Que la comunicación parece ser uno de los elementos que mejor controla la organización terrorista Daesh es innegable. El nuevo teatro de operaciones donde se está librando la ciberguerra entre los estados democráticos de Occidente y el autodenominado Estado Islámico nos sitúa ante un nuevo escenario de conflicto internacional.
La versatilidad con la que el Daesh hace uso de las nuevas tecnologías ha puesto en jaque a los servicios de inteligencia de todo el mundo. Es en el deep web, o Internet profundo, donde realmente se están llevando a cabo las operaciones de reclutamiento y planificación de actividades terroristas. Captadores, pertenecientes a diferentes estructuras de la organización, acuden a foros generalistas donde rastrean la red en busca de aquellos miembros potenciales. Por otro lado, están los usuarios que decididos a unirse a la falsa yihad, esperan la llamada de un reclutador.
Además de llevar a cabo el proceso de reclutamiento, una parte importante de las actividades económicas de la organización tienen lugar en la dark web, o red oscura: aquel ciberescenario donde se desarrollan actividades de carácter criminal y dónde además, entra de lleno todo tipo de intercambio ilícito que conlleve a la financiación de la organización terrorista. Es en este espacio hostil donde se llega a negociar la trata de armamento convencional y pesado, y donde también se realizan importantes donaciones a la organización, procedentes de “inversores” anónimos a través cuentas bitcoins.
Todo este proceso contiene un intercambio de contenidos, la mayor parte de ellos en formato audiovisual acompañado de altas dosis de violencia e información, que podrían considerarse de carácter militar, como por ejemplo, los manuales acerca de cómo fabricar una bomba o hacer un buen uso de un kaláshnikov AK-47. Este tipo de información, difícilmente rastreable, ha inundado la red. De hecho, durante el verano de 2014, poco después de proclamarse el autodenominado Estado Islámico y producirse la ruptura entre la organización de Bakr al Baghdadi y Al Qaida, la difusión del reclamo de militantes logró que un 70% más de combatientes extranjeros se unieran a las sus filas.
Sin duda, han sabido cómo seducir a un público muy diverso. Entre los aspirantes reclutados on-line podemos encontrar diferentes perfiles técnicos: miembros pertenecientes a segundas o terceras generaciones de emigrantes en países occidentales que poseen graves problemas de identidad e integración; musulmanes, que recuperan por la umma el sentimiento de pertenencia a una comunidad; jóvenes, que acuden a la falsa yihad decididos a dar un sentido final a sus vidas y convertirse en ‘héroes’. Por otro lado, cada vez más mujeres están adquiriendo un papel relevante en las entrañas de la estructura, siendo objeto clave en posiciones de retaguardia, dando a luz a los nuevos hijos de la yihad o adquiriendo un nuevo rol en diferentes operativos en atentados terroristas. De hecho, es a través de la agencia de comunicación Al Zawara’a, dedicada exclusivamente a mujeres, que la organización se centra en introducir y adoctrinar en el concepto de la sharía y en el sendero de la falsa yihad a los sectores femeninos afiliados, además de adiestrar a las candidatas en el uso de explosivos y armamento.
No obstante, toda esta labor de ‘convencimiento’ no sería posible sin el apoyo que los medios de comunicación de masas y en especial, del atractivo que el medio audiovisual ofrece a la organización. Su infraestructura comunicativa cuenta con 34 productoras audiovisuales, de las que tres retransmiten a una audiencia global. De entre todo el material audiovisual retransmitido a través de las diferentes plataformas, han sido los vídeos de decapitaciones los que mayor resonancia han adquirido a nivel global; sin embargo, estos tan sólo constituyen un 15% de todo el material difundido.
Uno de los mayores logros del Daesh radica en la manipulación de la realidad hasta el punto de mostrarse ante la opinión pública como «líderes sobre el terreno», llegando incluso a difundir falsas victorias militares. Además, a este material gráfico le complementan cuatro revistas, de excelente calidad editorial, que refuerzan toda la estrategia comunicativa de la organización. Es por lo tanto, la narrativa, uno de los mayores potenciales de la organización terrorista que, según afirman expertos como el analista en defensa, Pedro Baños, ha de combatirse complementariamente a las actividades militares sobre el terreno.
Beatriz Yubero, periodista e investigadora de la Universidad de Ankara
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