¿Hacia la Europa de la Defensa?
El año 2016 fue sin lugar a dudas un año histórico para el impulso político de la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE. A pesar de formar parte del proyecto europeo desde sus inicios, la seguridad y la defensa han sido tradicionalmente relegadas de la agenda de los líderes de la Unión por otros asuntos hasta convertirse en una ambición aún hoy insatisfecha.
Pero la irrupción del Brexit y la victoria electoral de Donald Trump en EE. UU. en un marco de ausencia de proyecto político común y vacío de perspectiva estratégica en un contexto además de crisis compartidas, provocaron una profunda incertidumbre respecto al futuro de la seguridad y defensa tanto de la UE como del continente europeo en su conjunto.
La UE debe adaptarse a su nueva realidad geoestratégica de la era post-Brexit, en la que la Unión pierde uno de los Estados miembros que más gasta en defensa en Europa y que además cuenta con capacidad nuclear y silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En esta coyuntura, la UE debe hacer frente a la falta de solidaridad y cohesión política que se precisan para avanzar en la Política Común de Seguridad y Defensa y a aspectos no menos importantes como son, entre otros, la ineficiencia y falta de coordinación en el gasto que realizan en defensa los Estados miembros y que llevan a que la Unión no cuente con relevancia militar proporcional al presupuesto que dedica a nivel mundial a estos asuntos (el segundo mayor del planeta); la falta de dotación presupuestaria oportuna y eficiente operatividad autónoma de las Fuerzas Armadas de los Estados; el horizonte 2024 como año de cumplimiento del compromiso OTAN de gasto en defensa del 2% PIB o, la necesidad de fomentar la cultura de seguridad y defensa, la conciencia de seguridad nacional y europea y el debate político y ciudadano al respecto.
Durante el último año y medio se han producido en la Unión avances políticos e institucionales esenciales hacia la cooperación reforzada. Desde la aprobación de la Nueva Estrategia de Seguridad Global de la UE en junio de 2016, pasando posteriormente por la Declaración de Cooperación OTAN-UE; la Cumbre de Bratislava; la aprobación del Plan de Acción de Defensa Europea y de las 42 medidas de implementación del acuerdo OTAN-UE; la publicación del “Libro Blanco sobre el Futuro de Europa”; la Cumbre de Roma reafirmando los ideales de la Unión en su 60 aniversario; la presentación del documento “Una Europa que defiende y protege” y la ratificación de avances clave como la Cooperación Estructurada Permanente-PESCO, la activación de los Battle Group Packages, la Revisión Coordinada en Defensa Anual y el Fondo Europeo de Defensa.
La Cooperación Estructurada Permanente supone una de las novedades principales de cara al impulso de la Política Común de Seguridad y Defensa, que aunque ya era una forma de cooperación prevista en el Tratado de la Unión Europea que nunca ha sido activada, permitirá a los Estados interesados avanzar voluntariamente con mayor intensidad y velocidad en materia de seguridad y defensa.
Sin embargo, a pesar de los progresos que se han producido hasta la actualidad, está por ver si el grado de solidaridad y compromiso político final derivará en un proyecto europeo sólido capaz de garantizar la seguridad europea a partir de su autonomía estratégica, acompañado de la implementación de una política exterior común.
Ana Belén Perianes Bermúdez, Doctora en Paz y Seguridad Internacional