Intervención militar contra Boko Haram

La sociedad española permanece asustada y escandalizada con el asesinato perpetrado por el ISIS (Estado Islámico), quemando vivo a un piloto jordano. La sensación es que no se sabe muy bien cómo actuar ante esta nueva barbarie que amenaza directamente a la sociedad occidental, donde la libertad y la democracia son valores fundamentales, y el pacifismo heredado del Mayo del 68 sigue presente en forma de buenismo. Si Jordania se prepara para lo peor, Libia ya es escenario de nuevas atrocidades en directo, vía YouTube, cada vez más cerca de la frontera sur de Europa (y de la OTAN), con Italia y España en primera fila.
Sin embargo, nadie o casi nadie, se ha hecho eco de la brutalidad con la que continúa extendiéndose y amenazándonos los integrantes de Boko Haram. Se les conoció mundialmente por secuestrar a unas doscientas niñas cristianas, pero poco o nada se dice de lo que continúan haciendo, y de lo que podrían llegar a hacer si no se les frena. Nacieron en 2002 en la ciudad de Maiduguri, capital de la provincia de Borno, espacio que quieren tomar por su importancia estratégica y política, ya que en ella están las estructuras básicas del Estado. Tiene alrededor de 1,2 millones de habitantes, un porcentaje muy alto en comparación con la distrubución de la población del país, y es el centro neurálgico del comercio del noreste.
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Conquistar la ciudad les abriría las puertas de otras provincias como Yobe o Bauchi, pero lo más importante es que tendrían el control de un aeropuerto. Las consecuencias que este hecho tendría en la población ya se han maniferstado: son muchos quienes evitan visitar zonas concurridas de la ciudad por miedo a ataques, lo que afecta al comercio, la escuela y la estabilidad social. Además, no hay que olvidar que los terroristas desean obtener nuevos militantes para sus filas, ofreciendo un status garantizado, como si de una oferta laboral se tratase, extendiendo su influencia y continuidad por toda la región.
La comunidad internacional se limita a leer lo que aparece en los periódicos, muestra carteles rechazando la violencia, o publica resoluciones que en nada afectan a estos grupos, pues en lo esencial no se ven amenazados. La toma de decisiones para una política de seguridad en Borno es clave para frenar el expansionismo del terror en la región. En este sentido, es necesario llevar fuerzas de tierrra para frenar y derrotar a Boko Haram. Hasta el obispo católico se ha manifestado abiertamente en el sentido de que es necesaria una campaña militar concertada para derrotarles, pues la ineptitud de los militares nigerianos es manifiesta. La razón de esta situacicócn es el alto nivel de corrupción existente entre sus filas. Una vez más, la falta de desarrollo, de un Estado mínimamente sólido y con unas institucidcones que, por lo menos, cumplan con lo esencial, son requisitos para que el terrorismo no vea el campo abonado para que se cumplan sus objetivos.
Ahora cabe preguntarse quién organizaría esta acción conjunta, quién lo pagará, qué tipo de operación conviene desplegar,  la logística… y con qué apoyos locales se cuenta (realmente). Y cuántos fallecidos, de nuestras propias fuerzas armadas, estaríamos dispuestos a traer a casa y ver por TV. La opinión pública y el Parlamento, no sólo de España, sino del resto de naciones, tendrían algo que decir. Pero eso implica dotar de más fondos la cartera de Defensa. Desde esta perspectiva ya no parecen tan claras las opciones, ¿verdad? Otras doscientas niñas volverán a ser secuestradas y seguramente violadas y vendidas como esclavas, y Boko Haram conquistará una nueva ciudad. Las ONG´s se lamentarán y nada podrán hacer, y el obispo se quedará sin su intervención militar para salvar a ese pueblo incente, pues en Nigeria la corrupción estatal y militar es el ébola institucional. De todas formas, España está presente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que es donde todo esto se discute con vistas a hacer algo. ¿Tiene la ONU una idea clara para la resolución de este conflicto armado emergente?
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Verónica Domínguez, analista