Japón y EEUU, 60 años de alianza
Análisis 246
El pasado 19 de enero tuvo lugar el 60º aniversario de la firma del Tratado de Seguridad entre Japón y los Estados Unidos. Las raíces de este acuerdo hay que encontrarlas en el contexto internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial. Tras el fin de la guerra en el Pacífico, Japón adoptó una Constitución pacifista que le impedía la utilización de la fuerza armada y en la cual renunciaba a la utilización de la fuerza para arreglar las diferencias internacionales. Para EEUU su presencia en el archipiélago japonés era una necesidad estratégica debido a varios factores: la victoria del bando comunista chino en 1949, la partición de Corea y la presencia soviética en Asia.
En 1951 se firmó el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua entre Japón y EEUU, juntamente con el Tratado de San Francisco, que puso fin oficialmente a la guerra y que acabó con la ocupación aliada, reintegrando a Japón en el seno de la comunidad internacional. Este Tratado fue renovado en 1960 por el Primer Ministro Kishi, convirtiéndose en un pilar esencial de la política exterior japonesa durante la Guerra Fría. Sus artículos clave son el V y el VI. En el artículo V se establece la cláusula de ayuda en caso de un ataque en territorio japonés mientras que el artículo VI permite la presencia de tropas estadounidenses en suelo japonés (más de 50.000 actualmente), repartiéndose en varias bases como Yokosuka, Futenma, Sasebo o Iwakuni.
Tras seis décadas en vigor, la alianza entre los dos países se ha visto reforzada por el constante deterioro de la seguridad internacional en el noreste de Asia. El crecimiento económico de China ha convertido al país en una potencia militar que el año pasado incrementó su presupuesto de Defensa hasta los 177.000 millones de dólares. También Corea del Norte se ha convertido en una amenaza cada vez mayor al haber aumentado su arsenal nuclear, el número de misiles de que dispone así como su radio de acción. Ante este contexto, tanto EEUU como Japón han tomado una serie de iniciativas para reforzar sus vínculos. EEUU inició durante la Administración Obama el denominado “pivot to Asia” que pretendía enfocar la estrategia estadounidense en Asia-Pacífico tras haber estado centrada en Oriente Medio durante una década. Por su parte, Japón desarrolló una política de “contribución proactiva a la Paz” que ha normalizado la posición de Japón al permitirle una mayor participación en las misiones de Naciones Unidas, prestando apoyo en caso de una acción coordinada ante actuaciones que amenacen la paz y la seguridad.
Durante la ceremonia de celebración de los 60 años de alianza, los líderes de ambos países hicieron hincapié en la fortaleza y en la importancia del acuerdo. Abe Shinzo señaló que “hoy, más que nunca, el tratado entre Japón y EEUU es un pilar que es indestructible, un pilar inamovible, que salvaguarda la paz en Asia, en el Indo-Pacífico y en el mundo a la vez que asegura la prosperidad”. Trump calificó la alianza de robusta, considerando necesario fortalecer y profundizar en la cooperación. Esta alianza que se ha mantenido durante seis décadas tiene, sin embargo, dos desafíos que pueden resultar nocivos a corto y medio plazo: el contencioso en torno a la base de Futenma, en la isla de Okinawa, y las negociaciones para renovar el Acuerdo de medidas especiales.
En cuanto a la base, el gobierno japonés ha procedido a iniciar las obras en Henoko, el terreno que al que se desplazarán las fuerzas desplegadas en la base de Futenma. Sin embargo, el comienzo de los trabajos se ha demorado 12 años desde que se decidió la relocalización y su finalización se está encontrando con problemas logísticos y con la oposición de una parte de la población local, que en febrero del año pasado se pronunció en contra de la base en un referéndum. A pesar de la oposición y de los retrasos, el gobierno de Abe ha decidido continuar con su construcción debido a la importancia que la misma tiene dentro de la arquitectura de la alianza.
El segundo factor va a ser la negociación del Acuerdo de medidas especiales que regula la financiación y apoyo japonés a las fuerzas estadounidenses desplegadas en el país y que finaliza en marzo de 2021. La Administración Trump ya ha hecho saber su interés en que los aliados de EEUU comiencen a incrementar sus aportaciones a cambio de la continuidad de la presencia militar de EEUU. Ello supondrá, por lo tanto, un incremento en el gasto que se sumará a la ya considerable aportación que realiza Japón para el mantenimiento de las instalaciones, el pago de los trabajadores o la construcción de la nueva base que mencionamos anteriormente.
Aunque estos dos problemas puedan plantear roces, lo cierto es que las amenazas conjuntas a las que se enfrentan ambos países son un incentivo a reforzar la alianza y la cooperación militar. A pesar de que sea complejo alinear de forma perfecta sus intereses, ambos países tienen un interés en mantener la seguridad y la estabilidad en la región y en apuntalar un sistema regional basado en el respeto a las normas internacionales, abierto, seguro y próspero.
Borja Llandres
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