Conflicto Turquía-Siria: consecuencias para España

Análisis 236

Era cuestión de tiempo que, una vez reducida la amenaza del ISIS en su frontera avanzada, Turquía se enfrentaría a las Unidades de Protección Popular (YPG). El argumento es que su relación con el grupo terrorista PKK supone una amenaza constante para su seguridad. La lucha contra el Estado Islámico ha generado una comunidad kurda motivada, unida, entranada, capacitada, armada y susceptible de dar forma y posibilidades a un actor regional que la geopolítica turca no puede permitir.

Como anuncio de todo ello, el presidente Erdogan ya había declarado la intención de crear unilateralmente una zona segura de 30 km, controlada por las fuerzas armadas turcas, para asegurar el terreno y permitir que los refugiados sirios pudieran regresar a su país. Tras varios días de enfrentamientos, con centenares de muertos y miles de desplazados, se ha alcanzado un alto al fuego que será permanente si las milicias kurdas sirias abandonan la zona. Por otro lado, las YPG han pactado un acuerdo con Damasco, lo que ha permitido a las fuerzas de Assad llegar hasta zonas que no habían controlado desde el inicio de la guerra civil. Una vez más, un nuevo conflicto regional y Siria como tablero de juego.

Aunque este escenario supone un cambio de panorama en las alianzas geopolíticas de Oriente Medio, el conflicto Turquía-Kurdistán-Siria también afecta directamente a España, no sólo como miembro de la Alianza Atlántica y de la Unión Europea. Sus relaciones diplomáticas y comerciales directas con Turquía que se han visto afectadas gravemente desde que comenzó la ofensiva. En su compromiso con OTAN, el Ministerio de Defensa tiene destinados en la ciudad de Adana a 150 militares del Mando de Artillería Antiaérea (misiles balísticos Patriot), denominada «Operación de Apoyo a Turquía». Desde que comenzó la ofensiva contra las milicias kurdas, Madrid está considerando el repliegue, y queda pendiente si se renovará la misión, que en principio finaliza el próximo mes de diciembre. Quizás influya el resultado de las elecciones generales y la formación del nuevo Gobierno.

La Unión Europea ha condenado la incursión turca en Siria, principalmente por la frágil situación del país y por el potencial resurgimiento de Daesh, que ya se consideraba derrotado, pero no pasará de emitir un comunicado sin efectos geopolíticos. Turquía marca la pauta. Conviene recordar que 2.000 combatientes yihadistas detenidos en Siria tienen pasaporte europeo, y eso tiene consecuencias para la seguridad nacional. De todas formas, la gran preocupación de los gobiernos europeos es que se repita un escenario como el del 2015, porque significa que aparezcan 1,3 millones de migrantes pidiendo de asilo o esperando cruzar las aduanas. De ahí las amenazas de Erdogan de “abrir las fronteras” y que los 3.6 millones de refugiados sirios que alberga Turquía tengan vía libre para cruzar a Europa. Eso implica problemas para el espacio común Schengen y, en tiempos de elecciones, una oportunidad para el populismo político emergente.

España apoya el comunicado de la Unión Europea y se ha sumado al embargo de armas -como ha sido el caso Alemania y Francia-, una decisión que penaliza a la industria de Defensa. Recordemos que Turquía es aliado de la OTAN y eso tiene consecuencias. Ankara es el cuarto cliente de la industria militar española (301,5 millones de euros exportados en 2017). La maniobra diplomática permite restringir el embargo a armas que puedan ser utilizadas en Siria, y deja fuera del acuerdo los aviones de transporte A400M (transporte de equipos, armamento, material) que se ensamblan en Sevilla (o sea, empleo y mano de obra local). Pero la joya de la corona es el buque de proyección estratégica LHD «Anadolu» diseñado por Navantia y que se entregará el año que viene. Entendemos que dentro del buque multipropósito se albergarán armas. Por último, 17 menores de nacionalidad española están en los campos de retención kurdos, hijos de padres y madres combatientes de Daesh en Siria. Aunque ya han comenzado los trámites diplomáticos de repatriación, la escalada de violencia en la región podría dificultar el rescate.

El riesgo de embargar es que afecta a la propia economía y beneficia a quienes no embargan (competencia europea, Rusia, China…). Pero eso no es todo: hay 120 empresas españolas que se encuentran asentadas en Turquía, el BBVA controla el 40% del segundo banco nacional, y operan grandes compañías de ingeniería, todas ellas conscientes de la inestabilidad regional. Estados Unidos también ha amenazado con imponer sanciones comerciales. Asunto paradójico, pues se trata de sanciones que se imponen a un aliado de la OTAN, que conviene recordar, se trata de una organización político-militar.

Aunque el foco de la atención de España está puesto en Cataluña, y el de la Unión Europea en el Brexit, la situación en el norte de Siria está directamente ligada a nuestras amenazas e intereses en la región. Turquía es la frontera de la Unión Europea, o sea, la nuestra. La amenaza terrorista, la crisis de refugiados, el problema de los combatientes repatriados y la delicada relación militar y económica son algunas de las consecuencias que afectan a España. Las próximas cumbres de OTAN y la UE servirán para reforzar o suavizar posturas, pues el conflicto del Kurdistán y de Siria van para largo, y Turquía tiene muy claro lo que quiere. España deberá tener en cuenta sus intereses particulares y actuar con voz y diplomacia propia, en la medida de lo posible, como hacen el resto de los socios.

Beatriz de León Cobo

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor

Imagen: EFE

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