“Mens sana in corpore sano”: reflexiones sobre identidad y defensa nacional

Paper Nº 3 / 2018

Jesús de Ramón Laca, ha sido asesor de dos ministros de Defensa


En España, respondiendo a encuestas de opinión relativas a temas de seguridad y defensa, constantemente demostramos sentirnos algo incómodos e inadecuados, respondiendo defensiva o inconsistentemente. Valoramos y admiramos a nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, pero sería lo primero que recortaríamos para financiar otras iniciativas. Igualmente, primamos nuestra seguridad, pero públicamente renegamos de los mecanismos esenciales para garantizarla, y así con muchas otras contradicciones.

Los incómodos debates surgidos en torno a la presencia o no presencia de líderes nacionales y regionales en las festividades del 12 de Octubre, de si partidos específicos se intentan “apropiar” de la bandera española (de la que otros voluntariamente reniegan), la incomodidad manifiesta por muchos ante la celebración de un acto en apoyo a la Guardia Civil en Alsasua en Navarra, son todos síntomas, que no causas, de una falta de simbiosis y harmonía entre “cuerpo” y “alma” en temas de seguridad y defensa en nuestra sociedad.

uestro objetivo: una sociedad dispuesta a defender sin complejos una España sana y fuerte, dentro de una Europa sana y fuerte.  En este tema, debemos de ser capaces de establecer un consenso, superando el caduco debate de “las izquierdas y las derechas” al que nos hemos sometido hasta ahora: todos queremos vivir en un entorno más seguro.

Nuestras Fuerzas Armadas tienen que, asimismo, ser capaces, y en caso de una hipotética (y nunca deseable) confrontación, sí, también temibles, que no por tanto violentas o agresivas. La versatilidad es una de las grandes características de nuestro personal militar: sirven, sin cuestionar las órdenes y con gran eficacia, literalmente para arreglar cualquier roto o descosido. Rescatan a damnificados tras catástrofes, reparten alimentos, apagan incendios, restablecen y aseguran líneas de suministro y comunicación, ayudan a pacificar territorios y núcleos urbanos, y si, también, cuando la misión lo requiere, neutralizan amenazas, si es preciso con una implacable violencia quirúrgica. Para eso, precisamente, están entrenadas y lo mejor equipadas posible. Y punto.

En España suenan tambores de precampaña, con varias citas electorales –algunas ya fijadas, otras todavía por anunciar- en el horizonte. La situación política está convulsa, y sin duda ha incrementado la polarización. Irrumpen partidos nuevos, otros han experimentado un relevo generacional. El “cuerpo” ciertamente muestra signos de fatiga, incluso de alguna patología, fruto de años de inactividad y dejadez. Ya existen suficientes matices que separan las distintas siglas políticas que abarcan el arco de opciones disponibles. Sin duda debemos de ser capaces de llegar a un consenso sobre la necesidad de contar con unas Fuerzas Armadas capaces, y de poder proponer, sin complejos y sin aspavientos, proyectos e iniciativas valientes y novedosas en el sector como parte importante del debate electoral que se avecina. Cambiemos nuestra actitud, cambiemos el paradigma, no hay nada como el hoy para empezar.