La puesta en órbita de PAZ, el primer satélite radar español de observación de la Tierra con fines principalmente militares ?lo que coloquialmente conocemos como un satélite espía? ha supuesto un auténtico calvario para Hisdesat Servicios Estratégicos. Sociedad público-privada creada en 2001 bajo los auspicios del ministerio de Defensa, es el operador gubernamental de servicios satelitales para seguridad, defensa, inteligencia y asuntos exteriores.
El satélite PAZ es el primer eslabón del Plan Nacional de Observación de la Tierra por Satélite (PNOTS), una iniciativa formada por dos sistemas de satélites y presentada a bombo y platillo en julio de 2007 por el entonces ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y el de Industria, Joan Clos. El segundo elemento del PNOTS es INGENIO, un satélite de tecnología óptica para aplicaciones civiles que todavía se encuentra en fabricación. Bautizado con el idílico nombre de «Paz« por la entonces secretaria de Estado de Defensa, Soledad López, con su avanzado radar de apertura sintética (SAR) ?desarrollado por Airbus Defence & Space en España? podrá observar de noche o con nubes para satisfacer los requisitos operativos de las Fuerzas Armadas españolas, principalmente las desplegadas en el exterior.
El ministerio de Defensa encargó a Hisdesat su desarrollo, fabricación y puesta en órbita, que fue contratada en 2010 a la empresa rusa ISC Kosmotras. ¡En mala hora! se lamentan los directivos de Hisdesat, que al firmar no dieron importancia a que, para efectuar un despegue desde territorio ruso, es preceptivo el visto bueno del Kremlin. Pero es que, en 2010, contratar el despegue del satélite “made in Spain” con Kosmotras era lo más razonable. PAZ es gemelo de los alemanes TerraSAR-X y TamDEM-X, que fueron orbitados con éxito en 2007 y 2010, respectivamente. Kosmotras utilizó el cohete Dnepr fabricado por la empresa ucraniana Yuzhnoe, una versión del misil balístico intercontinental (ICBM) soviético RS-20. Así es que los directivos de Hisdesat tomaron una decisión acertada, basada en el conocido razonamiento conservador de “si funciona, no lo toques”. Si los gemelos de Paz volaron con éxito en el lanzador Dnepr ¿para qué cambiar? Y empezó el vía crucis de Hisdesat.
De repente, en 2014, la tensión creciente entre Rusia y Ucrania y la adhesión de Crimea a Rusia provocaron la paralización de los despegues del Dnepr desde territorio ruso. Y la Unión Europea y sus estados miembros, entre ellos España, aplicaron sanciones y embargos comerciales contra Rusia. Además, Madrid autorizó el despliegue en la base naval de Rota de cuatro destructores que constituyen el componente naval del escudo antimisiles de Estados Unidos. Consecuencia: las relaciones entre España y Rusia se enfriaron, mejor dicho, se congelaron. ¿Cuál fue la reacción de Moscú? Limitar las exportaciones españolas y la llegada de turistas rusos a España. Y, como no, hacer oídos sordos a las peticiones de despegue del satélite, inicialmente previsto para “el primer semestre de 2014”, tal y como figura en la Memoria Anual de Hisdesat de 2012. En la Memoria de 2013 se retrasaba el vuelo “para finales de 2014” y en la de 2014 ya se anunciaba “para 2015”. En la de 2015, Miguel Ángel Panduro, consejero delegado de Hisdesat, reconocía “la frustración de la compañía” y confiaba en que el despegue fuese realidad “en el segundo trimestre de 2016”.
Harta de esperar, Hisdesat llevó a Kosmotras ante el Tribunal Internacional de Arbitraje de París por incumplimiento de contrato y el 7 de marzo pasado anunciaba que había contratado a la empresa norteamericana SpaceX y su cohete Falcon 9 para volar “en el último trimestre de 2017”. El 9 de octubre modificaba sus previsiones y fijaba el despegue para el 30 de enero de 2018. Y el 11 de enero comunicaba que se retrasaba hasta el 10 de febrero. Pero todo apunta a que van a producirse más demoras. ¿Terminará en febrero el calvario de Hisdesat?
Juan Pons, analista de asuntos espaciales y de defensa