Consecuencias de la nueva competición de la industria de defensa europea

En los dos últimos meses se han producido dos importantes hitos para la industria de defensa nacional que inciden en la seguridad y defensa de España, y que demuestra cómo el interés nacional y el poder determinan las situaciones. El primero es la pérdida de contrato de Navantia para construcción de las fragatas australianas en competición con Fincatieri y BAE Systems, dado que el tipo 26 de esta última se aprecia como la de diseño más moderno. Según análisis de fuentes australianas autorizadas, además de consideraciones técnicas y laborales, se aprecian “emociones geopolíticas”, tales como apoyar al Reino Unido en el post-Brexit y unos accesos tecnológicos que los británicos concederán a los australianos. Además, en el potencial teatro de operaciones del Pacífico Occidental, vital para Australia, el Londres sería un aliado fiable.

El segundo hace referencia al tema de la capacidad aérea de combate europea. El problema parte, tras el final de la Guerra Fría, del desinterés europeo por los asuntos de defensa, que perdió el seguimiento del desarrollo tecnológicos militares, -entre ellos de los instrumentos del poder aéreo-, lo que llevó a la obsolescencia de la investigación, los sistemas y la industria. Para 2020 se prevé el fin de la producción de los suecos Gripen, los galos Raphale y el Eurofigther. La solución que se presenta es la adopción para Europa de un nuevo sistema de combate aéreo o varios. Lo deseable sería un único sistema, porque reforzaría la base industrial aeroespacial, pero los hechos parecen orientarse en otra dirección, con riesgos indisimulables tanto para la industria como para la capacidad militar europea.

Alemania y Francia han cerrado una Carta de Intenciones para la fase inicial del nuevo proyecto Sistema Aéreo del Futuro (FCAS), situación en que no admiten nuevos socios. Más tarde es posible que se abriese algún proceso de “adhesión”, pero las compañías Dassault Aviation y Airbus tienen un anclaje firme. Hay que recordar que a principios de 2017, España tuvo contactos con Alemania, pero el peso específico de nuestro poder (político e industrial) no fue suficiente. En la misma situación estuvo Suecia, pero prefirió contactar con Londres. Esto afecta directa y gravemente a la industria aeronáutica española. Esta decisión pone en “indefinición” el proceso PESCO, EDAP, CARD etc., pues los requisitos operativos de la capacidad ya han sido decid sólo por dos países.

Por su parte, el Secretario de Defensa británico expuso en el Farnborough International Airshow la Estrategia de Combate Aérea, es decir, la determinación del Reino Unido de mantenerse como un líder mundial en los medios aéreos de combate, anunciando un avión de nueva generación y una atrevida estrategia del poder aéreo británico, a la vez que se protegen avances sensibles para su base industrial. La estrategia describe la forma en la que Reino Unido adquirirá las capacidades aéreas para maximizar el valor aportado por el sector. La estructura habilitada equilibra capacidad militar, influencia geopolítica y progreso económico y tecnológico. El gasto militar se convierte en inversión.

El proceso se basa en la 2015 Strategic Defence and Security Review para formar el Future Combat Air System Technology Initiative (FCAS TI). El camino a seguir es crear un equipo con la industria para progresar en la capacidad tecnológica de diseño y producción, asegurando la permanencia del Reino Unido en el más alto nivel tecnológico mundial. Las empresas implicadas son: BAE Systems, Leonardo, MBDA y Rolls-Royce, junto con Oficina de la RAF de Capacidades Rápidas. El objetivo es que la nueva generación de plataformas esté operativa en 2035. La inversión en tecnología aérea de combate, junto con una industria potente permite al Reino Unido ser el único socio de Estados Unidos para el «Tier 1» del programa del F-35 Lightning II, aportando el 5% del valor de cada avión fabricado. Los lazos estadounidenses están claros.

La influencia del poder en sus aspectos tecnológico, industrial, militar y político que se ponen de manifiesto en las decisiones de estos países afecta negativamente a España pues lo hacen conforme a sus posibilidades de progreso en todos los órdenes y a su seguridad. Afectan al futuro global de la industria de defensa y, en consecuencia, al resto de sub-sectores. Ante esta situación, es hora de que Gobierno, Exteriores, Defensa, Fuerzas Armadas e Industria pulsen el botón «Hit Refresh» (Actualizar). El futuro pasa por delante de nosotros, así que es necesario generar planes para afrontarlo.

Enrique Fojón, Doctor en Relaciones Internacionales

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Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor.

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