La geopolítica del Brexit

Análisis 241

El pasado 19 de diciembre la Reina Isabel II del Reino Unido inauguró el nuevo curso parlamentario tras las elecciones generales del día 12 que ganó el Partido Conservador por mayoría absoluta. En su discurso expresó que: “La prioridad de mi Gobierno es materializar la salida del Reino Unido de la Unión Europea” y añadió, “el Gobierno realizará la más profunda revisión de las políticas exterior, de seguridad y defensa desde la Guerra Fría”. De esta forma, el Reino Unido (UK) retorna a su tradicional soberanía plena y al protagonismo geopolítico de offshore balancer de Europa y de una potencia media.

El UK que abandone la UE es muy significativo desde el punto de vista geopolítico: es uno de los Estados más importantes del mundo, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es potencia nuclear, posee una base industrial militar capaz de competir en el mundo y una flota naval con proyección global; es la quinta economía mundial por su PIB nominal, mientras que financieramente, Londres sigue por delante de Frankfurt en proyección internacional. Además, su huella literaria, deportiva, artística, educacional, científica, etc., tienen influencia en todos los continentes.

Emigrar desde unas políticas exterior y económica de base europea a otras de plena soberanía, no va a ser tarea fácil. La gestión del escenario post-Brexit requerirá una labor intelectual de estrategia a largo plazo, por parte del establishment británico, ya que el UK va a abandonar la UE en un momento de profundo cambio geopolítico mundial, una situación muy diferente de la que había cuando ingresó en las Comunidades Europeas.

Reino Unido seguirá siendo un Estado mundialmente influyente, aunque tendrá que abandonar su histórica labor de carácter imperial. Lo hace en un momento en el que el contexto geopolítico mundial se encuentra en un momento de fluidez máxima, cuando Estados Unidos ha adoptado una posición de retrenchment que favorece la debilidad del marco multilateral de normas e instituciones del Orden Mundial creado tras la Segunda Guerra Mundial, ya que ha quedado demostrado que las normas internacionales en tiempos de crisis no son eficaces. Rusia aprovecha el declive del multilateralismo, que a su vez colabora a erradicar, para proclamar sus planteamientos geopolíticos, a la vez que países cercanos de su órbita reconsideran su posicionamiento tras la Guerra Fría. China prosigue su consolidación como Gran Potencia buscando su hegemonía mundial en un escenario de transición entre órdenes mundiales conocido como la competición estratégica de grandes potencias

El Brexit se perfila como un paso importante para el comienzo de este nuevo capítulo de la historia de Europa, por lo que el establecimiento de sólidas relaciones entre el UK y la UE serán beneficiosas para ambas partes al aprovechar oportunidades y compartir riesgos. Hay que evitar que, desde el primer momento, la UE pudiese tomar el Brexit como una amenaza potencial, en el caso de que un UK próspero amenazase un proyecto europeo en forma de federalismo o el que el precedente del Brexit fuese emulado por otros socios. Por esta razón, sería muy conveniente negociar un acuerdo de separación aceptable en el largo plazo, con las consiguientes cautelas para una larga y armoniosa vigencia.

En este contexto, el UK tendrá que concretar su nuevo protagonismo en el mundo. En el ámbito económico tiene potencial y capacidad directiva para jugar un papel destacado en un ámbito internacional, donde el liderazgo y protagonismo nacional es decisivo. El establecimiento de un acuerdo de comercio con la UE sería parte importante para su economía, a la vez que sus relaciones con China tendrán que adaptarse al nuevo status y con referencia a Europa.

Como referencia para todo ello, el Gobierno de Londres se ha fijado como objetivo la emisión de una nueva e integral Strategic Defence and Security Review (SDSR) junto con una Spending Review interministerial, proceso previsto entre primavera y otoño de 2020. La nueva SDSR tendrá que establecer una nueva postura estratégica en la era de competición. Aunque el UK ha sido la primera potencia militar de la Unión Europea, sufre de falta de personal y la necesidad de volver a invertir en nuevos sistemas de armas. Para la proyección militar se hará probablemente mediante la OTAN o de forma bilateral con Estados Unidos, con los europeos en coaliciones como la European Intervention Initiative (E2I), a la vez que mantendría lazos con Francia por el Tratado de Lancaster House y con las potencias medias asiáticas.

Las nuevas relaciones internacionales británicas tendrán que establecerse desde su posición de potencia media, incluyendo el refuerzo de los sólidos vínculos con el resto de la angloesfera: Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, aspecto que potenciará la condición marítima británica. Los lazos con Japón y Corea del Sur, como parte de la orientación del ámbito anglosajón hacia el espacio Asia-Pacífico. Marco que, entre otros aspectos, le permitiría a Londres acceder a acuerdos comerciales como el Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CP-TPP), de menos compromiso político que la UE.

El Brexit debería interpretarse en clave de gran estrategia, ya que los intereses nacionales son prioritarios para Londres: consideran que en esta época histórica éstos no pueden desarrollase en Europa y que Reino Unido debe regresar a su condición de potencia marítima.

Enrique Fojón

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