Armadas en la Península Arábiga, un nuevo actor en la región

Paper 47

16 Julio 2021

Durante las últimas décadas, la Península Arábiga ha tendido a apostar por las fuerzas aéreas y terrestres, relegando el poder naval a un segundo plano. Arabia Saudí, por ejemplo, tiene una flota de más de 450 aeronaves de combate, ocupando la 12ª posición en el ranking aéreo de Global Firepower, mientras que su fuerza naval ocupa la 44ª posición. Catar, con una población como la de Alicante, dispone de 123 aeronaves, de las cuales 58 son aptas para el combate. En Emiratos (EAU), ocurre más de lo mismo. A lo largo de los últimos cinco años, sin embargo, estas tres monarquías han empezado a fortalecer sus capacidades navales, un cambio que afectará profundamente el equilibrio estratégico de la región.

El desarrollo de estas fuerzas navales se ha visto motivado por varios factores: principalmente, por una creciente asertividad iraní, reflejada en los ataques y secuestros de buques mercantes en el Golfo Pérsico, especialmente a partir de 2019. Además de su temida arma submarina, se especula que Teherán dispone de entre 1.500 y 5.000 lanchas armadas, muchas de ellas con misiles, que podrían asfixiar rápidamente a cualquier flota poco preparada. Por otro lado, el conflicto en Yemen ha revelado la fragilidad del estrecho de Bab el Mandeb, y la importancia de salvaguardar y proteger las rutas comerciales que rodean la Península Arábiga, unas arterias vitales por las que esos países exportan petróleo y gas natural.

Desarrollos más relevantes en los últimos años

La Marina saudí es la mayor en la Península Arábiga, aunque aún no está al nivel de otras potencias regionales como Turquía, Egipto, y probablemente Irán. Dado que Riad debe dividir la armada entre el Golfo Pérsico y el Mar Rojo, su presencia en las aguas del Golfo se ve debilitada inevitablemente. A esta desventaja se le añade la potencial amenaza que suponen los estrechos de Bab el-Mandeb y Ormuz, ninguno controlado por Arabia Saudí. Si las cosas se agravasen, no sería extraño que ambos estrechos fueran rápidamente minados por enemigos, privando así a Riad de la oportunidad de unificar sus fuerzas.

A pesar de su superioridad frente a las marinas de Catar y EAU, reflejada principalmente en las siete fragatas saudíes, las dos pequeñas monarquías están modernizando sus fuerzas navales a un ritmo acelerado al tiempo que, muchos de los buques de la flota saudí en el Golfo están llegando al final de su vida útil. Catar, por ejemplo, incorporará un Landing Platform Dock (LPD, o buque de transporte anfibio), nuevas corbetas y patrulleras en los próximos cuatro años, y se rumorea que podría adquirir submarinos dentro de poco, algo que Arabia Saudí no ha conseguido aún, después de casi una década de negociaciones intermitentes con varios posibles proveedores.

Es cierto que en 2018-2019, Riad firmó un contrato con Navantia para comprar cinco corbetas, y otro con EEUU para comprar cuatro fragatas; si bien eso reforzará la Marina saudí, la falta de LPDs o buques logísticos constriñe las posibilidades de operar más allá de los mares colindantes. Otro problema que enfrenta Riad es la falta de personal entrenado, y una experiencia prácticamente nula en lo referente a la construcción naval, una lacra que cobraría más importancia en el caso de que algunos proveedores clave prohibieran la venta de armamento a Riad, por su rol en el conflicto de Yemen.

La Marina emiratí, a pesar de tener una proyección limitada desde el nacimiento de la federación, ha empezado a expandir sus capacidades gradualmente, con el objetivo de poder sostener operaciones no solo en la región del Golfo Pérsico, sino también en el Mar Arábigo, el Mar Rojo y el Océano Índico. En general, la armada emiratí está mejor equipada que la catarí, ya que dispone de nueve corbetas y cuatro patrulleras, contra solamente dos patrulleras cataríes (en 2021). Muy probablemente, esa superioridad no estará tan bien definida una vez Catar reciba sus nuevos pedidos.

Un punto fuerte de la federación es la experiencia adquirida en el conflicto de Yemen, especialmente en lo que respecta a operaciones anfibias complejas, y al mantenimiento de líneas de suministro en un teatro de operaciones relativamente apartado de EAU. Como respuesta a las debilidades percibidas durante los últimos años, Abu Dabi se centrará en mejorar sus sistemas de vigilancia y conocimiento del terreno, cruciales para tomar mejores decisiones, e incluso podría llegar a comprar algún que otro submarino. Eso sí, al igual que sus vecinos, la federación sufre de una falta de personal cualificado para manejar de manera efectiva los buques más complejos de su marina.

