Rusia, el sur global y la posición española
Análisis 292
24 Enero 2025
No resulta fácil un análisis sobre Rusia. Se impone la crítica a todo lo que suene como ruso y cualquier debate termina en una narrativa maniquea, de amenaza contra nosotros, ya sea Europa o de Occidente, incluso alcanzado una dimensión global. Si se afirma que «Rusia es Putin» o si «Putin encarna a Rusia», se hace complicado el matiz y atender a la gama de grises, que son observaciones necesarias para un enfoque realista de los asuntos estratégicos de seguridad.
El análisis de estos temas adquiere sentido desde la dimensión del poder, de su equilibrio y de su soberanía, no únicamente desde nuestros valores, que no son ajenos al propio interés. Nos equivocamos si olvidamos el mapa, la geografía, la Historia y el recorrido de quienes ostentan el poder. Numerosas opiniones sobre Rusia son fallidas porque no se la entiende desde estas dimensiones. Y comprarla con China o creer que ambos tienen objetivos, aliados y capacidades similares lo considero un error. Incluso el sentido de un rival común, Estados Unidos, es muy diferente.
Afirmo que Rusia no es un actor global y sé que esto contradice su aspiración diplomática. Aunque sea el país con más territorio del mundo, forme parte del Consejo de Seguridad de la ONU y tenga peso en foros internacionales, no alcanza -ni alcanzará- a Estados Unidos o a China. Lo que sí que tiene es una agenda internacional que sabe compaginar lo político y lo militar, y a la cual hay que saber valorar y tener en cuenta. Ver el mundo desde los ojos de Moscú incluye once husos horarios y dieciséis fronteras con otros países, incluidos dos con fronteras marítimas, que son Estados Unidos y Japón.
Resulta que Rusia tiene una zona de influencia, como cualquier otra potencia regional, y hará lo posible por mantenerla. La Unión Soviética no es Rusia. Pero sí tienen en común el sentido de Imperio o “Gran Rusia”. También lo es el reparto y uso del poder político, que ha pasado del partido comunista a una oligarquía militar, territorial y empresarial. Esta forma de ser resulta incómoda para los vecinos, y es aquí donde está la tensión en el Báltico, en Europa del Este o en las Repúblicas ex-soviéticas de Asia Central. El conflicto con Ucrania tiene sentido si se comprende lo que significa en ruso “amenaza existencial”. Efectivamente, la competición de grandes potencias lleva a unas decisiones coherentes con su inercia histórica.
Rusia logrará sus objetivos políticos en Ucrania, más allá del alto el fuego o de la retirada de tropas. La mesa de negociación estuvo preparada en 2022 y se volverá a convocar otra, una vez se agote la dinámica de la guerra de atrición. La disuasión de la OTAN no ha resultado coherente y la Unión Europea ha demostrado que está fuera de juego. Los presidentes Joe Biden y Boris Johnson ya no están y las sanciones financieras no lograron el resultado deseado. El North Stream II, que tenía presidente alemán, clientes europeos y sede suiza, volverá a inaugurarse. El mercado de las materias primas y las relaciones económicas serán restauradas con un mínimo de sensatez. La clave geopolítica para con Rusia, y la llave de lo anteriormente mencionado, será Alemania.
Moscú sabe adaptarse a las oportunidades que se le presentan y eso hoy se llama BRICS y el sur global. Más que buscar una nueva doctrina que supere la primacía occidental, con partitura de sinfonía euroasiática o de polifonía mundial, está desarrollando una agenda que le permita asegurar su zona de influencia y llegar a acuerdos donde sea posible. Además de su diplomacia, dispone de un arsenal nuclear. Asume la dimensión híbrida del conflicto y es capaz de mandar mensajes superando líneas rojas, a pesar de sus consecuencias. Esto hace que haya gobiernos que vean en la cooperación con Rusia una solución pragmática para resolver sus problemas locales o que afectan a la seguridad, y un medio para desarrollar sus mercados y su economía, con las materias primas. En estos países, sus diplomáticos explican que hay una forma de ver el mundo que no siempre coincide con los estándares europeos u occidentales.
Para el ciudadano español todo esto le llega como lejos y, salvo lo que sale en prensa y TV sobre la guerra de Ucrania, no tiene la percepción de que realmente le afecte. Reactivar la economía, fomentar el turismo o los programas de cooperación académicos y culturales entre Madrid y Moscú sí que le afecta, y es un escenario que podremos ver en no mucho tiempo. Desde un punto de vista geopolítico, España está lejos de Rusia pero es frontera avanzada del sur global, que es donde ésta desea operar e influir.
Gabriel Cortina
Diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN)
Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.