Desarrollo y seguridad. El caso de Mozambique

Paper 51

14 Marzo 2022

La extracción de recursos naturales se asumió como una oportunidad de desarrollo económico y social en África. Sin embargo, en la última década se ha convertido en fuente de conflictos violentos en varios países, como es el caso de Mozambique. El descubrimiento en 2010 de una reserva de gas natural licuado (LNG) de 20.000 millones de dólares en la zona de Cabo Delgado significó una esperanza para avanzar por la senda de la prosperidad con la inyección de inversiones extranjeras de empresas como la francesa Total Energy. Sin embargo, en los últimos cinco años se ha transformado en una fuente de hostilidad.

La aceleración de la insurgencia yihadista en los territorios del norte es una amenaza creciente para la seguridad del país y para el sur de África en su conjunto. La rápida expansión de terrorismo a través de las comunidades africanas en el Sahel puede hacernos prever el futuro del sur del continente si no se toman medidas. El avance del proyecto multinacional de gas entre 2011-2017 provocó el desplazamiento de muchas comunidades y posteriormente un malestar creciente debido a la pérdida de sus tierras, su acceso al mar y sus medios de subsistencia. Las comunidades de la provincia dependen en gran medida del acceso a las rutas marítimas, así como de las tierras circundantes, por lo que el avance del proyecto de gas y la desestimación por parte del Gobierno de su impacto local, catalizó un creciente descontento civil. 

    Mapa del proyecto LNG, norte de Mozambique

El brote de la insurgencia yihadista comenzó en octubre de 2017 con el primer atentado en Mocimboa da Praia. Se atribuyó al grupo Ansar al-Sunna, conocido localmente como Al-shabab, que posteriormente declaró su lealtad al Estado Islámico y adoptó sus métodos más brutales. Aunque las fuerzas de seguridad nacionales se desplegaron en respuesta a la violencia, su incompetencia para combatir la insurgencia y llevar la seguridad a la región permitió la continuación de los ataques contra civiles y una creciente crisis humanitaria y de seguridad. Sólo después de los ataques más brutales en Palma en 2019, en los que los insurgentes tomaron la ciudad, la crisis en curso ganó la atención internacional y la posterior participación de fuerzas extranjeras. Que, junto con los ataques posteriores en todo el norte de Cabo delgado, han sido posteriormente reivindicados por la franquicia regional Estado Islámico de la provincia de África Central (ISCAP).

Los motivos de la fortaleza que los insurgentes obtuvieron en los territorios del norte son multidimensionales y, además de los mencionados, el hecho de que esta región esté poblada por comunidades mayoritariamente musulmanas también ha facilitado la radicalización. Sin embargo, aún se desconoce el grado de influencia del ISCAP y no se considera la fuente principal de la violencia. Estados Unidos designó a ISIS-Mozambique como organización terrorista global en 2021. No Obstante, es importante señalar que una gran parte de los insurgentes capturados no tenían ninguna afiliación con el Islam y se han unido a los grupos insurgentes, ya sea por la violencia o voluntariamente por razones no religiosas.

Por otra parte, la abundancia de recursos naturales en Mozambique lo han hecho vulnerable y atractivo para el comercio internacional ilícito y la delincuencia organizada. Como resultado, varios otros actores estatales y no estatales han sido sospechosos de beneficiarse de la insurgencia y por lo tanto no resisten a su existencia. Se sospecha que varias élites nacionales y extranjeras se benefician de los prósperos negocios de comercio ilícito en el país. La inversión de China en la industria maderera de Mozambique ha sido sospechosa por su participación en el comercio ilícito de madera y aprovechando de la insurgencia, lo cual podría explicar su ausencia en la misión antiterrorista. Por lo tanto, la colaboración o el posible apoyo con estos otros actores debe considerarse también como un factor propicio para la prolongación de la insurgencia.

En consecuencia, la captura de las ciudades costeras y la recuperación del acceso a las rutas marítimas por los insurgentes fue crucial. Ya que el canal mozambiqueño es una ruta comercial próspera y una fuente primaria de sustento de la población, las Yihadistas se lo utilizó para simpatizar y interactuar con la población local y por tanto su subsecuente reclutamiento.  El desarrollo del proyecto de LNG impidió directamente a los ciudadanos de Cabo Delgado de su principal fuente de alimentos y oportunidades de empleo y, por lo tanto, desempeña un papel fundamental en la resolución del conflicto.

El despliegue de las fuerzas extranjeras de Ruanda en 2019 y, posteriormente, de ocho países de la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC), han tenido éxito en sus esfuerzos antiterroristas llegando a retomar Mocimboa da Praia en agosto de 2021.  No obstante, su éxito reveló posteriormente la incompetencia de la defensa mozambiqueña y, sin entrenamiento y refuerzos, pueden correr el riesgo de un resurgimiento incontrolable una vez que las tropas extranjeras se retiren. Por ello, la Unión Europea inició una misión de formación en Mozambique para prestar apoyo y asistencia en la lucha antiterrorista.

Sin embargo, los ataques violentos por los insurgentes yihadistas que empezaron en gran medida en Cabo Delgado se han extendido a las comunidades de la vecina provincia de Niassa en el último año, así como en Tanzania a principios de este año. Y aunque hay múltiples factores que contribuyen a ello, es importante reconocer que, a pesar de que han mejorado las capacidades de seguridad, ésta aún no está garantizada y muchos siguen siendo vulnerables, como objetivo de los ataques. El aumento en los últimos años ha provocado una grave crisis humanitaria con al menos 700.000 desplazados internos y más de 3.000 fallecidos.

Por lo tanto, es evidente que la asistencia de las fuerzas armadas externas ha desempeñado un papel crucial en la lucha contra los insurgentes yihadistas en Mozambique y su continuidad no debe ponerse en duda. Cabe señalar que si el Gobierno nacional no se ocupa de los otros factores impulsores del conflicto, es muy improbable que se logre la estabilidad y la seguridad en la región.

Paige Witney Dorning

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.