su sistema de seguridad.
Pese a reforzarse la seguridad del distrito central de Çankaya, el atentado no pudo evitarse. El ataque, fue reclamado días después por la organización de Los Halcones del Kurdistán, (TAK), calificado por algunos como una escisión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y por otros como una agrupación ligada a la guerrilla armada. Sin embargo, no es la primera vez que el TAK logra violar las medidas seguridad turcas. “¿Cómo ha podido ocurrir esto de nuevo? La seguridad de los ciudadanos es lo primero que debería de proveer y garantizar el Gobierno”, exclamaba Seyit, que se encontraba a menos de un kilómetro de la zona cero.
Desde la ruptura del proceso de paz entre el Estado y el PKK, dos ataques han sido llevados acabo por la organización: en octubre, un atentado en el aeropuerto Sabiha Gökçen de Estambul se cobraba la vida de una operaria; en febrero, una masacre, reivindicada por la organización en Ankara dejó 27 militares y un civil fallecidos. No obstante, y tras los sucesivos atentados, el presidente de la República, Reyep Tayyip Erdogan, se mantuvo firme en su convicción de “continuar en la lucha hasta derrotar a cada uno de los militantes” y prometió “golpear -a los terroristas- con puño de hierro y guante de terciopelo”.
Sin embargo, y pese a los fallos en materia de seguridad, el líder optó por otorgar mayor relevancia a la semántica, proponiendo redefinir el concepto de terrorismo: “No hay ninguna diferencia entre un terrorista con un arma y una bomba en la mano y aquellos que utilizan titulares y plumas. El hecho de que se trate de un diputado, un académico, un autor, un periodista o el director de una ONG no cambia el hecho de que esa persona sea un terrorista”, aseguró Erdogan, que desde hace meses encabeza una batalla contra los medios de comunicación opositores, especialmente los vinculados al clérigo Fetullah Gülen, antaño aliado del Gobierno hasta su ruptura. “Este no es un problema de libertad de prensa o libertad de asociación. Se trata de una forma más eficaz de hacer frente a los asaltantes que intentan dañar a nuestro pueblo”, aseguró Erdogan en un ambiente social agravado por la creciente falta de valores democráticos.
No obstante, en medio del debate por el derecho a la información y aún velando a los fallecidos del atentado de Ankara, en la misma semana en Estambul, un ataque suicida, acabó con la vida de 5 personas y dejó a 36 heridas. Los ataques terroristas en el epicentro político y comercial de Anatolia han golpeado a una sociedad aturdida por el miedo. Según Zeynep, estudiante de doctorado: “No hay nada que desee más que la paz, pero, por desgracia, no creo que veamos a una pacífica Turquía a corto plazo”.
Desde la oposición, numerosas son las críticas a la estrategia de seguridad y la manipulación mediática de los acontecimientos. “Erdogan y el AKP -partido que lidera el Gobierno-han de salir del poder, ya que tras estos asesinatos políticos no se encuentran en condiciones de hacer nada por el pueblo”, reivindicó tras los hechos Kemal K?l?çdaro?lu, líder del principal partido de la oposición, el kemalista, Cumhuriyet Halk Partisi, CHP.
Beatriz Yubero, analista y periodista especializada en Turquía y Oriente Medio
Fotos: AFP Internacional / EFE
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