Crisis Rusia-Ucrania. Análisis de un problema europeo
Paper 50
1 Febrero 2022
El reciente despliegue de más de 100.000 soldados rusos, acompañados de importantes medios armamentísticos en la frontera con Ucrania, ha hecho saltar las alarmas de los países y alianzas Occidentales por el temor a una nueva invasión rusa de Ucrania y la consecuente desestabilización de Europa.
El reciente despliegue de más de 100.000 soldados rusos, acompañados de importantes medios armamentísticos en la frontera con Ucrania, ha hecho saltar las alarmas de los países y alianzas Occidentales por el temor a una nueva invasión rusa de Ucrania y la consecuente desestabilización de Europa.
Rusia invadió la península de Crimea regiones de Donetsk y Lugansk en el año 2014 a consecuencia del ¨Euromaidan¨ o manifestaciones de ciudadanos ucranianos que exigían un acercamiento a Europa y la OTAN, además de un alejamiento de Rusia, chocando frontalmente con los intereses del sureste del país (con mucha población y presencia rusa) y de Moscú. Desde entonces estas regiones ucranianas orientales se han ido convirtiendo en un ¨conflicto congelado¨ a la espera de la aplicación de soluciones, principalmente mediante los Acuerdos de Minsk.
Putin asegura que EE.UU y la OTAN han ido demasiado lejos en cuanto al acercamiento geográfico a Moscú de los soldados de la Alianza, despliegue de misiles (nucleares y no nucleares) y ejercicios militares, poniendo especial énfasis a la línea roja que supondría la incorporación de Ucrania, Georgia o Bielorrusia a la OTAN.
En los últimos días se han producido varias reuniones en la ciudad italiana de Génova entre EE. UU. y Rusia, dejando al margen a la Unión Europea como actor activo en las reuniones y limitándose a ser informada por los americanos. El motivo principal de las reuniones trataba de dar una solución diplomática al conflicto. No obstante, no sólo no se ha producido ningún avance al respecto, sino que el Kremlin ha enviado más tropas a Bielorrusia para llevar a cabo sus ejercicios militares; lo que supone un desafío para la OTAN con el acercamiento tropas rusas en la frontera con Polonia, Lituania y Letonia.
Europa está viviendo actualmente la mayor tensión geopolítica de los últimos años y todos los datos apuntan hacia una acción militar rusa en Ucrania para dejar lo más claro posible que este país es intocable por Occidente. EE.UU. y OTAN ya han declarado que no intervendrán militarmente si se produce una ocupación militar parcial o total de Ucrania por parte de Rusia y que se limitarán a sanciones de índole económica y política, siempre dependiendo del alcance de las acciones rusas.
Los últimos informes de inteligencia norteamericanos aseguran que la maquinaria rusa estaría trabajando ya en la creación de un Casus Belli como excusa para atacar militarmente. De esta forma, se seguirían los mismos pasos de 2014 que comenzó con algunos ciberataques al régimen y estructuras ucranianas, ataques de ¨falsa bandera¨ para provocar una acción militar y una ola de desinformación sobre Ucrania mediante prensa, radio y redes sociales, entre otros.
Putin, ¿víctima o verdugo?
Los motivos que según Putin les han hecho ¨plantarse¨ a Occidente y hacer sonar los tambores de guerra son varios, aunque todos relacionados con su seguridad ¨vital¨ según afirma el Kremlin. Como explica el presidente ruso en su conferencia con los medios nacionales e internacionales del pasado diciembre Putin acusa a Occidente, mediante la OTAN de:
– transgredir el antiguo Pacto de Varsovia y de mostrarse muy agresivo en cuanto a la ampliación de la Alianza Atlántica a costa de antiguos Estados Soviéticos y Estados satélite. De esta forma, la Alianza Atlántica estaría revocando un supuesto pacto (no escrito) de los años 90´ en el que se aseguraba, por parte de dirigentes norteamericanos, que la OTAN no aceptaría en la coalición a países que hubieran pertenecido a la antigua Unión Soviética. El giro de Ucrania hacia Europa y la OTAN seria la gota que colmaría el vaso para Rusia, ya que esto supondría plantarse en el ¨vestíbulo¨ de Moscú. Más allá de eso e incluso sin pertenecer oficialmente a la OTAN, los acuerdos bilaterales que Ucrania está firmando con EE.UU y Reino Unido, sobre la compra de material militar y el entrenamiento de los militares ucranianos, han exacerbado a los dirigentes rusos que ya solo ven una provocación tras otra por parte de la OTAN.
