Paper 44
22 Marzo 2021
Las relaciones entre Estados Unidos y Marruecos se remontan nada menos que a 1777, cuando, con la guerra de independencia en pleno apogeo, el reino alauita se convirtió en el primer país en reconocer oficialmente a Estados Unidos como Estado soberano. Desde entonces, la alianza se ha consolidado a través de varios tratados bilaterales que han hecho de Rabat el principal socio de Washington en el norte de África.
Esta alianza ofrece la ventaja de proporcionar a Estados Unidos presencia en una región que, la Unión Soviética antaño, y Rusia en la actualidad, han intentado controlar a través de Argelia, así como el apoyo de un país musulmán en la lucha contra el terrorismo de Al-Qaeda. Marruecos, por su parte, recibirá no solo apoyo político, sino también militar y económico, permitiéndole embarcarse en una carrera armamentística contra su vecino argelino, y dándole ventaja sobre el Frente Polisario en su frontera sur-este. España, aunque no sea el objetivo directo e inmediato de la estrategia marroquí, no debe olvidar que a corto plazo puede acabar encontrándose en una situación de peligrosa debilidad respecto a un estado que abiertamente desafía la integridad territorial española.
Apoyo norteamericano contra el Frente Polisario
El apoyo contemporáneo estadounidense a Rabat comenzó nada más abandonar España el Sáhara Occidental, en plena Guerra Fría. Con Rusia apoyando a Argelia, se temía que un pequeño estado de nueva creación como sería la República Saharaui quedase avasallada y bajo un gobierno socialista. Esto empujó a EE.UU. a apoyar inmediatamente a su aliado alauita cuando éste tomó los territorios recientemente abandonados por las fuerzas españolas. Sin embargo, apoyados por Argelia con armamento soviético, los saharauis consiguieron infligir numerosas bajas mediante una guerra de guerrillas. Esto empujó a la construcción del conocido muro del Sáhara. El apoyo norteamericano fue clave: los Estados Unidos proporcionaron la gran mayoría de radares y medios de detección electrónica del muro y las direcciones de tiro de las baterías artilleras que lo cubrían, además de ayudar a su construcción junto a especialistas franceses e israelíes. El muro se extiende a lo largo de 2700 Km, con los mencionados radares cada 15 Km, una compañía marroquí cada 5 Km, y varios grupos de combate en retaguardia preparados para acudir a las zonas que puedan verse amenazadas. Todo esto, llega a sumar 120.000 hombres de guarnición.
Además del apoyo en la construcción del muro, gran parte del material marroquí en las décadas de los 80 y 90 provendrían de dos suministradores: EE.UU. y Francia. Entre estos cabe destacar los carros americanos M60 Patton y M48A5, sistemas que en la época en que fueron comprados seguían siendo competitivos frente a sus rivales, y que se demostraron especialmente peligrosos contra los saharauis. La importancia de todas estas exportaciones es que marcarán el inicio de una relación de comprador-suministrador de armamento más estrecha entre ambos estados que dura hasta hoy en día, con sumas millonarias gastadas por Marruecos en material americano.
Frente a la Argelia apoyada por Rusia
Una vez pausado el conflicto del Sáhara Occidental en 1991 por el establecimiento de la MINURSO, y con la caída de la Unión Soviética que apoyaba a Argelia, la situación comenzó a desescalar. Esto beneficiará a Marruecos, consciente de que un status quo en el que no se habla del conflicto normalizaría la situación frente a unas Naciones Unidas, que habían declarado el Sáhara como territorio pendiente de descolonización. Los gastos en defensa marroquíes empezaron a bajar a mínimos históricos, alcanzando en el año 2000 un 2,21% del PIB.
Sin embargo, para entonces la Rusia post-soviética intentaba alzarse de nuevo, tratando de recuperar su condición de potencia mundial recientemente perdida. Parte de ese proceso consistía en recuperar antiguas alianzas y pactos. A raíz de este esfuerzo, Moscú condonaría la deuda argelina de 4.700 millones de dólares heredada de la Unión Soviética en 2006, al mismo tiempo que se firmaba un contrato con este país de venta de armamento por valor de 7.500 millones. Y esta situación iría escalando hasta nuestros días, con una Argelia que en la actualidad es el país que más gasta en armamento ruso en el continente africano. Esto no sólo empezaría a preocupar a Rabat, que aumentaría su gasto en defensa de nuevo, sino también a Washington, consciente de la creciente influencia rusa. Ejemplo de esto es la reciente visita de alto nivel del Secretario de Defensa estadounidense Mark T. Esper a Argelia, algo que no se veía desde 2006. Esta situación volvería a reafirmar los lazos entre Marruecos y los Estados Unidos, que regresarían a la dinámica de “aliado en la región-suministrador de armas” respectivamente, y que sumirían de nuevo al Magreb en una carrera armamentística.
El rearme de Marruecos
Como respuesta al rearme argelino, Marruecos ha comenzado en los últimos años un programa de adquisición de sistemas de defensa de última generación.
La gran mayoría de las inversiones en defensa se destinan a la obtención de material estadounidense, que frente al de otros países tiene normalmente la ventaja de haber sido probado en combate. Washington, por su parte, no sólo aprovecha el beneficio político que le da una relación de este tipo, sino también la capacidad de proyección internacional que le confiere tener un aliado así en la zona.
