Finlandia presenta un interesante caso de política de defensa. Desde el país nórdico llegan noticias de un debate sobre pertenecer o no a la OTAN. En la mesa está la cuestión de, si necesita o no, pertenecer a la Alianza para asegurar su seguridad en el largo plazo. En abril de 2015 se celebrarán las próximas elecciones al parlamento y este tema estará en las agendas políticas. Un debate incómodo pero necesario para ambas partes. La decisión tendrá lugar en el próximo gobierno, durante el periodo 2015-19. National Coalition Party (NCP) se ha manifestado a favor, mientras que Social Democrats, Green League y Christian Democrats mantienen una postura contraria, agrupando la mayoría de los 200 diputados.
El tema es serio. La crisis de Ucrania ha fomentado el debate, encabezado por su Primer Ministro, Alexander Stubb, quizás el más pro-OTAN desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La pertenencia a la organización atlántica marcará la relación con la vecina Rusia y habrá que valorar que pros y contras tendrá. Habrá que ver cómo se encamina la política exterior del Kremlin. Lo cierto es que sin un Pacto de Varsovia enfrente, la OTAN se ha quedado vacía de sentido y no es previsible un enfrentamiento mundial de grandes bloques, como ocurría en la Guerra Fría.
Al igual que el resto de naciones occidentales, la relación de Finlandia con OTAN, Unión Europea, Naciones Unidas u OSCE requieren redefinir su política de seguridad y defensa. Los presupuestos finlandeses de defensa se han visto reducidos por ocho años consecutivos, afectando al número de tropas y reduciendo la inversión. El argumento económico será uno de los ejes del debate político entre la coalición de gobierno. La respuesta es posible que se sea “no formaremos parte de la Alianza Atlántica, pero aumentaremos el presupuesto de defensa”. El debate real, de fondo, es que la política exterior ha cambiado y Finlandia debe dar respuesta en los conflictos que se están generando en las fronteras de Europa. Esto implica adaptar los criterios de seguridad y defensa a la nueva realidad geopolítica, lo que significa presupuesto e inversión en programas. Tiempos intensos para el lobby y la opinión pública. Finlandia cuenta con el presupuesto más bajo de los países nórdicos (3.800 US$) y sabe que no tiene las capacidades que requiere su defensa. En cuanto a la industria, convendrá estar atentos a compañías como Patria, Nammo, Kongsberg o Saab, todas ellas con buenos productos y tecnología.
La idea de aumentar presupuesto es compartida por los actores políticos. Los resultados de las encuestas se mantienen similares en cuanto a integrarse o no en OTAN. Finlandia quizás pueda continuar con su independencia como país no alineado, evitando compromisos y obligaciones que superen sus intereses políticos. Lo importante será decidir cómo pueden mantener sus capacidades de defensa, ya sea solos o acompañados. La clave en su política de defensa será saber desarrollar una buena colaboración con sus vecinos nórdicos (Dinamarca, Islandia, Noruega y Suecia) y la Unión Europea.
Gabriel Cortina, analista de seguridad y defensa