El futuro de Wagner en África

Análisis 286

4 Agosto 2023

 

El pasado 23 de junio, el conato de rebelión del líder de la compañía de seguridad privada Wagner, Yevgueni Prigozhin, puso sobre la mesa la continuidad de las operaciones del grupo fuera de Rusia, tanto en suelo ucraniano como en África. Si bien la presencia rusa en el continente no se resume a la simple actividad de Wagner, sí es notoria su creciente influencia y expansión territorial. Con una constatada presencia en los últimos años en una docena de países africanos, Wagner opera mediante una red de empresas y mercenarios, que combinan operaciones legales e ilegales, tanto en el ámbito militar como económico y político. Entre otras, proporcionan instrucción a distintas fuerzas armadas africanas, combaten a los grupos terroristas, asesoran a líderes africanos o realizan diversas actividades económicas, como mineras y extractivas, para el control de recursos. Y todo ello envuelto en potentes campañas de influencia política y de desinformación, tanto en medios convencionales como en redes sociales.

Actualmente, se documenta que hay mercenarios de Wagner en Libia, Mali, República Centroafricana (RCA) y Sudán —y, hasta hace poco, en Mozambique— aunque su presencia se presupone en más países. Las operaciones en el ámbito de la seguridad —su cara más visible— tienen como fin apoyar regímenes autocráticos débiles, que requieren de sus servicios para luchar contra grupos insurgentes, rebeldes y terroristas. En este ámbito, RCA constituye uno de los ejemplos de mayor consolidación de la influencia de Wagner y sus entidades asociadas, que ofrecen apoyo político y militar a cambio de acceso a recursos naturales. Así, en el país centroafricano, hay una destacada presencia de empresas vinculadas a Prigozhin, como Lobaye Invest, Midas Ressources y Bois Rouge, dedicadas al sector minero y explotación forestal.

 

El destino de Wagner y su líder

Días después de la asonada mercenaria de Wagner, el Kremlin decretó la práctica disolución de la organización como fuerza independiente, al obligar a sus miembros a firmar un contrato con el Ministerio de Defensa ruso o abandonar las armas. Además, anunció la transferencia del equipo militar pesado en manos de Wagner a las Fuerzas Armadas rusas. Respecto al destino de Prigozhin, y aunque horas después de frenar su avance hacia Moscú se anunció —tras un acuerdo con el Kremlin— su refugio en Bielorrusia, el presidente bielorruso Lukashenko ha negado su presencia en el país y no hay evidencias claras acerca de su paradero.

Por otro lado, numerosas fuentes rusas apuntan a que Moscú pretende hacerse con el control de las diferentes entidades que conforman el imperio empresarial del líder de Wagner que, además de sus mercenarios, incluye sociedades de medios de comunicación, logística, restauración o minería. En este contexto, resalta especialmente la paralización del grupo mediático nacionalista Patriot Media, que es propiedad del oligarca ruso. Por su parte, el presidente Putin ha asegurado que se llevará a cabo una investigación en profundidad de las finanzas de Wagner, ante las sospechas de una posible apropiación de fondos públicos. De esta forma, y por primera vez, el Kremlin admite oficialmente la financiación estatal del emporio de Prigozhin.

¿Y en África?

En África, Moscú siempre ha tratado de desvincularse del grupo Wagner, al tiempo que ha defendido el derecho de los gobiernos africanos a solicitar sus servicios, como ocurre en en Mali, RCA o Sudán. Tras el motín mercenario en Rusia, el ministro de Asuntos Exteriores ruso Lavrov aseguró que los instructores y contratistas militares privados permanecerían en RCA y Mali; y diferentes autoridades rusas han intentado proyectar una sensación de continuidad respecto a la presencia de Wagner en África. Sin embargo, ya hay muchos indicios que parecen anunciar cambios en su estructura y organización fuera de Rusia: desde presuntas detenciones de altos cargos militares en Siria, hasta transportes aéreos constantes desde finales de junio en RCA, aunque las autoridades centroafricanas reiteran que se trata de procedimientos habituales asociados a su operativa diaria.

Otros expertos apuntan a la baja probabilidad de una retirada precipitada de Wagner del continente africano, en especial por los copiosos beneficios que le reporta al Kremlin. Sin embargo, hay muchas cuestiones que preocupan y hacen dudar sobre la continuidad, al menos como hasta ahora, de la organización en África; y la mayor es su financiación. A diferencia de los mercenarios desplegados en Ucrania, la mayor parte de los efectivos en suelo africano son de alto rango con motivaciones económicas y comerciales, que reciben su salario directamente desde el conglomerado empresarial de Prigozhin. Dado su presunto desmantelamiento, parece improbable que el Kremlin pueda hacer frente a estos cuantiosos honorarios.

En segundo lugar, Prigozhin acumula un destacado poder y prestigio entre los miembros del grupo, en especial por su liderazgo cercano durante la invasión rusa de Ucrania y por su dura crítica a los altos mandos rusos por abandonar a sus mercenarios. Ahora, Moscú enfrenta la difícil tarea de desmantelar una organización extremadamente personalista, sin que esto afecte a su operativa y objetivos en el continente africano.

Ante esta situación, se plantean varias opciones respecto al futuro de Wagner. En primer lugar, la restructuración del grupo a través de filiales nacionales con estructuras jerárquicas independientes, con el objetivo de limitar la concentración de poder en una sola persona. Otra alternativa sería un cambio de nombre y de estructura de la organización paramilitar, para desvincularla del conglomerado empresarial de Prigozhin y, quizás, vincularla directamente al Kremlin. En este caso, el Gobierno ruso tendría que enfrentarse a las constantes acusaciones de violaciones de derechos humanos que acopia Wagner, así como la necesaria rendición de cuentas en el marco internacional, extremo que hasta ahora había evitado por su falta de vinculación de iure con Wagner. Finalmente, también parece plantearse la posibilidad de sustituir a esta milicia de mercenarios por otras empresas privadas de seguridad con presencia en África; o diversificar la subcontratación — a través de nuevos actores— de las actividades que, hasta ahora, ha realizado el grupo.

Sea como fuera, desde Occidente, la deriva del grupo Wagner en África es motivo de profunda preocupación. Por ello, se analizan las consecuencias directas de la salida de estos mercenarios en regiones tan críticas como el Sahel, cuando la presencia occidental en esta zona pasa por sus horas más bajas con la salida de las fuerzas francesas de Mali, la decisión de la ONU de poner fin a la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA) y la reciente cancelación por parte de los militares sublevados en Níger de acuerdos de cooperación en materia de defensa y seguridad con Francia. No obstante, la incertidumbre provocada por la fallida rebelión de Wagner, los problemas organizativos del Kremlin y el posible debilitamiento y falta de control de Putin sobre este tipo de organizaciones, debería abrir una ventana de oportunidad en suelo africano para las potencias occidentales, que sirva para que los gobiernos y la población africana decidan cuáles son los aliados internacionales más apropiados para construir un futuro próspero, inclusivo y seguro.

Alba Vega. Anastasia Herranz

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