Una de las grandes inversiones del país magrebí han sido los F-16 Block 72, valorada en 4.192 millones de euros, y que contempla la compra de veinticinco aviones, además de la actualización de veintitrés F-16 a esta última versión, dejando al país alauita con casi medio centenar de aviones de combate de este tipo. Además, y siguiendo en el ámbito de la defensa aérea, Rabat firmó un acuerdo el 2 de octubre de 2020 que abre la posibilidad de adquirir el moderno F-35 por parte del país africano. Este caza de 6ª generación podría hacer frente a los SU-57 de origen ruso en caso de que estos fueran finalmente adquiridos por Argelia. Además, también son una amenaza para los pilotos argelinos los sistemas antiaéreos Patriot, cuya posibilidad de compra ha sido ya negociada por el gobierno de Rabat. Por último, dentro del ámbito aéreo, no debemos olvidar los drones MQ-9B Reaper, adquiridos a finales del año pasado o la compra de 10 misiles harpoon AGM-84L (siendo AGM el acrónimo en inglés de “misil guiado aéreo”) antibuque por valor de 62 millones de euros.
El Ejército Real de Marruecos no se queda atrás respecto a sus compañeros de la Fuerza Aérea: 36 helicópteros AH-64E “Apache” por valor de 3.733 millones de dólares, y 162 carros M1A2 Abrams por valor de 1250 millones de dólares, que sumados a los todavía capaces 250 M1A1 abrams “Special Armor” de 2012 (algunos de ellos actualizados para dar prestaciones similares a los modernos M1A2), dejarían a nuestro vecino del sur con un mínimo de 400 carros altamente competitivos. Esto sin contar otros programas de desarrollo militar de las fuerzas armadas, como la adquisición de misiles TOW-2 y municiones para todas las ramas de sus fuerzas armadas, valorada en casi 9.000 millones de dólares.
El otro gran suministrador de armamento y equipos ha sido Francia, a la que Marruecos ha adquirido una fragata FREMM (470 millones de euros), varios sistemas de defensa aérea superficie-aire con misiles MICA-VL (200 millones de euros) y 40 de los ya probados en combate Caesar (200 millones de euros). Este último es un cañón de artillería autopropulsada con capacidad para hacer fuego a más de 40 km de distancia y que ya ha sido elegido por varios países para modernizar su arma de artillería, como podrían ser República Checa, Dinamarca o Arabia Saudí. Entre los beneficios de este cañón se encuentra su mayor alcance y precisión respecto a otros sistemas de artillería, sin tener que ceder en la agilidad y movilidad de la pieza, algo que le confiere una gran capacidad de reacción y reposicionamiento. Esto último le permite estar listo para abrir fuego en 60 segundos desde su posición, y dejar la zona en 40 después de utilizar el cañón para evitar el fuego de contrabatería, movilidad que se ve aumentada si tenemos en cuenta su aero-transportabilidad.
¿Cómo afecta esto a España?
Como ya hemos comentado, el apoyo estadounidense a Marruecos no es exclusivamente de carácter militar: el reciente reconocimiento de la soberanía marroquí sobre los territorios del Sáhara por parte de Estados Unidos, que sería el primer y único estado en hacerlo hasta la fecha, ha puesto de manifiesto el refuerzo de la alianza entre ambos países. Parece que la estrategia marroquí de mantener el statu quo sin llamar la atención internacional en los territorios ocupados poco a poco va surtiendo efecto.
Por otra parte, Marruecos ha decidido reanudar sus relaciones con Israel a cambio del reconocimiento por parte de EE.UU. previamente mencionado. Este punto se revelaría como uno de los grandes triunfos de la política exterior americana: conseguir el reanudamiento de las relaciones de los Estados árabes con Jerusalén, algo que hasta hace poco habría sido impensable.
España observa el desarrollo de estos acontecimientos en un silencio que podría ser malinterpretado por nuestros vecinos. El país del Magreb no ha dudado en reafirmar su postura sobre la cuestión de las ciudades autónomas y otras de las plazas de soberanía en el norte de África, como Alhucemas o las Chafarinas. A ojos de Marruecos, éstos siguen siendo territorios ocupados que deben ser recuperados, algo afirmado por su primer ministro: “llegará el día en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara”. Además, también estaría el problema relativo a la zona económica exclusiva canaria. Y es que el apoyo estadounidense a Marruecos hace que este último no dude en desarrollar una política exterior más agresiva.
Otro de los puntos en los que España podría salir perdiendo si los movimientos políticos de Rabat tienen éxito, es el traslado de la base militar de Rota a territorio ocupado por Marruecos. Esto último no sólo reafirmaría la posesión del Sáhara por parte de los actuales ocupantes, sino que supondría un claro perjuicio para España a nivel político y económico, y es que se estima que la base tiene un impacto de 600 millones de euros en las poblaciones cercanas.
Por otro lado, el rearme militar marroquí pone en entredicho la superioridad militar que España había mantenido durante los últimos años y que, debido al acomodamiento y poca inversión recientes, se ha ido reduciendo poco a poco, poniendo en riesgo la viabilidad de uno de los principales objetivos de las fuerzas armadas de nuestro país: la disuasión. No debemos caer en el alarmismo de pensar que Marruecos atacará a España militarmente. No hay que olvidar que ambos países mantienen una colaboración en pro de alcanzar intereses comunes. Sin embargo, está claro que es cuanto menos un rival en la región, pues es el único Estado que desafía abiertamente la integridad territorial de nuestro país. Por ello, es conveniente recordar una de las máximas de cualquier enfrentamiento, ya sea real o simulado, económico, político o militar: “no hay que actuar en base a lo que se crea que va a hacer el rival, sino en base a sus capacidades.”
Jose Miguel Román Artíñano
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