– la colocación de tropas y misiles (nucleares y no nucleares) cada vez más cerca del territorio ruso. Por ello, exigen que todos los militares extranjeros salgan de los antiguos países del Pacto de Varsovia y vuelvan, en cierta manera, al statu quo que reinaba antes de 1999 cuando la Rep. Checa, Hungría y Polonia se adhirieron a la Alianza Atlántica. Asimismo, los misiles nucleares y no nucleares de la OTAN también tendrían que salir de dichos Estados.
– los cada vez más numerosos ejercicios militares cerca de su territorio, sobre los cuales Rusia asegura que se trata en muchas ocasiones de una provocación. EE.UU ya habría pedido un informe completo sobre esta situación, porque si bien si es cierto que los ejercicios militares próximos a Rusia se han incrementado en los últimos años, se quiere estudiar si este aumento tiene una explicación coherente.
Fuente: NATO. Recorrido temporal miembros de la Alianza Atlántica
Cuándo y cómo golpearía Rusia
Las gigantescas necesidades logísticas que se requieren para mantener a los más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania y también los desplegados recientemente en Bielorrusia, además de los carros de combates, vehículos y demás sistemas, hacen pensar que la acción militar que Putin tenga en mente se produzca más temprano que tarde. Este enorme contingente militar, que está sirviendo de medida de presión a EE.UU y OTAN se le podría atragantar al Kremlin por los enormes costos que está suponiendo para el Estado ruso. Estados Unidos y OTAN ya han declarado que no enviaran tropas a Ucrania en el hipotético caso de un ataque ruso a este país, por lo que la Federación rusa se tendría que enfrentar a otro tipo de sanciones internacionales.
La urgencia, en cuanto a las condiciones meteorológicas, para una invasión terrestre es grande debido a que a partir de mediados de febrero las condiciones de barro de la zona empezarían a empeorar notablemente. El invierno sería una ventana temporal más interesante para la ejecución los planes militares rusos.
Pero, analicemos algunos de estos posibles planes militares. Si descartamos las dos posibilidades extremas que serían, por un lado, que Rusia no hiciera absolutamente nada con las tropas y medios desplegados en la frontera, y por otro lado, la invasión y adhesión total y completa de Ucrania al Estado ruso (este escenario supondría un desafío tan grande para Rusia que cuesta tomarlo como opción), nos quedan algunas posibilidades intermedias que podemos analizar:
- La utilización de parte de las tropas desplegadas en la frontera ruso-ucraniana para ayudar a las fuerzas pro-rusas establecidas en el Este de Ucrania desde 2014, las cuales han mantenido y reforzado el statu quo de la región. Esta situación confirmaría la situación de ¨conflicto congelado¨ en el Oriente ucraniano, haciendo imposible la adhesión de este país a la OTAN.
- Enviar tropas regulares a las regiones de Donetsk y Lugansk como «cascos azules» o mantenedores de la paz y mantenerlos allí hasta que se cumplimenten los acuerdos de Minsk.
- Ocupar militarmente Ucrania hasta el rio Dniéper, utilizando como moneda de cambio para futuras negociaciones o asimilándolo directamente al territorio ruso.
Fuente CSIS. Informe: Rusia´s Possible Invesion Of Ukraine. Posible ocupación rusa hasta el rio Dnieper.
- Ocupar militarmente Ucrania hasta el rio Dniéper, y además el cinturón sur hasta Odessa, lo cual aislaría a Ucrania del Mar Negro, ahogándola económicamente.
- Ocupar el cinturón sur entre Rusia y la Republica de Transnistria, incluyendo Mariupol, Kherson y Odessa, aislando a Ucrania del Mar Negro y evitando combates directos con Kiev. Esta posibilidad es bastante plausible puesto que en este are sur se encuentra Rusia con más apoyos por parte de la población y su cultura.
