Geopolítica de Australia en el escenario Indo-Pacífico
Paper 14 / 2019
Donald Trump puede que no se haya dado cuenta, pero estresar sus relaciones con China ha supuesto estresar las conexiones con un mundo hiperconectado. La guerra comercial que ha comenzado el presidente americano ha llevado a una reconfiguración de las alianzas políticas y comerciales a nivel global. Haber confundido la competitividad china con hostilidad ha sido un error diplomático que tiene difícil situación. Mientras la espiral del conflicto gira, más actores sufren la consecuencia de haber confundido competidor con contendiente.
Algo que ha quedado patente es que el orden geopolítico se ha de fijar por consenso, no por coerción. La guerra comercial de Trump no ha disipado sus preocupaciones, pero sí ha enconado las posiciones de diferentes aliados globales. Australia ha sido uno de los aliados críticos que ha quedado atrapados en esta situación. El Primer Ministro australiano, Scott Morrison, declaró en la cumbre del G20 que la rivalidad comercial está provocando un descenso en las expectativas de crecimiento global. Christine Lagarde, como directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha calculado que esto supone unos 455.000 millones de dólares, unos 404.000 millones de euros. El director de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevêd, ha compartido las estimaciones de Lagarde. Morrison ha declarado que Australia tomará medidas para impedir el deterioro de las relaciones comerciales, tanto con China como con EEUU.
Hasta el momento Australia está atrapada en el fuego cruzado entre su principal socio comercial y su principal aliado de defensa. Morrison es consciente de que esta situación no tiene fácil solución, y de que Australia necesita encontrar alianzas multilaterales. Aún así, parece que Canberra no ha decidido cuál es su rol geopolítico por el momento, ni cuál es su propósito en la política regional.
Para Michael Crane, general del ejército australiano, es obvio que la presencia militar norteamericana en Australia aumentará. El Indo-Pacific Strategy Report, publicado por el Departamento de Defensa de EE.UU., afirma que quiere reforzar la cooperación militar entre los dos países. Washington quiere que Australia sea un socio estratégico para contrarrestar el crecimiento y la influencia china en la región. Para la estrategia que ha comenzado, sería ideal que Australia pudiese tensar las relaciones políticas y diplomáticas entre los países del Mar del Sur de China, con el objetivo de crear un frente común de países regionales contra Pekín.
Australia ya está inmersa en alianzas militares con Estados Unidos. Desde 1951 está firmado el acuerdo ANZUS (Australia, New Zealand and the US), pero es una alianza casi inoperativa desde que Nueva Zelanda prohibió las armas nucleares en sus puertos. Para fortalecer las relaciones militares entre EEUU y Australia ambos países firmaron en el año 2014 el Force Posture Agreement. Bajo este acuerdo EEUU está impulsando la presencia militar estadounidense en Australia. La iniciativa Marine Rotational Force-Darwin (MRF-D) quiere establecer a 2.500 marines en el norte del país. Por su parte Australia está planeando construir un nuevo puerto en Darwin con el fin de cumplir con los requerimientos de la Armada norteamericana.
La alianza militar entre los dos países parece tener buena salud. A esta cooperación militar hay que añadir el acuerdo que ambos países tienen como miembros de la comunidad de inteligencia Five Eyes. Esta iniciativa está operativa desde el final de la Segunda Guerra Mundial y tiene como finalidad compartir información, principalmente SIGINT, entre sus miembros. En los últimos años Five Eyes ha ampliado su comunidad con tres miembros (Francia, Alemania y Japón) con el objeto de tomar medidas contra la expansión de China. Aunque ya había tenido tenido ampliaciones previas, esta vez el objetivo es más concreto: se trata de recopilar y analizar toda la información posible sobre la inteligencia china, y sobre su expansión financiera en todo el mundo. El veto australiano a la compañía de telecomunicaciones Huawei ha sido el movimiento más significativo del país para defender su red de comunicaciones, pero el veto a la compañía china puede suponer un antes y un después en la consolidada comunidad de inteligencia, ya que otros miembros no asumen a la compañía china como un riesgo primario.
