Cuatro temas del G7 que afectan a España

Análisis 230

La cumbre del G7 celebrada en Biarritz nos interesa porque sus actores son de relevancia geopolítica y los temas tratados afectan a la realidad española. Conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, representan la hegemonía del poder Occidental. Aunque el peso económico es la seña de identidad, la influencia política y el peso militar también cuenta. Con todo ello, y a pesar de que la Unión Europea contaba con una “representación política”, el foco de atención evidente estaba en Donald Trump.

La agenda anunciada era la lucha contra las desigualdades. A pesar de la presencia de líderes africanos y de varias organizaciones internacionales, en las conclusiones no se mencionan ni la cooperación con África, ni el empoderamiento de la mujer, ni el cambio climático, ni la transformación digital. La ausencia de mensaje final conjunto indica la divergencia de posturas para abordar unos problemas muy complejos, cuyas causas vienen de lejos y que no podrán ser resueltos sin la participación de otros actores globales.

Los temas reales sobre la mesa eran cuatro: las tensiones comerciales, el acuerdo nuclear con Irán, la problemática del Brexit y la relación con Rusia. Pasamos a analizarlos:

Comercio. Los mandatarios europeos reprocharon a Trump su política autárquica y proteccionista; las tarifas a los coches alemanes o vinos franceses implicarán repercusiones comerciales y políticas (afectará a España); la represalia al impuesto GAFA y la firma de un acuerdo comercial con Reino Unido es un mensaje muy claro de ambos hacia Bruselas. Las tensiones comerciales con China pueden tener como consecuencia el colapso del comercio internacional. Trump, con su “America First”, está seguro de poder ganar el pulso al gran gigante asiático, anunciando su intención de utilizar la Ley de Emergencia Nacional y pidiendo a las empresas americanas que salgan de allí. La respuesta de Pekín fue devaluar su moneda, afectando a las bolsas de todo el mundo. En paralelo, la prensa occidental resalta las manifestaciones en Hong-Kong. Quien sale perdiendo de todo esto es la Unión Europea.

Irán. El intento de acercamiento, como esfuerzo diplomático de Macon, no ha dado el resultado esperado. Las tensiones recientes en el Estrecho de Ormuz y en las aguas (españolas) de Gibraltar, afectando a buques mercantes y petroleros, demuestran que Teherán es un magnífico rival geopolítico. Trump no va a permitir que París haga de árbitro de un tablero de juego que se presenta peor de lo que estaba antes de comenzar la cumbre.

Unión Europea. La paradoja es que cuatro del G7 son Estados miembro de la Unión, lo que evidencia la ausencia de una agenda común exterior. Johnson (UK) y Tusk (UE) tuvieron la oportunidad de reunirse y de reprocharse mutuamente sobre la importancia de llegar a un acuerdo antes del 31 de octubre, especialmente para solucionar el problema que supondría la frontera de Irlanda del Norte (Ulster) e Irlanda, asunto importantísimo en materia de seguridad que no está recibiendo la suficiente atención. La firma del acuerdo comercial con Washington hace que Londres se sienta con fuerzas suficientes para sobrevivir cualquier represalia económica o política de Bruselas.

Rusia. Durante la cumbre Estados Unidos manifestó su deseo de que Rusia volviera a participar en la cumbre. La crisis de Ucrania y el caso Skripal justifican la negativa europea, además de otros intereses.  Teniendo en cuenta que en 2020 toca reunirse en suelo americano, es bastante probable que Putin esté presente, como Macron ha hecho con presidentes africanos (francofonía), con el ministro de Exteriores iraní y con Pedro Sánchez, el vecino español.

Conclusión. Si bien reunirse e intentar acercar posturas es positivo, surge la pregunta sobre la utilidad de este tipo de cumbres, o por lo menos, sobre las expectativas. Poca relevancia tuvieron Japón, Italia y Canadá. En estos tiempos de competición estratégica, el realismo del Power Politics se impone; a pesar de la foto de grupo, no todos están dispuestos al compromiso. En cuanto a los intereses de España, que están gravemente afectados por la realidad internacional, sería bueno que tanto Gobierno como oposición debatieran estas cuestiones en sede parlamentaria, con la misma o mayor intensidad que otros asuntos.

Beatriz de León Cobo

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor

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