Japón: cambios en la región, cambios en la legislación

 

Los cambios que se están dando en Asia, especialmente por las acciones expansivas de China, fuerzan a Japón a realizar una modificación en su constitución, en lo referente a la defensa. Cambios en la región, cambios en la legislación. El tema central es la ampliación del papel del ejército de Japón para permitirle despliegues en el extranjero. Es concreto, Tokio anuncia su derecho a acudir en ayuda de sus aliados en caso de verse atacados y teniendo en cuenta una serie de condiciones.

Las manifestaciones se han multiplicado contra la medida del primer ministro japonés, Shinzo Abe, para protestar contra estos cambios constitucionales. Lo cierto es que no ha habido guerra en Japón en los últimos 70 años. Pero no se trata de volver a los enfrentamientos imperialistas del Sol Naciente, sino de adaptarse a las amenazas emergentes y de ser capaces de asegurar la defensa de sus intereses y de su soberanía de forma conjunta, con otros aliados. Y es que tener cerca al gigante chino, con sus planes expansivos en la región, sí que merece mover ficha en un tablero donde los intereses son numerosos y los equilibrios diplomáticos no siempre cumplen las mismas reglas. En el Mar de China Meridional varios países (China, Filipinas, Taiwán, Vietnam, Brunei y Malasia) reivindican la soberanía de zonas oceánicas, especialmente las Islas Paracels y las Islas Spratly. De fondo, las posibles materias primas y recursos energéticos de la zona. Tales disputas son el punto potencialmente más peligroso de Asia en cuanto a conflicto militar se refiere.

Corea del Norte, con un armamento nuclear y ensayos continuos de misiles balísticos, hace desconfiar a los dirigentes de los países vecinos. Los efectos de estas potentes armas dejan a Hiroshima y Nagasaki como anticuados experimentos. Una locura, pero una realidad. Además, la emergencia en la región de grupos armados de corte yihadista hay que seguirla de cerca. No es casualidad que Washington haya señalado como prioritario a Asia-Pacífico en su política exterior, eje del comercio mundial y epicentro global de lo que será el siglo XXI. La decisión del gobierno de Japón no ha sido fácil y tendrá un coste político. Pero también es cierto que no se puede realizar una política exterior coherente y creíble sin aliados y sin poner los medios para adaptarse a las posibles amenazas, que son serias.

Esta decisión lleva consigo otros beneficios. La industria de defensa tiene buenas posibilidades si sabe aprovechar las capacidades que ofrece el uso dual de la tecnología. Investigación y desarrollo serán una prioridad pero necesitarán de un plan estratégico. El ministerio de Defensa ha publicado una serie de sugerencias bajo el título Defense Production and Technology Infraestructure Strategy. El documento trata de dar respuesta a la Estrategia de Seguridad Nacional, publicada en diciembre de 2013, en referencia a la necesidad de potenciar la base industrial japonesa dedicada a la defensa, teniendo en cuenta las restricciones comerciales que marca la legislación sobre exportación de armas, la promoción en programas de investigación y desarrollo, y el establecimiento de alianzas.

Esto supone un cambio radical con respecto a la política kokusanka, de autosuficiencia, puesta en marcha en la década de los setenta. Aunque el documento no cuenta con propuestas concretas y no tiene una estrategia definida, marca una voluntad política, que en estos casos es lo más importante. Los acuerdos serán con Australia (atención a la alianza para la construcción de nuevos submarinos), Reino Unido (tecnología) e India, Filipilas, Turquía, países del sureste asiático y del Medio Oriente (material). Las empresas protagonistas de estos proyectos serán, principalmente, Mitsubishi Heavy Industries (MHI), Fujitsu, Toshiba y NEC.

Quedará pendiente establecer una o varias agencias gubernamentales para gestionar contratos y programas. Cabe esperar que no se repitan los casos de corrupción protagonizados por Central Procurement Office (CPO). Una buena transparencia es garantía de credibilidad en los cambios legislativos. La opinión pública japonesa lo mirará con lupa; y también la oposición política. Creo que el tiempo dará la razón a Shinzo Abe.

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Gabriel Cortina, analista de seguridad y defensa