La pandemia del Covid-19: causa y agravante de las crisis globales

Paper 27 / 2020

Se iniciará un proceso de dura adaptación en el momento que el nivel de crisis sanitaria decrezca -siempre y cuando los datos y la realidad así  lo refrenden- y por tanto a  un presente nuevo, diferente al previo del estallido pandémico y que irrumpe con unas consecuencias globales devastadoras, avocándonos a un complejo escenario de incertidumbres, crisis, desafíos estructurales y coyunturales. Para acercarnos a este contexto, dos son las vías de reflexión que pueden ayudarnos a articular los nuevos escenarios pos-pandemia, y que se fundamentan en la idea de que la  pandemia no solo es un agente que va a acelerar y agravar crisis existentes sino que también es la clave esencial de las nuevas crisis, por tanto es una perspectiva de análisis multidimensional.

En esta primera vía, la acción del Covid-19 se está convirtiendo en un agente que acelera o agrava situaciones de crisis ya existentes, como es el caso de la UE, la falta de coordinación europea común ante esta crisis sanitaria al igual que sucedió en la crisis de refugiados de 2015, las tensiones en el Eurogrupol, la puesta en marcha de políticas nacionales con una absoluta falta de coordinación europea; Ursula von der Leyden reprendía de esta actitud a los estados miembros por su egoísmo y falta de coordinación. La pandemia puede agravar las débiles costuras del proyecto europeo, tras la salida de GBR, pero también aspectos como los límites de la intergubernamentalidad, las dinámicas de actuación de los estados miembros con las instituciones, y las capacidades de liderazgo global en esta crisis frente a otros modelos como los que representan China, EEUU o Rusia.

Por lo que respecta a los conflictos que sacuden el mundo, el Secretario General de las Naciones Unidas advertía del riesgo que suponía para los países afectados, con sistemas de salud destruidos (un caso singular es el congolés que se ve afectado por el ébola y el sarampión) y con multitud de desplazados y refugiados, el impacto de la pandemia. Ejemplos como el afgano, congolés, libio, sirio, yemení entre otros, donde el Covid-19 resulta un agente que agrava las consecuencias del conflicto y puede ser utilizado como un arma de guerra.

También, los liderazgos populistas sufren la incontestable realidad pandémica que  agrava las situaciones de tensión política, institucional y social existentes, en el caso norteamericano con una legislatura que se ha caracterizado por continuos enfrentamientos entre un poder ejecutivo muy sobredimensionado en la figura de su presidente, Trump y el legislativo;  con la puesta en marcha de una agenda pública que ha repercutido negativamente en ciertos sectores sociales –especialmente a los inmigrantes ilegales– ,y que se agrava con una ineficaz gestión presidencial que provoca el enfrentamiento entre algunos gobernadores de los estados y el Presidente, tensiona a parte de la población frente a sus representantes,  y junto a todo ello la pérdida de todos los logros económicos alcanzados en la última década que redunda en las tensiones sociales. Mientras que en el ejemplo de Brasil la pandemia ha conllevado el cese del ministro de Sanidad y al enfrentamiento con los gobernadores y entidades locales por parte del actual mandatario, cuyas capacidades gestoras muestran de una enorme insolvencia ante su sociedad.

Otro ámbito donde la pandemia acelera y agrava la dura realidad es en la cuestión de los refugiados, en Colombia y Perú con los refugiados venezolanos, en el campo de refugiados de Moria (donde el 9 de marzo se registró el primer caso), la difícil situación de los refugiados rohingya en Bangladés, o los asentamientos de refugiados en el norte de Líbano, genera una difícil gestión por las dificultades que imponen las autoridades, los costes para implementar infraestructuras y material de protección así como las restrictivas políticas de confinamiento que se aplican y sin olvidar que en muchos casos los refugiados dejan de existir en esta crisis sanitaria.

Finalmente,  está el fenómeno de la “infopandemia” (término utilizado por Carmé Colomina), la cada vez mayor presencia de desinformación que ahonda en la crisis de desconfianza en las instituciones, en las narrativas oficiales que se ven incapaces de reaccionar, en la aparición de agendas políticas  de la “postverdad”, y en los propios medios de comunicación que están inmersos en una profunda transformación y adaptación en los entornos digitales y que hacen frente a esta realidad desinformativa que provoca serios problemas de desconfianza con la opinión pública. La pandemia ha puesto de manifiesto la capacidad de viralizar el desconcierto, amplificar las vulnerabilidades de un mundo conectado comunicativamente.

 En una segunda vía de análisis, esta pandemia es generadora de crisis dentro de los ámbitos sociales, comunicativos, políticos o económicos, y aunque bien es verdad que cabría la posibilidad de incorporar otros aspectos que determinan las distorsiones, la crisis sanitaria es sin lugar a dudas su causa principal. 

Entre algunos de estas nuevas realidades de crisis cabe destacar, la crisis energética donde el confinamiento global está provocando escenarios como la cotización negativa del petróleo West Texas Intermediate y en los mercados de referencia europeos. Este contexto impacta en los parqués financieros con fuertes caídas en las bolsas mundiales, ante un escenario donde la demanda es inexistente y con serios problemas para los países y empresas productoras, como es el ejemplo del modelo energético norteamericano, o en aquellos países que son dependientes absolutos de los ingresos del crudo -como es el ruso-, y en las posibles reducciones de las subvenciones a sus sociedades sobre este bien, así como en las futuras inversiones en este sector.

Esta pandemia supone una crisis para el actual modelo global de producción fundamentado en las cadenas de valor y con un gran epicentro en China, con seguridad esta realidad se va a ver reconfigurada ante las presiones nacionales para recuperar capacidades productivas y de valor añadido –al menos temporalmente-y pudiendo generar una crisis para el propio epicentro que es China el gran adalid de este modelo de producción que ha saltado por los aires.

También, emergen con fuerza los liderazgos de mujeres en esta crisis sanitaria (Serbia, Bangladés, Islandia, Bélgica, Birmania, Nueva Zelanda, Noruega o Alemania) frente a sus homólogos masculinos, demostrando una mayor asertividad, sinceridad, complicidad, diligencia, prevención, más capacidad de escucha y de democratización de la gestión. Esta realidad conllevará a una reflexión de los liderazgos políticos y sociales, y de la emergencia de la mujer y de lo femenino frente a los modelos políticos endogámicos y patriarcales.

Finalmente, esta pandemia global pone sobre la mesa el debate sobre la necesidad de una gobernanza global, esta crisis sanitaria supone un desafío global, las aldeas globales -muy centradas en sus realidades cortoplacistas- no escucharon los avisos de las instituciones globales como ONU, OMS ; frente a aquellos que reivindican una salida de las organizaciones internacionales, es muy necesario asumir que este tipo de crisis agudiza problemas a nivel global y que dentro de las fronteras es imposible solucionar, se hace cada vez más necesario el establecimiento y reforzamiento de instituciones que forjen un sistema de gobernanza global de apoyo mutuo, con claros compromisos en la aplicación del derecho internacional  y en enfoques de red que generen soluciones inclusivas.  

Esta muestra de ejemplos nos acerca a una realidad emergente post-crisis sanitaria, de naturaleza multidimensional  y que necesita de perspectivas de reflexión asertivas, globales, complejas para establecer la realidad del impacto de esta pandemia.

Fernando Martín

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad del autor.

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