OTAN post-Trump. Una perspectiva estadounidense

Análisis 219

Desde su formación en 1949, la OTAN ha sido un instrumento estratégico vital tanto para los Estados Unidos como para Europa. Durante 70 años, los Estados Unidos ha estado muy involucrado en su gestión diaria, sus misiones, su financiación y su personal. Desafortunadamente, parece que esta temporada se está desvaneciendo bajo la administración Trump. A pesar de los importantes beneficios de la participación de la OTAN, la Casa Blanca ha incrementado las críticas a niveles poco saludables, ignorando en gran medida los comentarios de otros funcionarios de seguridad. 

A través de comunicados de prensa, tweets e interacciones diplomáticas, el presidente ha declarado que los Estados Unidos no está obligado a respetar el Artículo 5 si Europa no apoya el presupuesto de Defensa. También ha amenazado con dejar la Alianza por completo si no lo hace.  Al mismo tiempo, el Departamento de Defensa ha implementado políticas que lo contradicen directamente. Confirma repetidamente el compromiso de Estados Unidos con la OTAN e, incluso, trabaja con el Presidente para negociar con los aliados de Bruselas. 

En lugar de poner a “America First”, las políticas insensibles y contradictorias de la administración Trump en realidad han debilitado la seguridad y el bienestar de los Estados Unidos por tres razones:

  • Debilita la credibilidad. La disposición de abandonar organizaciones internacionales importantes y de larga duración ha socavado gravemente la credibilidad de los Estados Unidos al introducir dudas sobre su compromiso con los acuerdos, tratados, etc. Esta duda se extiende más allá de la OTAN a todas las acciones de la política exterior con sus aliados en otros intereses, como el comercio.
  • Genera políticas incoherentes. El desacuerdo y la competencia entre el presidente y el Departamento de Defensa, ha introducido políticas incoherentes y ha limitado la influencia de los Estados Unidos en la OTAN. Los aliados no pueden predecir qué perspectiva prevalecerá en una situación determinada, por lo que deben mantener cierto escepticismo y temor al interactuar con los funcionarios norteamericanos.
  • Disminuye la reciprocidad. La retórica lleva a cabo puede ser una herramienta efectiva a corto plazo, pero también aliena a los aliados claves. Podrían dudar en defender a los Estados Unidos y apoyar sus intereses si Washington afirma que no hará lo mismo por ellos.

Aunque Trump ha suavizado recientemente su retórica, continúa agravando, insultando y alienando a importantes socios estratégicos y políticos. Dada su intratabilidad, cuando se trata de política exterior, parece poco probable que cambie de rumbo en el corto plazo. Los funcionarios europeos y norteamericanos pueden tener que esperar hasta el próximo ciclo electoral para comenzar a reparar la relación transatlántica, pero ¿qué aspecto tendría una relación post-Trump entre EE.UU. y la OTAN? 

Tanto los funcionarios estadounidenses como los europeos están de acuerdo en que la Organización Atlántica tiene problemas sin resolver, y muchos están ansiosos por hacer los cambios necesarios. En lugar de amenazar con retirarse, una política post-Trump hacia la OTAN debería, en cambio, presionar para obtener fondos iguales y otras reformas con más tacto. Esta opción requiere el abandono de una retórica cruel que podría hacer que los aliados de los Estados Unidos cuestionen su lealtad al Tratado y sus valores. En cambio, para restablecer la confianza, la política futura debe confirmar de manera firme su compromiso de defender el Artículo 5. 

Para impulsar la reforma, los futuros presidentes deberían, en cambio, emplear algunas de las tácticas más diplomáticas y unificadas de las administraciones anteriores. Los presidentes anteriores, incluidos Bush Jr. y Obama, han impulsado la reforma del gasto en defensa durante años, pero siempre lo hicieron con el entendimiento de que incluso una OTAN desequilibrada sigue siendo valiosa para los Estados Unidos. Este enfoque les permitió mantener relaciones con importantes aliados y promover otros intereses fuera de la Organización, como los acuerdos comerciales y políticos.

En lugar de condenar a la OTAN en su conjunto, los Estados Unidos debería trabajar con otros funcionarios que estén igualmente ansiosos por corregir los problemas. Por ejemplo, el Reino Unido también ha expresado su preocupación por compartir la carga presupuestaria, y todos los miembros de la Alianza han acordado seguir trabajando hacia el umbral del 2%. Reemplazar la coerción con la cooperación permitiría a los Estados Unidos trabajar con estos países, en lugar de trabajar en contra de ellos.

Lauren Olsen, Relaciones Internacionales, Universidad Brigham Young (Estados Unidos)

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor


Foto: REUTERS/Reinhard Krause