Es 18 de octubre de 2017 en Beijing. 2.287 delegados y cientos de periodistas llegados de todo el mundo se agolpan en las escalinatas del Gran Salón del Pueblo en la Plaza de Tiananmen, para la que sin duda es la cita política quinquenal más importante del Partido Comunista Chino (PCCh) y, consecuentemente, del país: el XIX Congreso Nacional del PCCh.
Podría parecer que todo es como siempre. Algunos observadores podrán afirmar que nos encontramos ante el mismo derroche de festejos que suelen preceder cada cinco años a este momento; los testigos más reacios se quejarán de que nuevamente vuelven a fallar las conexiones de Internet, a pesar de que desde el Gran Salón algunos delegados aparentan absoluta normalidad desde sus cuentas de Weibo; y la comunidad de expatriados, ajenos a la política, se sorprenderá al comprobar que muchos de los locales de ocio en SanLiTun cierran sus puertas durante la celebración del Congreso Nacional.
Pero a pesar de la aparente normalidad e incluso rutina que algunos periodistas han simplificado en titulares como “China, más de lo mismo” (El País), nos encontramos ante uno de los Congresos más importantes desde 1977, no solo por la forma sino por el fondo. Por la forma, porque por primera vez desde la época de Deng Xiaoping, el Congreso Nacional finalizaba rompiendo el pacto no escrito que garantizaba la sucesión y el cambio de liderazgo. En este Congreso no se ha encumbrado, en el ecuador del mandato presidencial, al que cinco años después tomará el timón del gobierno del país del Centro (China). Así pasó con el mismo Xi Jinping, cuando su predecesor Hu Jintao le incluyó en el Comité Permanente en 2007 y lo nombró vicepresidente en 2008.
De hecho, Xi Jinping ha eludido el nombramiento de su sucesor. Frente a cientos de cámaras que se arremolinaban para conocer a los nuevos integrantes del Comité Permanente del Buró Político, es decir, el más alto órgano de poder del Partido Comunista y, por ende, de China; Xi Jinping confirmaba su posición incontestable en el Partido nombrando a seis miembros estrechamente ligados a él, algunos incluso amigos de juventud, y todos ellos mayores de 60 años. Hecho este último que les excluye como posibles sucesores a Xi Jinping en el año 2022, ya que por entonces todos ellos superarían la edad máxima y la casuística ordena que se jubilen a los 68 años.
Por el fondo, porque más allá de la imagen capturada por las cámaras, al rodearse de sus acólitos, Xi Jinping lanzaba un mensaje contundente a las facciones políticas rivales como ya hiciera el pasado mes de julio al destituir a Sun Zhengcai, potencial candidato entonces a sustituirle y a quien se le acusó de “graves violaciones disciplinarias”.
Asimismo, se impone un estilo de liderazgo unipersonal, una suerte de “Xitocracia”, asumiendo implícitamente carteras como la de Defensa, en manos de su ministro Chang Wanquan. Esta situación es algo no visto desde la época de Mao Zedong, ahora en la figura de Xi Jinping, y que resulta fortalecida tras la celebración del XIX Congreso Nacional con la incorporación de su pensamiento en la Constitución del Partido Comunista (PCCh). Un hito en la historia del Partido que rompe con la tradición de liderazgo colegiado preservadas por Jiang Zeming y Hu Jintao, y que lo encumbra al altar de prohombres de China junto a Mao y Deng Xiaoping.
“Se ha anunciado el comienzo de la era de Xi” comenta el analista político Zhang Lifan. Con la incorporación de su pensamiento sobre el Socialismo con Características Chinas para una nueva Era, Xi Jinping no sólo garantiza su entronización, sino que con pulso de hierro reduce a sus críticos, a quienes cuestionaban la hegemonía del Partido y, al mismo tiempo, perfila un panorama rejuvenecido del “sueño chino” pero con una dirección que ahonda en el estilo más autoritario desde Mao Zedong.
¿Cómo reaccionarán los actores regionales ante esta incontestable muestra de autoridad? ¿Nos dirigimos hacia un cambio en las fuerzas de poder geopolíticas en las que China ocupará el vacío dejado por Donald Trump en el liderazgo internacional?
Natalia G. Collado, especialista en China, Beijing Foreign Studies University, Europe International Business School (Shanghai), Estudi Estudios Asia Oriental (UOC).