El impacto de las Charlas de Hawái

Análisis 262

Estados Unidos y China han mantenido reuniones a nivel ministerial en Hawái para tratar asuntos bilaterales. Con esfuerzos de enmendar una relación que no está pasando por su mejor momento, el Secretario de Estado, Mike Pompeo y Yang Jiechi, Director de la Comisión de Asuntos Exteriores, abordaron las cuestiones que están creando fricción entre los dos países. Esta es la primera reunión entre Pekín y Washington, después de las tensiones debidas a la pandemia del COVID-19 y otras cuestiones políticas.

China reafirmó su compromiso con la Fase 1 del Tratado de Comercio firmado en enero. Sin embargo, los resultados en temas como Taiwán, Hong Kong y Xinjiang no fueron tan fructuosos. Las declaraciones de los altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores han sido descritas por diplomáticos estadounidenses como «típicas». El portavoz de dicho ministerio, Zhao Lijian, refleja la política de diplomacia «Wolf Warrior», también conocida por ser «muy estridente, unilateral y a veces irrealista» (The Diplomat).

La RPC está firmemente y absolutamente comprometida con proteger su soberanía nacional y sus ideas de que cubre este concepto. Reafirmó su compromiso con la legislación de seguridad nacional en Hong Kong. Concepto especialmente reflejado, después de que el nuevo texto de la ley
incluyese una alusión a la «colusión con fuerzas externas y extranjeras», en una clara referencia a los EEUU. Sobre Taiwán, Yang dejó muy claro a Pompeo que veían a la isla como una parte inalienable de China, basado en el sistema «one country, two systems’’.

Por último, la RPC expresó su rechazo a la Ley estadounidense que permite sancionar a oficiales chinos por las violaciones de derechos humanos en la región de Xinjiang. Estas reuniones confirman, una vez más, algunos de los intereses nacionales primordiales para la RPC.

La reunificación con Taiwán, la lenta absorción del magnate financiero que es Hong Kong, el control del Mar Meridional Chino y su Línea de Nueve Puntos y su consolidación como potencia regional absoluta, con la fuerza suficiente como para poder desafiar y proteger sus intereses ante el «off shore balancer’’ que son los EEUU. Su manera de protegerlo, a través de las Three Warfares, seguirá siendo su mayor instrumento. El cumplimiento de estos objetivos podría tener efectos devastadores sobre la seguridad y defensa mundiales.

Desde la erosión del sistema internacional a la eliminación de las líneas que separan la paz y la guerra, pasando por la consolidación de la visión que tiene China del Derecho Internacional Público. Las consecuencias no son tanto por los objetivos en sí, sino por la manera de conseguirlos.
La utilización de amenazas híbridas es probablemente el aspecto que podría tener un mayor efecto sobre la seguridad.

La doctrina china de utilizar distintos métodos caracterizados por su ambigüedad y por estar debajo del umbral del «uso de la fuerza» es una gran parte de su perfil estratégico actual. Esto incluye la utilización de métodos de desinformación, guerra cibernética, lawfare, diplomacia, económicos y más, habitualmente varios en conjunto. Las amenazas híbridas en el s. XXI están revolucionando el panorama internacional y China es uno de sus usuarios más avanzados. En el aspecto de defensa, es probable que China continúe expandiendo su presencia militar en el Mar Meridional Chino en el corto plazo.

En el medio plazo, es probable que aspire a establecer un sistema de A2-AD y ADIZ, tal y como hizo en el Mar de la China Oriental. Es altamente probable que esperará a que se rebajen las tensiones con países Occidentales para continuar su expansión en la zona. Sin embargo, es casi seguro que China continuará utilizando métodos de defensa poco convencionales, mínimo hasta poder equivaler el poder de los EEUU.

Javier Ochoa

Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor.

Foto: Bloomberg

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