Análisis Nº 211
En un país que acaba de celebrar orgulloso sus 50 años de independencia bajo casi el único mandato de Teodoro Obiang Ngema, todavía se puede percibir un latente sentimiento de apego hacia España. Las nuevas generaciones de estudiantes de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial no dudan en afirmar que Madrid ha dejado “huérfana” a su antigua provincia africana, que ahora estrecha sus relaciones diplomáticas con Rusia y China.
Y es que a pesar de ser el país africano con el Producto Interior Bruto per cápita más alto (37.700 US$) y el quinto productor de petróleo del continente (188.300 bpd), muchos en Malabo ven necesario que España desarrolle una cooperación más profunda y ayude a Guinea a mejorar, a salir de una situación de falta de libertades que hace que el pequeño país hispano esté lejos de cubrir y proporcionar a sus ciudadanos los servicios básicos esenciales. La falta de agua potable, de vacunación o de acceso a la educación son algunos ejemplos de lo que separa a la pequeña élite gobernadora de la mayoría de la población.
Tradicionalmente, los estudiantes más afortunados, que además forman parte del reducido número que pasa la prueba de selectividad, iban a España a completar su formación universitaria. Como caso paradigmático el mismo presidente Obiang desarrolló su carrera militar en la Academia General Militar de Zaragoza. Hoy la nueva oferta de estudios propone a Rusia y China como las nuevas formadoras de las élites, también en temas de Defensa, y lo fomenta, por ejemplo, a través del propio centro de lengua china de la única universidad del país.
Por otro lado, Guinea, que está geográficamente dividida en isla y continente, no es ajena a los problemas de seguridad que sufre la región. Entre sus vecinos está Nigeria, considerado el tercer país con la cifra más alta de impacto del terrorismo y, Camerún, que ocupa el puesto 16 en la misma lista, según los datos del Global Terrorism Index 2018. Pero aunque permanece atento a toda posible filtración terrorista en su territorio, es la amenaza de un levantamiento de la oposición política el asunto de seguridad que más preocupa al régimen; especialmente, desde la pérdida de popularidad del vicepresidente Teodorín, hijo de Obiang, que ha sido protagonista de varios escándalos por corrupción y blanqueo de capitales en Francia.
Bajo el lema universitario “Más vale pobres cultos que ricos”, con una televisión al servicio del régimen, la escasez de libros o el limitado acceso a internet, el Centro de Cooperación Española es el principal promotor del acceso a la educación y la cultura. Sin embargo, con los nuevos acuerdos en marcha con las dos grandes potencias parece que Guinea Ecuatorial ha empezado a cambiar de bando. Por ejemplo, hace unos días manifestó su apoyo a Rusia en su defensa al régimen de Nicolás Maduro frente a la oposición de Juan Guaidó, en Venezuela. Con esta nueva etapa, a la que se suma la creciente tendencia del francés de los países vecinos a imponerse frente a lo que ellos llaman su lengua materna, el castellano, España va perdiendo su legado y se va alejando de un país con el que, de momento, comparte hasta el diccionario.
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Leticia Benítez, Periodismo y Relaciones Internacionales (Universidad Francisco de Vitoria)
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