La Marina de Catar, cuya misión ha consistido tradicionalmente en defender las aguas territoriales cataríes, está compuesta de unas cuantas lanchas rápidas de ataque, dedicadas a repeler incursiones y a perseguir el contrabando. Esto cambiará en breves, porque Doha está a la espera de recibir cuatro corbetas del astillero italiano Fincantieri, otras cuatro patrulleras, dos buques escuela y un buque anfibio LPD. Todo esto, tras firmar contratos valorados en unos $5.000 millones. Se rumorea, incluso, que Catar podría comprar submarinos ligeros próximamente. Estas adquisiciones suponen un cambio cualitativo en las capacidades de la Marina Catarí: el LPD mejorará la vigilancia y observación, gracias al radar de largo alcance que llevará incorporado. Además, incorporará doce helicópteros militares que dotarán a este país de una capacidad expedicionaria limitada, si Doha consigue encontrar suficientes tripulantes cualificados para estos buques y aeronaves.

Navantia en la Península Arábiga

Riad es, sin ninguna duda, el cliente más relevante de Navantia en la Península Arábiga. Después de tres largos años de negociaciones, en 2018 Navantia firmó un contrato para diseñar y construir cinco corvetas para la Marina saudí, valoradas en $1.800 millones. Con capacidades antisubmarinas, antiaéreas, y de guerra electrónica, estos buques reforzarán una armada que necesita urgentemente una renovación. Su entrega está prevista para 2022-2024, y si el resultado satisface a Riad, Navantia podría colocarse en una posición privilegiada para obtener dos nuevos contratos tremendamente atractivos: por un lado, la construcción de entre tres y cinco fragatas y, por otro, dos buques de asalto anfibio (LPDs) de 13.000 toneladas cada uno, además de ocho lanchas de desembarco.

En lo que respecta a EAU, aparte de un memorando de entendimiento sin muchos frutos, firmado con Abu Dhabi Ship Building en 2013 para promover futuras colaboraciones en el sector de la construcción naval, la actividad de Navantia se ha limitado a su asistencia a la feria bianual IDEX-NAVDEX. Una plataforma ideal para exhibir corbetas, fragatas y patrulleras, Navantia procura aprovechar bien estas oportunidades para dar a conocer sus productos ante países de todo el mundo.

En Catar, Navantia estuvo a punto de conseguir un contrato para construir 10 buques para la Marina catarí, valorado en $3.000 millones. De hecho, la empresa española llegó a estar entre las tres favoritas, pero al final se llevó el premio la empresa italiana de construcción naval Fincantieri. El rey de España incluso mandó una carta al emir de Catar, explicándole lo importante que era ese contrato para Navantia y para España, pero parece que no tuvo frutos.

Conclusión

¿Qué podemos esperar en futuro? Por un lado, es probable que cualquiera de los tres países mencionados adquiera submarinos en el corto-medio plazo, después de rumores continuos y negociaciones en secreto. Debido a la experiencia emiratí en Yemen y la creciente importancia atribuida a las capacidades logísticas, no sería extraño que Arabia Saudí y EAU adquieran lanchas de desembarco, algún buque adicional para transportar tropas, y Landing Platform Docks, o Landing Helicopter Docks, buques de asalto anfibios con capacidad para el despliegue de blindados, helicópteros y lanchas de desembarco. Esto es especialmente cierto en un momento como el presente, cuando Catar está a punto de recibir su propio LPD. Además, estas marinas aumentarán la inversión en sistemas de vigilancia, radares y contramedidas electrónicas y convencionales para hacer frente al gran arsenal de misiles iraní, especialmente para enfrentar la amenaza de su creciente flota de embarcaciones rápidas armadas con misiles.

Por otro lado, EAU y Arabia Saudí pondrán un especial énfasis en la localización de la producción, siguiendo la línea del programa saudí de diversificación económica Vision 2030 y su equivalente emiratí. Eso significa que, en futuras licitaciones para esas armadas, solamente existirán oportunidades para aquellas empresas que ofrezcan oportunidades a compañías locales de participar en el desarrollo de tales proyectos, además de priorizar la transferencia de tecnología.

Albert Vidal

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor

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