Enlazando con la parte comercial, el ministro australiano de comercio reportó en febrero que China es el principal socio comercial del país. David Chau publicó un análisis pormenorizado de la balanza comercial entre ambos países, y mostró que el 30,6% de las exportaciones australianas fueron en 2018 adquiridas por China (ABC News). El país asiático parece que ya ha comenzado a utilizar esta dependencia comercial para presionar a Australia. China ya ha disminuido la importación de carbón desde Australia, siendo este uno de los principales productos servidos a China.
Desde que en 2018 comenzaron las hostilidades, la inversión china en Australia se vió reducida en un 36%, según una investigación realizada por la consultora de riesgos KPMG y la Escuela de Negocios de la Universidad de Sydney. Las principales inversiones chinas en Australia se centraban en el sector de la salud y en el inmobiliario, pero el resto de inversiones eran significativas: en el sector de la minería la empresa china Tianqi Lithium Global ha abierto una planta de procesamiento de hidróxido de litio en el área industrial de Kwinana, al sur de Perth en Australia Occidental. China era el principal inversor directo en Australia, lo que origina trabajos y prosperidad, pero las autoridades australianas veían en esto, al mismo tiempo, un riesgo para su seguridad.
EEUU no puede mitigar la dependencia australiana del comercio y la inversión China. Hay analistas que tienen una visión más práctica y realista de la situación en el escenario Indo-Pacífico. Hugh White, profesor de estudios estratégicos de la Australian National University, advierte en su ensayo “Without America” sobre el cambio en el orden global y regional. White sostiene que los EEUU son un poder en declive en la región, y que es bastante probable que pierda la confrontación con China. La relación comercial entre Australia y China parece tener buena salud, y para largo tiempo. La situación es ideal para que Australia se replantee cuál ha de ser su estrategia en política exterior. Es probable que el hecho de ser un aliado militar estratégico con Estados Unidos, y el hecho de tener a China como principal socio comercial, acaben chocando uno con otro.
El Foreign Policy White Paper, publicado por el gobierno australiano en 2017, asume que va a haber un cambio en la balanza de poder en la región Indo-Pacífico, siempre y cuando los EEUU no tomen medidas. De todos modos, el documento no muestra una clara intención de cambio para afrontar la situación. Si Australia decide comenzar una nueva etapa histórica en sus relaciones políticas y comerciales, el mundo puede estar más cerca de pasar de un orden global unipolar a uno multipolar sin eventos traumáticos. Ya hay establecido un mundo multipolar mediante acuerdos de libre comercio y tratados políticos, que se supone es lo que el Foreign Policy White Paper aspira conseguir. Hay unanimidad en afirmar que volver al mundo unipolar no es una opción, y que hay diversas naturalezas del poder activadas y diversos actores sobre el escenario. Australia debe de tomar ventaja de su riqueza y de su influencia en la región para ser un actor principal en la consolidación de acuerdos regionales.
Por parte de los Estados Unidos, ha de reconfigurar su estrategia para seguir siendo un actor principal en el escenario Indo-Pacífico. Ser una fuerza militar no es suficiente para mantener el control. Si los EEUU encuentran una estrategia política ventajosa, y si aplican una buena táctica, es bastante probable que el país siga siendo fundamental en los acuerdos que se alcancen en la región, como por ejemplo, en el Free and Open Indo-Pacific (FOIP). El acuerdo FOIP es un proyecto de inversiones cuyo objetivo es contrarrestar la importancia de la inversión china en el área. Japón, EEUU, y de alguna manera Australia, están involucrados en este proyecto. Si el país americano no puede afrontar el gasto de la política unilateral de acoso económico emprendida por Trump, solo quedará para los EEUU una posición secundaria en la región. Por eso el FOIP será seguramente el plan que motive la actuación americana.
Como conclusión, cabe señalar que debido a la importancia de Australia como aliado militar de los EEUU, las futuras decisiones podrán balancear el escenario de acuerdos regionales hacia una opción de continuidad unilateral, de hegemonía occidental. Si la política australiana decide sumarse a la iniciativa FOIP, y si igualmente elige seguir siendo el punto de apoyo militar de Estados Unidos en la región, la geopolítica del Indo-Pacífico continuará siendo un intento de contrarrestar el crecimiento de China. POr su parte, si decide sumarse a la nueva realidad emergente, atendiendo al potencial chino, podría consolidarse un nuevo orden global.
Nuño Rodríguez, analista político
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