Europa y Ucrania, una reflexión distópica

Análisis 294

26 Marzo 2025

La historia como disciplina académica trata de enumerar, simplificar y explicar hechos pasados. Además de exponer cronológicamente los hechos, el análisis histórico intenta también esclarecer qué hitos fueron más o menos influyentes a la hora de decidir el devenir final de los acontecimientos.

Es en este ámbito donde las reflexiones distópicas (representaciones ficticias basadas en hechos puntuales alternativos en escenarios de historia-ficción) suelen ser más útiles. Un ejemplo de esto en la historia del siglo XX son las reflexiones derivadas del supuesto ¿Qué hubiera pasado si la Alemania Nazi hubiera logrado la bomba atómica antes que EEUU en la Segunda Guerra Mundial? Es público y notorio que dicha carrera armamentística existió y perfectamente plausible que Alemania bien pudiera haberla ganado.

Europa entera se encuentra en la actualidad sumida en una crisis existencial en temas de seguridad y defensa, que cuestiona su propia esencia y hasta su supervivencia en su marco actual, debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que el pasado 24 de febrero cumplió su tercer aniversario (2022).

¿Qué ha propiciado esta crisis existencial sobrevenida tan súbitamente? Paradójicamente, nada de especial relevancia ni en Rusia ni en Ucrania mismas, las naciones en guerra, ni en Europa en sí, si no en EEUU: La llegada a la Casa Blanca el 5 de noviembre del año pasado de Donald Trump para un segundo mandato no consecutivo. Es público y notorio, y perfectamente plausible (hasta esperado por una mayoría de analistas internacionales) que hubiera vencido la candidatura alternativa de Kamala Harris.

Pues bien, embarquémonos en una reflexión distópica sobre dicha victoria de Harris y sus posibles consecuencias para Europa:

Martes 5 de noviembre de 2024: Kamala Harris es elegida la 47 Presidenta de EEUU. Donald Trump y sus partidarios protestan enérgicamente como ya hicieron en el 2020, pero al no ocupar la administración en esta ocasión en el momento de los comicios, sus protestas no consiguen más que evidenciar una vez más la conocida división y polarización política en EEUU.

En Europa, el 24 de febrero de 2025, se celebra una cumbre especial para conmemorar el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania (aquí no hay necesidad de inventar una distopía alternativa). En dicha reunión el apoyo a Ucrania y a su presidente Zelenski es casi unánime, como ya lo fue en los primer y segundo aniversarios del comienzo de la contienda en 2023 y 2024.

En esta ocasión, bajo la firme presidencia de Harris, EEUU pronuncia un duro discurso sobre la seguridad y defensa en Europa, como lleva haciendo ya unos 40 años, advirtiéndonos a los europeos de la urgente necesidad de hacernos cargo de nuestra propia defensa de forma más autónoma, y ante esta enésima llamada de atención, Europa responde con discursos igualmente solemnes, en los que reconocen dicha urgencia y prometen, una vez más, ponerse manos a la obra con gran celeridad.

Como diferencia distópica, en este escenario imaginario Europa no entra en pánico y no se empiezan a improvisar reuniones y más reuniones, todas de emergencia, en las que se plantean cuestiones sobre la naturaleza y la supervivencia misma de Europa como sociedad libre y baluarte internacional de los valores, libertades y forma de vida de Occidente.

En nuestra distopía, los fastos del tercer aniversario de la invasión rusa concluyen con las usuales promesas de algo de (no demasiado) armamento más para Ucrania, de alguna partida más de misiles Taurus, junto con las pertinentes restricciones sobre los objetivos contra los que se pueden usar (sobre territorio ucraniano) y contra los que no (en territorio ruso), no se vaya a molestar en demasía el señor Putin de Rusia, que el conflicto entonces puede empeorar o escalar, cosa que no desea nadie.

Y aquí seguimos cada uno con lo nuestro, en espera del siguiente aniversario. Y Rusia sigue atacando y Ucrania sigue defendiéndose. Y quizás, quien sabe, un día Rusia se queda sin fuelle, tira la toalla, admite su derrota y devuelve cada centímetro de territorio usurpado a Ucrania. O alternativamente, es Ucrania, con una población menor, la que un día colapsa, y o capitula ante Rusia y es absorbida por ella, o ella sola negocia un vasallaje completo a Putin, quién sabe.

Y hasta entonces, los misiles siguen volando a diario. Los misiles rusos, explícitamente lanzados contra la población e infraestructuras civiles de Ucrania, desangrándola poco a poco.

Y en Europa, concluida la cumbre e iniciados los trámites para los pertinentes envíos limitados de armas a Ucrania, establecemos una nueva comisión de seguimiento especial para empezar a organizar los fastos para el 24 de febrero de 2026, el próximo cuarto aniversario de la invasión. Y se decidirá, sea por unanimidad o mayoría cualificada, si volver a contratar el mismo cátering para la ocasión, o si probar con una empresa nueva que ofrezca mejores canapés, ya que el cuarto aniversario es una ocasión especial que bien puede merecer un mayor esfuerzo culinario.

Fin del ejercicio de reflexión distópica, que la realidad, como bien sabemos, es que el triunfo de la candidatura Trump / Vance en EEUU ha puesto a Europa entera patas arriba y nos ha presentado un escenario bien distinto.

Jesús de Ramón-Laca

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.

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