El proceso de paz en Colombia

Las Fuerzas Armas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) iniciaron sus actividades en 1964 como grupo guerrillero de inspiración marxista-leninista, que tenía por objeto alcanzar el poder en Colombia, mediante la lucha armada. Se inspira en los movimientos socialistas que surgieron en el continente americano tras la toma del poder de los castristas en Cuba.

Como consecuencia de sus actividades Colombia ha sufrido una de las guerras asimétricas más largas que se conocen, 52 años, entre las FARC -junto a otros grupos menores pero semejantes- y el estado, que ha causado 220.000 muertos, más de 8.000.000 de víctimas y millones de desplazamientos, mientras dificultaba tanto el desarrollo económico del país como la presencia del estado de forma homogénea en su territorio.

Las causas de la guerra son complejas. Una mezcla de debilidad del estado, luchas por tierras, grandes diferencias económicas, persecución por orientación política, narcotráfico, geografía compleja, movimientos comunistas y, especialmente, la dificultad de ascenso social para los más desfavorecidos. Estas hacen que deban abordarse todas en su conjunto si se desea acabar con el conflicto y que su final sea extremadamente difícil.

El hastío por la situación, junto a importantes avances militares gubernamentales frente a los guerrilleros y el narcotráfico, a la vez que la tímida apertura cubana y el fracaso de los regímenes socialistas han sido las principales causas del acuerdo entre gobierno y FARC para iniciar las conversaciones.

Las FARC habían pasado de más de 20.000 efectivos en sus filas y una amplia red de milicianos y simpatizantes en el año 2002, a apenas 7.000 guerrilleros en 2016, junto a unos 3.000 milicianos de apoyo. La disminución de efectivos y capacidades ha sido consecuencia de la mejora de capacidad del ejército colombiano.

Por ello, tras largas y difíciles negociaciones se firmó públicamente el acuerdo, que por su complejidad, pretendía abordar todas causas del conflicto, pero el mismo contenía un dardo envenenado. Su ratificación plebiscitaria dio lugar a una campaña que hizo aflorar sus contradicciones mientras era utilizado por los adversarios políticos del presidente para desgastarlo. El plebiscito celebrado en octubre de 2016 contó con baja participación 37% y el «No», para sorpresa del mundo, venció con la exigua diferencia de 0,43%, apenas 53.000 votos.

Sin embargo, el día después de la derrota se reiniciaron los trabajos para modificar el acuerdo adaptándolo a ciertas exigencias de la oposición, y finalmente en noviembre se presentan los nuevos acuerdos y la Misión de Naciones Unidas en Colombia, que se venía conformando desde el mes de junio, lanzó sus actividades.

La misión ha realizado las siguientes actividades principales: desplegar 450 observadores internacionales y 90 miembros e NNUU en 26 sedes locales y 9 sedes regionales, distribuidas por todo el país, y en coincidencia con las áreas de más actividad guerrillera; trasladar a estas zonas cerca de 7.000 guerrilleros; controlar e impulsar la construcción de los campamentos donde los guerrilleros deberán alojarse tras finalizar el proceso; ejecutar un proceso de dejación que ha permitido recoger más de 7.000 armas, que luego han sido trasladadas a un depósito en Bogotá, así como destruir toneladas de explosivos y municiones; alcanzar cerca de 800 depósitos de armas distribuidos en zonas inaccesibles y evacuar las mismas al depósito de Bogotá; destruirlas en el depósito por corte y con ellas construir tres monumentos por la paz.

La misión ha sido dura pues las condiciones logísticas son muy limitadas en un país con unas condiciones geográficas extremas y donde la seguridad deja mucho que desear. En ella han participado 18 observadores españoles, que además de contribuir a que un acontecimiento histórico sin precedentes se lleve a cabo, han destacado por su iniciativa y capacidad, ocupando destacados lugares en la estructura de la Misión, contribuyendo a aumentar el prestigio de nuestro país y a mostrar el apoyo de España al gobierno Colombiano.

Alejandro Rubiella, Coronel de Artillería DEM, jefe del contingente español de observadores en la misión de Naciones Unidas de Colombia

Imagen: EFE / EMAD-MOPS

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