Fuente CSIS. Informe: Rusia´s Possible Invesion Of Ukraine. Toma de la zona sur de Ucrania
Cómo ganar una guerra… sin entrar en guerra
El Presidente Ruso tiene una larga experiencia proyectando sus problemas internos en el ámbito internacional, y este caso podría ser otro ejemplo de ello. La anexión de Ucrania (ya sea de una manera militar o haciéndose con el poder y la influencia necesaria para ello) daría un respiro a Rusia en el ámbito económico, demográfico y, por supuesto, en su permanente amenazada sensación de seguridad. Por el contrario, una Occidentalización de Ucrania supondría no solo la pérdida de las ventajas mencionadas para Moscú, sino encontrarse con un enemigo a las puertas de casa, situación que el Kremlin no va a permitir.
Muchos analistas, tanto occidentales como rusos, no creen que Putin quiera invadir Ucrania de nuevo y asumen que toda esta puesta en escena militar tiene un objetivo principal: traer a la mesa de negociación a EE.UU y Occidente para que presten atención a sus demandas, escenario que seguramente no hubiera ocurrido si Moscú hubiera utilizado únicamente medios diplomáticos.
Uno de estos objetivos principales para Rusia sería el cambio de régimen político en Ucrania. El principal motivo se debe a que el actual gobierno no es afín al Kremlin, por lo que lleva tiempo acelerando el posible proceso de integración de Ucrania en Europa y OTAN. Además, el control del gobierno ucraniano por parte de Moscú sería la manera más segura y eficaz de conseguir su objetivo evitando la pérdida de vidas, material y dinero, por un lado, y esquivar las posibles sanciones y reproches internacionales por otro.
Algunos servicios de inteligencia europeos ya han trabajado en esta posibilidad y aseguran que hacer caer el actual gobierno ucraniano seria la máxima prioridad del Kremlin, intentando crear otro Estado satélite como Bielorrusia.
Beneficiados de la crisis
Aunque podríamos analizar de manera individual quiénes se benefician de la situación actual, no nos equivocamos si nombramos a la Alianza Atlántica como unos de los actores más beneficiados de la tensión que se está viviendo en la frontera ruso-ucraniana.
Después de los duros años para la Alianza de Trump y Macron, la sola amenaza de Rusia a la estabilidad de Europa estaría haciendo volver a la OTAN a su ADN original: contener la amenaza rusa. Países como Suecia y Finlandia, que históricamente han sido reacios a pertenecer a la organización trasatlántica, se estarían replanteando esta situación, especialmente si finalmente Rusia invade a Ucrania. Si en última instancia se produjese un ataque militar ruso, la OTAN se reciclaría automáticamente, elemento contemplado por el Kremlin.
Por otra parte, la misma OTAN estaría provocando, según Moscú, la situación actual, justificando la agresividad de la Alianza contra Rusia y, sobre todo, de intentar incorporar en sus filas a todos los Estados colindantes con la Federación rusa. Y esto es lo curioso del asunto, puesto que la Organización Transatlántica no tendría, a corto o medio plazo, intención de adherir a Ucrania en sus filas, defiende el derecho de cualquier Estado a intentarlo. No obstante, la idea de considerar a Ucrania potencial Estado miembro de la OTAN y plantarse en el vestíbulo de Moscú, es una idea que seguro no les desagrada.
En cuanto a los Estados beneficiados por esta crisis, podemos encontrar a aquellos vinculados con la venta de armamento, como es el caso de Reino Unido, u otros como Estados Unidos que, además de los acuerdos económicos bilaterales con los ucranianos, estaría aumentando notablemente sus ventas de gas GLP (Gas Licuado del Petróleo) como alternativa al gas ruso.
El gas ruso como arma arrojadiza
Por otro lado, tenemos el sempiterno tema del gas ruso y su influencia en las políticas y acciones europeas. El gas siempre ha sido el arma de doble filo con el que Rusia siempre ha contado en sus irregulares relaciones con Europa y en esta crisis también tiene su papel protagonista. En primer lugar, el gigante ruso exporta unos 200.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa, un 35% de lo que consume el viejo continente cada año, y muchos de estos metros cúbicos pasan por Ucrania, hecho que le ha granjeado al Estado ucraniano cierta ventaja en el supuesto de un conflicto bélico a mayor escala con Rusia. El corte del suministro que pasa por Ucrania supondría un invierno demasiado frio para Europa y consecuentemente una reacción de OTAN a esta situación. Y aquí llega la reacción rusa con la construcción del famoso y polémico gaseoducto Nord Stream II, que básicamente es una manera de conducir gas a Alemania/Europa sin pasar por Ucrania, dando esta situación manga ancha a Moscú para ser menos ¨diplomático¨ con Kiev. Evidentemente dejar se suministrar gas a Europa o reducir la cantidad exportado iría en detrimento de la entrada de dinero a las arcas rusas.
