No harás amigos sin ganarte algunos enemigos

No harás amigos sin ganarte algunos enemigos

O algo así se leía en el cartel de la película La red social, estrenada hace ya unos cuantos años en España. Sólo que en esta ocasión no serían 500 millones, sino 39 amigos, una cifra bastante inferior pero suficiente como para garantizar el pasado mes de enero el ingreso de Marruecos en la Unión Africana. Y suficiente también para ganarse enemigos, como Sudáfrica, donde la Eastern Cape High Court de Port Elizabeth ordenó hace pocos días la inmovilización del mercante NM Cherry Blossom, repleto de fosfatos saharauis con destino a Nueva Zelanda.

La orden de embargo de dicho buque no deja de ser una medida temporal adoptada por un tribunal marítimo. Además, podría ser atribuible sin más a la campaña que el Frente Polisario lleva a cabo desde hace tiempo contra la explotación de los recursos del Sáhara Occidental por parte de Marruecos. Esta campaña estaría ahora dando sus frutos y, de hecho, los tribunales europeos ya se han pronunciado dos veces a favor de los derechos del pueblo saharaui en relación a los recursos agrícolas y pesqueros de dicho territorio.

No obstante, la diferencia entre el caso europeo y el caso sudafricano es considerable. Por un lado, las instituciones europeas buscan activamente una solución técnica que permita compaginar las anteriores sentencias con los acuerdos comerciales vigentes con Marruecos. Como reflejo de esta actitud se puede citar el caso –muy similar al anterior- del Key Bay, buque procedente del Sáhara Occidental, en tránsito hacia Francia y Dinamarca, y que atracó el pasado 14 de enero en el puerto de Las Palmas. Tras ser denunciado por el mismo motivo, no se adoptaron medidas cautelares por no existir limitaciones aduaneras a la libre circulación de estos productos en el territorio de la Unión.

Por otro lado, y al contrario de lo que ocurre en Unión Europea, Sudáfrica es uno de los principales valedores de la causa saharaui. En particular, y con respecto al tema de los recursos, el pasado mes de enero, con ocasión de la visita al país de Brahim Ghali –líder del Frente Polisario- el ministro de Relaciones Internacionales y Cooperación de dicho país declaró: “Exigimos el cese de la explotación ilegal de los recursos en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, así como los abusos contra los derechos humanos del pueblo saharaui”.

El incidente del Cherry Blossom tiene lugar, además, en un momento en que Marruecos está consiguiendo importantes logros gracias a su pro activa política exterior en África. Además del mencionado ingreso en la Unión Africana, habría que citar su más que probable próxima adhesión a la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, o los numerosos tratados bilaterales suscritos recientemente. En estas circunstancias, hurgar en  la herida del Sáhara podría parecer para algunos una oportunidad sumamente tentadora a la hora atacar la retaguardia de las líneas marroquíes, quizá demasiado sobre extendidas por su exitoso avance en el continente.

Lo anterior es sólo una hipótesis que podría confirmarse próximamente, tras la vista del caso Cherry Blossom. Independientemente de su resultado, el incidente supone un pequeño triunfo para el Frente Polisario, cuya causa cada vez cuenta con menos apoyos entre la comunidad internacional. Y para Marruecos, por su parte, podría tratarse de un primer test para comprobar hasta dónde algunas potencias estarían dispuestas a llegar a la hora de frenar sus ambiciones en África. Como titulaba acertadamente un conocido think tank en su momento, “Mohammed goes to the mountain”. Eso sí, no se lo van a poner fácil.

Miguel Peco, Doctor en Seguridad Internacional.

 

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