Fondo Europeo de Defensa: 13.000 millones para quien tenga un plan

Análisis Nº 209

La política industrial de defensa en la Unión Europea ha recibido una buena noticia: la Comisión ha propuesto un Fondo Europeo de Defensa con un presupuesto de 13.000 millones de euros dentro del Marco Financiero Plurianual para el periodo 2021-2027. Dentro de unos meses tendremos elecciones al Parlamento Europeo y estos temas deberían formar parte de los programas de los partidos políticos y del contenido de los debates. El relanzamiento de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) deberían ser un motivo de interés, teniendo en cuenta las cuestiones que más nos afectan como ciudadanos de una Unión que se encuentra necesitada de dar respuesta a conflictos emergentes justo al otro lado de nuestras fronteras.

La entrada de la Comisión en el ámbito de la Defensa va orientada a fortalecer la industria y la base tecnológica, justo en un momento donde las previsibles consecuencias de la revolución 4.0 serán la causa de cambios profundos. La carrera por la superioridad tecnológica irá en paralelo al interés por la autonomía estratégica. Objetivos de naturaleza industrial, política y militar confluyen en un marco de profundas incertidumbres y la necesaria estrategia del largo plazo se ve afectada por el cortoplacismo de las agendas políticas

Los 13.000 millones de euros del Fondo de Defensa no marcan el futuro de una industria “europea” sino que será un incentivo para ser aprovechado por las industrias “de países europeos”, en su gran mayoría grandes consorcios con un importante porcentaje de acciones de propiedad estatal. Las prioridades nacionales son importantes a la hora de definir objetivos. Este es el punto de inicio -el real-, no el interés de la Unión -el ideal-. Luego se derivan los intereses y planes industriales, los grandes programas, las adquisiciones y las especificaciones de los usuarios (Fuerzas Armadas); luego entran las pequeñas y medianas empresas, la participación de capital no comunitario y las iniciativas start-up; y luego se verá qué hacer con tantas empresas dedicadas a ofrecer productos para un reducido mercado de sistemas terrestres, navales y aeronáuticos obligados a buscar la rentabilidad y en competición creciente con otras corporaciones multinacionales no europeas.

Preguntas: ¿cómo serán los consorcios europeos en los próximos años?, ¿qué fusiones y adquisiciones tendrán lugar?, ¿cómo se financiará el coste social y laboral de las reestructuraciones? El inversor y el empresario están en una encrucijada, como también lo están los responsables de una planificación político-militar que exige una visión clara de intereses y plazos.

La industria española necesita ganar competitividad y vive hoy un momento crítico. Solo es posible consolidar una posición en el sector europeo si detrás hay una política industrial -no de servicios-, y fuertemente apoyada por un impulso político comprometida con la cofinanciación de proyectos en los que se desee participar y se sea exigente en el porcentaje de retorno. Los temas de Defensa no son prioritarios para los socios del actual Gobierno. El Fondo comienza en 2021, se está negociando en estos momentos, y en el panorama nacional quedan por delante unas elecciones generales, que previsiblemente serán en 2020. El temor concreto es la sostenibilidad del sector. 

El síntoma que se da en los foros de debate es que comenzamos hablando de industria europea de Defensa y terminamos hablando de competición interestatal. Esto responde a que no hay cohesión entre los aspectos políticos y estratégicos. Para darnos cuenta de esta competición, es necesario ver la realidad industrial europea de la Defensa desde dos perspectivas: la propiedad de los grandes consorcios -su accionariado-, y los partenariados estratégicos que se establecen para desarrollar los sistemas de armas y las capacidades militares. El hecho cierto es que hoy en día la revolución tecnológico-militar está en manos de Estados Unidos, que China ha decidido liderarla en dos décadas, y que de alguna forma hace falta impulsar y reactivar la base tecnológica e industrial europea en la nueva ola del “4.0”.

Trece mil millones de euros están a la espera del plan industrial que deseen los Estados de la UE, traducido en su nivel de ambición, de inversión y de apoyo político. Cabe recordar que en la gran foto que inauguraba la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) se dieron cita 25 ministros de Defensa, pero luego en el compromiso real por su desarrollo solo aparecían cuatro firmas: Francia, Alemania, España e Italia. El Fondo Europeo de Defensa será protagonizado por Francia y Alemania porque son quienes tienen definida más claramente una política industrial y nacional -no de ahora, sino desde hace décadas-, y ponen los medios para que así sea, es decir, estrategia. Tomen nota para hacer los cálculos: 25-4-2 / 13.000 M€.

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Gabriel Cortina, Diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional


Las opiniones expresadas en este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor

Se recomienda la consulta de “El Fondo Europeo de la Defensa y el futuro de la industria española”, Real Instituto Elcano (Félix Arteaga y Luis Simón), Enero 2019


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