Análisis 249
En un escenario post-Brexit con una Alianza Atlántica en crisis, el análisis de la evolución del panorama nuclear internacional merece ser tenido en cuenta. Francia se queda como único Estado miembro de la Unión Europea con capacidad de armamento nuclear. La realidad nuclear ha evolucionado a gran velocidad, y hoy hay nuevos actores en el tablero de juego y escalándose las tensiones entre las potencias regionales y mundiales. Siguiendo la agenda de trabajo del Consejo de Seguridad Nuclear, en los últimos diez años hemos visto cómo los esfuerzos de “no proliferación” han tenido sus límites cuando Corea del Norte y el Irán, a pesar de las sanciones impuestas, han seguido violando, cada uno en distinto grado, los tratados internacionales sobre la proliferación y el enriquecimiento de uranio.
En el caso de Corea del Norte, a pesar de las sanciones y las discusiones entre Trump y Kim Jong-Un de los últimos dos años, el programa nuclear norcoreano ha seguido avanzando a niveles alarmantes. Entre los ejemplos de sus capacidades, el MRBM (Misil balístico de alcance medio de combustible sólido Pukguksong-2 (KN-15) fue probado exitosamente en 2017 y desde entonces el gobierno norcoreano anunció la producción en masa de estos misiles. Si el régimen de Pyongyang sigue desarrollando su capacidad nuclear, otras potencias como Japón y Corea del Sur comenzarán a considerar la proliferación.
En lo que respecta al Irán, tras los esfuerzos de la comunidad internacional por llegar al Plan Conjunto de Acción Comprehensiva, Estados Unidos se retiró del acuerdo imponiendo sanciones unilaterales, lo que llevó al acuerdo a una crisis importante de la que no ha podido salir aun. De hecho, según informó el OIEA a mediados de 2019, Irán ha violado ya el acuerdo, y a pesar de la presión internacional, cada vez resulta más complicado convencer a Irán de que respete las constricciones de enriquecimiento de uranio. El desarrollo de las capacidades nucleares de Irán ha puesto en tensión a otros países de la zona como Arabia Saudí que se plantean la proliferación en el caso de que Irán continúe con su programa nuclear.
Por otro lado, la escalada de tensión entre las principales potencias, particularmente entre Estados Unidos con China y Rusia, respectivamente, se comienza a reflejar perfectamente en los tratados de no proliferación y su evolución en los últimos años. Este año, debido al 50º aniversario del Tratado de No Proliferación, varias naciones están considerando la posibilidad de abandonar el tratado y comenzar a desarrollar programas propios de disuasión nuclear.
La falta definitiva de unidad y criterio se manifiesta cuando Estados Unidos se retira del Tratado INF (Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio) en 2019 porque afirmó que Rusia lo había violado repetidamente. Después de la notificación estadounidense, Putin anunció que también suspendía su participación en el Tratado INF y que comenzaría a desarrollar misiles de rango intermedio para contrarrestar los nuevos sistemas estadounidenses. Además, en 2021 es el año de renovación del Tratado de New Start entre los Estados Unidos y Rusia, pero aun no se ha decidido si quieren continuar en las mismas condiciones hasta 2026. Washington ha propuesto la entrada de China en el tratado y éste último se ha negado, alegando que sus capacidades no son comparables a las de ambas potencias. El objetivo principal de ambos acuerdos diplomáticos es de prevenir la proliferación entre las dos potencias que controlan más del 90% de la capacidad nuclear mundial.
Por último, la rápida evolución de las tecnologías, en particular los sistemas antimisiles, podría convertirse en un problema para la capacidad de disuasión en general, pero especialmente para Europa, dado que dentro de 15 años todos los Estados poseedores de armas nucleares tendrán probablemente capacidades antimisiles, y en esa carrera por la superioridad tecnológica se incluirá misiles supersónicos con posibilidad de ser lanzados desde plataformas aéreas o navales.
Preparase para las nuevas amenazas debe ser una prioridad de nuestra política de defensa, y un aumento en la proliferación nuclear en nuestra frontera avanzada es un riesgo. Teniendo en cuenta el nuevo entorno operacional, y aunque España no tenga esta capacidad de disuasión, en la medida de lo posible debemos formar parte de las iniciativas que se pongan en marcha en la Unión Europea y especialmente en la OTAN.
Beatriz de León Cobo
Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor.
Foto: Reuters