Salida de las tropas estadounidenses de Siria y posible ‘zona de seguridad’

Análisis Nº 214

El 19 de diciembre, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció la salida de las tropas norteamericanas de Siria al considerar haber derrotado allí al Daesh, motivo por el que se encuentran sobre el terreno. Estados Unidos ha desplegado desde 2014 alrededor de 2.000 soldados para hacer frente a los yihadistas junto a la alianza kurdo-árabe Fuerzas de Siria Democrática (FSD). Las FSD están lideradas por la YPG, Unidad de Protección Popular, consideradas por Turquía una organización terrorista por sus vínculos con el PKK, partido kurdo fundado en Turquía y reconocido por el mismo país, Estados Unidos y la Unión Europea como grupo terrorista.

En Washington la decisión no fue bien recibida por todos, ni siquiera dentro de su gobierno. Tras el anuncio, se produjeron dos dimisiones de especial relevancia. De un lado, renunció al cargo el secretario de Defensa, James Mattis, y de otro, el enviado especial para la coalición contra el Estado Islámico, Brett McGurk.

Las FDS tampoco reaccionaron positivamente ante la noticia por dos motivos. Por una parte, para ellos Daesh no ha sido completamente derrotado, por lo que podría reaparecer. Por otro lado, está el miedo de las milicias kurdas a Turquía, que consideran podría atacarlas para mantenerles alejados de sus fronteras. Ejemplo de la amenaza turca para las YPG es la operación «Rama de Olivo». Para los turcos, la retirada estadounidense supone el riesgo de dejar un vacío de poder que podría ser ocupado por otros grupos terroristas.

Los presidentes estadounidense y turco, Trump y Erdogan, mantuvieron el 14 de enero una conversación telefónica en la que trataron la posibilidad de crear una “zona de seguridad” en el norte sirio, fronterizo con Turquía. En este punto se contraponen los intereses norteamericanos de defender a sus aliados en la lucha contra el Daesh en Siria (las FSD) y los de los turcos de acabar con los grupos que terroristas, entre los que también incluyen al YPG (vertebrador de las FSD). Sin embargo, Trump apercibió al gobierno de Ankara con la “devastación económica” si atacaban a sus socios.

Como he mencionado anteriormente, la salida de las tropas de terreno sirio dejará un vacío de poder que podría ser ocupado por las milicias kurdas que han combatido junto a los norteamericanos al Estado Islámico. Sin embargo, no parece que Turquía vaya a permitir que estos se asienten junto a sus fronteras por el riesgo que para ellos suponen.

España ha defendido una “solución política creíble” como vía única para acabar con el conflicto sirio. Bajo el marco de la operación “Active Fence” de OTAN, ha apoyado mediante el despliegue de misiles antiaéreos a sus aliados junto a la unidad Patriot. Además, ha permitido a Estados Unidos utilizar la base de Zaragoza bajo el pacto de cooperación en materia de defensa firmado con los norteamericanos.

España, como aliado de Turquía, deberá responder en base al artículo 5 del Tratado Atlántico en caso de ataque a dicho estado. Aunque el gobierno socialista han prorrogado la presencia del dispositivo anti-misil hasta diciembre de 2019, el objetivo de la presencia es puramente defensivo. Habrá que esperar a la evolución de los acontecimientos para conocer si tras la “derrota del Estado Islámico” en Siria, como anunciaba Trump, la necesidad de protección de los aliados permanece. Esto determinará la política de defensa nacional española en el asunto.

Paloma Garrido, analista de asuntos internacionales


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