Por esta razón, Moscú estaría trabajando en otra manera de diversificar sus exportaciones de gas para que no dependieran tanto de Europa y de nuevo tener más ¨libertad¨ a la hora de relacionarse con sus vecinos; CHINA. Efectivamente, después de la apertura en 2019 del gaseoducto Power of Siberia I que transporta anualmente unos 38.000 millones de metros cúbicos al gigante rojo, ya se está trabajando en el siguiente proyecto, el Power of Siberia II que, además de duplicar las exportaciones de gas ruso a China, se conectaría con la misma red de transporte que lleva el gas a Europa, dando en este caso a la empresa Gazpron la posibilidad de decidir a quién mandar los recursos, si a Europa o a China. Este proyecto está en su fase inicial y aunque podría firmarse en próximas semanas, todavía quedarían varios años para que fuera una realidad.
En tercer lugar, podemos decir que los intereses económicos de EE.UU tampoco se han visto perjudicados con esta situación, ya que sus ventas de gas licuado (GLP) a Europa, especialmente a España se han visto fuertemente incrementadas, haciendo también caer el precio del gas natural.
Está claro que la Unión Europea es un consumidor nato de gas y ambos «lados», tanto Rusia como EEUU, se aprovechan de situaciones como esta.
Fuente: Gazpron, Reuters, Petroleum Economist, S&P Global. Gaseoductos de Rusia a China.
Punto de situación y análisis de prospectiva
La balanza de los analistas que al principio de esta crisis aseguraban que no habría acción militar rusa contra Ucrania se va equilibrando con los que tienen datos suficientes para pensar que, por pequeña que sea, se va a producir algún tipo de acción militar en aquella región del mundo.
Putin ha dicho basta a la expansión Oriental de la OTAN y acusa a esta organización de no cumplir con su palabra (no escrita) de no expandirse hacia antiguos Estados Soviéticos, marcando en rojo la posibilidad de que Ucrania entre en este club político-militar además de otras peticiones que son prácticamente imposibles de cumplir, mientras que la OTAN quiere hablar de reducir misiles, y ejercicios militares pero afirma que no le cerrará la puerta a ningún Estado democrático que libremente solicite su adhesión a la misma, ni se retirará de ningún país en el que ya este militar y estructuralmente establecido.
Debemos recordar que, en la NATO Summit de 2008 en Bucarest, la Alianza confirmó su intención de estudiar la entrada de Georgia y Ucrania. Pocos meses después Rusia invadió Georgia y pocos años más tarde, cuando Ucrania se acercó «demasiado» a Occidente, Moscú invadió Crimea y se asentó Donetsk y Lugansk, por lo que podemos afirmar que Putin no bromea con este asunto.
Con esta situación de estancamiento actual solo cabe intentar imaginar de qué manera Putin va a intentar conseguir su objetivo de desmarcar a Ucrania de la lista de ¨posibles¨ candidatos para las organizaciones Occidentales. Para ello cuenta con todos los medios híbridos del mundo, que para ello fue su inventor. Desde el cambio de régimen en el Ucrania, mediante su intervención en las elecciones, ciberataques, asesinatos selectivos, golpes de Estado, desinformación y campañas de propaganda… La lista es larga y su combinación con la presión que están ejerciendo los más de 100.000 soldados en la frontera con Ucraniana espera tener resultados.
Los perjuicios de una escalada del conflicto serían muy importantes, desde la subida de precio del gas y el petróleo para Europa, hasta el tráfico de cereales a través del Mar Negro desde Rusia, Ucrania, Kazajistán y Rumania hacia África, que sin tener nada que ver en este conflicto, vería como le salpica negativamente. El precio de los alimentos podría incrementarse notablemente, por lo cual no queda más remedio para este conflicto que hablar, hablar y no cansarse de hablar, porque con peticiones tan maximalistas por parte de Rusia esta negociación va para largo.
A partir de ahora, todos los ciberataques, revueltas populares, crisis políticas a nivel regional y nacional, países europeos y de la OTAN que duden en dar apoyo logístico y político a los ucranianos, disrupción de energías y servicios, problemas logísticos y estructurales… que se produzcan en Ucrania, son pequeñas (y grandes) victorias de Rusia.
Oscar Ruiz Pérez
Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.