Bosnia & Herzegovina y Europa

Análisis 239

Los Balcanes han sido tradicionalmente un termómetro de Europa. Desde el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, que motivó entre otras causas la Primera Guerra Mundial (1914), hasta los no tan lejanos episodios de genocidio en Sbrenica (1995), la región ha configurado los bocetos, las pinceladas de lo que acontecería en mayor o menor intensidad en el cuadro que luego retrataría Europa.

En las últimas fechas, las negociaciones para la entrada de Bosnia y Herzegovina en la Unión Europea se han enfriado a pesar de que en 2016 su presidente solicitó la entrada y, en ese mismo año, los países miembros aceptaron formalmente la solicitud, por lo que  el caso pasó a evaluarse en la Comisión Europea. 

Uno de los principales motivos se remonta a la Guerra de Bosnia, que finalizó con los Acuerdos de Dayton y ratificados en París hace casi 25 años. Una de las resoluciones de dichas negociaciones fue la división del país en la Federación de Bosnia y Herzegovina por un lado, y la República de Srpska por el otro, decisión que hoy tiene importantes repercusiones.

Bosnia es actualmente  un país dividido, en el que la mayoría serbobosnia vinculada a la religión ortodoxa habita en la República de Srpska que ocupa principalmente el norte y este del país (hace de frontera con Serbia); mientras, los bosnios católicos y musulmanes (bosniocroatas y bosniacos) son mayoría en la Federación de Bosnia y Herzegovina. Es un país separado étnica y religiosamente, políticamente muy descentralizado, con sus dos formas de Estado independientes en el plano legislativo y ejecutivo, y con las heridas de guerra todavía cicatrizando, pone en seria duda su incorporación como miembro de la UE. 

La población no es indiferente ante esta situación. El autor realizó un viaje este pasado verano en el que tuvo la oportunidad de entrevistar a ciudadanos bosnios y serbios. Pese a que muchos prefieren no pronunciarse sobre el tema, algunos jóvenes bosnios del territorio Srpska reconocen la existencia de simpatizantes proserbios radicales que desean la directa anexión de esta República por parte de Belgrado y otros que reconocen que se consideran una “provincia” más de Serbia en territorio bosnio. De acuerdo con los entrevistados, éste es un tema que sólo se habla en círculos muy reducidos, no con desconocidos y menos con turistas, y que los más mayores recuerdan con nostalgia la Gran Yugoslavia, un periodo en el que el país era un ente más fuerte y respetado. Se habla con melancolía de la unidad con la que se vivía en tiempos de Tito. Estos movimientos nacionalistas no son un hecho aislado, y si bien la bandera de Serbia y la de la República Sprska son similares, es más fácil encontrar en las ciudades del este banderas de Serbia que de Bosnia o la de la propia República.

Los responsables de la política exterior y de seguridad europea, por su parte, miran con paciencia, y sobre todo con recelo, cómo se van desarrollando los acontecimientos. Esta actitud justifica el inmovilismo y el estado actual de congelación de la entrada en la UE de Bosnia por múltiples motivos. Cabe destacar las serias dudas sobre si podrán cumplir las exigencias en materia económica, la problemática migratoria en Bosnia que tras el cierre de la frontera en Hungría se ha convertido en una de las principales rutas de entrada a Europa, o las repercusiones geopolíticas con otros países balcánicos, sobre todo con Serbia, que podría tener su entrada.

En 2019, en  Kosovo y Macedonia del Norte, entre otros, salvo excepciones contadas, se deja en evidencia la falta de interés y subordinación de la UE y su entrada  por otros temas de carácter nacional. Los principales líderes políticos están más interesados en cuestiones internas o regionales que en convertirse en miembros del que, hasta hace no mucho, era un grupo selecto, el club comunitario. ¿Será éste el boceto de un nuevo lienzo que pronto retratará al resto de países europeos? Los Balcanes y la aceptación o no de determinados países que lo integran en La Unión Europea suponen  hoy una peculiar situación política por las repercusiones geopolíticas con Serbia.

Sin embargo, urge más otro tema que requiere de una actuación planificada y coordinada en este territorio por parte de Europa, pues Bosnia & Herzegovina se ha convertido, por razones geográficas, en una de las principales rutas migratorias de entrada a Europa. Hungría ha cerrado la valla y ha trasladado el foco a la frontera norte entre Bosnia y Croacia.  ¿Retrasará aún más este hecho la entrada ya aprobada de Bosnia en Europa? ¿ En qué medida afectará a la política de seguridad comunitaria? ¿ Cómo abordará la Unión Europea el reto que se vislumbra a la vuelta de la esquina? 

Rafael Santiago


El contenido de este análisis es de exclusiva responsabilidad del autor

Imagen: Izvor Shutterstock

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