¿Prioridades del Ejército de Tierra?

El Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, General Varela Salas, ha marcado sus tres prioridades para este año, en cuanto armamento y material: el blindado 8×8, la modernización de los helicópteros de transporte CH-47 y la adquisición de los nuevos helicópteros NH90. Ofrecemos un breve análisis cada uno de ellos:

CH-47 Chinook.  Esta plataforma es el núcleo central de la capacidad de la fuerza aerotransportada (FAMET). Así lo atestiguan su intenso empleo en todo tipo de escenarios y ejercicios, tanto de forma conjunta como combinada. Es un activo sumamente apreciado por las naciones que disponen de él y ha sido desplegado muy exitosamente en Afganistán, siendo Irak su próximo destino. Sin embargo, este  helicóptero debe ser modernizado urgentemente al estándar “Foxtrot” para poder ser mantenido en servicio durante los próximos años.

Con el modernísimo NH90 la cuestión ya no está tan clara. Está entrando ahora en servicio en las FAMET (“Caimán) y se supone que cuando termine de sustituir a los “Superpuma” y “Cougar”, será la plataforma fundamental. La realidad es que no termina de arrancar su puesta en servicio. Parece más bien que la urgencia responde en el corto plazo, a intereses de tipo industrial y político, donde destaca la necesidad de garantizar la viabilidad y sostenimiento de la planta de Airbus Helicopters de Albacete (España). Pero es difícilmente justificable como una urgencia para este año.

El Vehículo de Combate sobre Ruedas (VCR 8×8) está predestinado a convertirse en el caballo de batalla del Ejército durante la próxima década y elemento fundamental del proyecto “Brigada 2035”. Sin embargo, debe aclararse que la firma de la producción en serie está prevista para finales del 2019, siempre y cuando las prueba a las que se le van a someter a los prototipos durante este año sean positivas. Actualmente el Ejército dispone de vehículos que son capaces de realizar, con éxito, las misiones del 8×8, los “Pizarros” para combates de alta intensidad y los “Lince” para misiones de paz. Nuevamente se puede considerar que se trata más de un necesidad de tipo industrial y político que operativo.

De todo lo anterior no debe deducirse que el arranque y continuación de los programas VCR 8×8 y NH90 no sea necesario. Lo es, tanto desde el punto de vista político-industrial, como desde la perspectiva operativa. Pero cabe preguntarse si será la prioridad absoluta para este año. Puestos a priorizar, es mucho más alarmante la carencia de artillería de tipo cohete, necesidad que ha sido señalada por parte del propio Ejército como la primera entre sus necesidades artilleras. El auge de los conflictos híbridos ha puesto sobre la mesa el papel fundamental de la artillería en la componente terrestre. La artillería de tipo cohete es muy importante porque proporciona al mando una herramienta con capacidades no igualadas por ninguna otra. De hecho es difícil, por no decir imposible, encontrar una fuerza terrestre en nuestro entorno que no lo tenga, y España no dispone de ella.

¿Por qué la adquisición de la artillería cohete no es una prioridad fundamental del Ejercito para este año? Quizás deberíamos poner la vista en que ello no satisfaría ninguna necesidad de tipo político-industrial. La falta de un producto nacional para ella, y la sumamente ineficiente generación de un programa para su desarrollo, dado el limitado número de unidades a adquirir, impiden las típicas declaraciones políticas con las que habitualmente se intentan justificar la adquisición de sistemas de armas. La compra de artillería cohete no crearía empleo, no potenciaría nuestra I+D, ni nuestro tejido industrial. Tampoco podría utilizarse para ninguna misión humanitaria. En resumen, no sería “vendible” para la opinión pública, aunque sea sumamente necesaria para nuestro Ejército y una auténtica prioridad para este año.

José Luis Jiménez Martín, experto en Defensa Nacional por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)

 Fotografías: Ministerio de Defensa / Ejército de Tierra