El drama del expresidente
Felipe González ha participado recientemente en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) para hablar de geoestrategia. Se trata de una iniciativa a tener en cuenta porque este es uno de los principales think-tanks norteamericanos, laboratorio de ideas en materia de política exterior y de seguridad. En Washington se habló de muchas cosas ante un público interesado en estas cuestiones, con la figura destacada de Zbigniew Brzezinski.
Tres fueron los desafíos que señaló González, bajo el título de “European and International Security: Countering Violent Extremism and Foreign Policy Aggression”. En primer lugar, el pulso de Rusia por Ucrania. Con acierto afirmó que Vladímir Putin “tiene un propósito, Europa no lo tiene, Estados Unidos duda entre la posición europea y la petición que se hace aquí de armar a Ucrania, que no sé si es suficiente”. En segundo lugar, la amenaza integrista en Oriente Próximo, “una batalla que ni Estados Unidos ni Europa pueden ganar, pues deben ser los musulmanes quienes deban solucionarla”. Y en tercer lugar, cómo se puede reconstruir la relación entre EEUU y China. La emergencia de China en Asia se traduce en una amenaza geopolítica, como un “movimiento tectónico” en las relaciones internacionales.
Por matizar, entendemos que en el primer caso, efectivamente, no es suficiente, pero no se mencionaron alternativas viables; en el segundo, imaginamos que se refiere a las poderosísimas monarquías suníes del Golfo Pérsico; y en el tercero, faltó añadir que esta dinámica de la política internacional son bloques que se van formando con un peso económico incuestionable, y que van acompañados de un presupuesto destinado a defensa y seguridad que no disimulan intenciones. No es el caso europeo.
Pienso que este es el drama de un expresidente, que para hablar de geopolítica tenga que hacerlo fuera de sus fronteras. Ocurre lo mismo con José Mª Aznar, otro expresidente que en esas mismas fechas también estaba en Washington, en la intervención del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ante el Congreso de EE UU, previo paso por la conferencia anual de AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), el bien organizado lobby proisraelí.
En materia de seguridad y política exterior no suelen destacar nuestros expresidentes. Lástima que no haya un foro similar para tratar sobre la posición de España en el mundo, de amenazas y de seguridad que afecta a nuestras fronteras e intereses, sin caer en la visión tuerta y maniquea de partido. Falta política con mayúsculas, la grande. Y es una pena, porque la experiencia acumulada de un expresidente en estos temas permitiría compartir puntos de vista que bien pudieran convertirse en sinergias para lograr mayorías parlamentarias a favor de cuestiones relevantes que superen los intereses cortoplacistas.
Pasar de ver árboles a contemplar el bosque permite tratar de forma responsable los asuntos geopolíticos, entre los que se encuentra la política de defensa, de escaso interés entre las prioridades de partido. Sin embargo, tanto a González como a Aznar sí se les convocará con toda seguridad para acudir a mítines en este año electoral que tenemos por delante, con agenda local, autonómica y nacional. La paradoja es que los resultados de las urnas prevén “movimiento tectónico” y quizás el próximo invitado a uno de esos foros geopolíticos se llame Mariano Rajoy.
Gabriel Cortina
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