Paper 38
12 Enero 2021
Tras los últimos acontecimientos ocurridos en la República de Mali, el golpe de Estado, el auge del yihadismo y de los conflictos intercomunitarios, la región está experimentando grandes cambios, que hacen replantearse la estrategia adoptada por la Unión Europea sobre la zona del Sahel. Ya desde 2011, el carácter transfronterizo de las amenazas y la inestabilidad en la región del Sahel supuso la priorización de la región en la agenda de la Unión Europea, adoptando la primera Estrategia de la UE para la Seguridad y el Desarrollo en el Sahel. Desde entonces, el compromiso con la estabilidad de nuestra frontera avanzada ha crecido hasta ser una de las prioridades más importantes de la agenda europea.
La Unión Europea proporciona apoyo en materia de diálogo político, cooperación al desarrollo y seguridad a los países del G-5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger). Para ello, la Unión Europea, en el marco de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), tiene en curso tres misiones: EUCAP-Sahel Níger, EUTM-Mali y EUCAP-Sahel Mali. EUTM-Mali es una misión de adiestramiento y asesoramiento de la UE puesta en funcionamiento en febrero de 2013 tras la petición del gobierno maliense. El objetivo es aumentar la capacidad operativa de las fuerzas de seguridad para que a medio plazo pueda afrontar los desafíos de seguridad.
Para ello, se proporciona a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, entrenamiento militar, asesoramiento en control y cadena de mando y logística. El objetivo final de esta “training mission” es el restablecimiento de la integridad territorial del Estado y una mejora del control de las fronteras. A su vez, EUCAP Sahel Níger (2012) y EUCAP Sahel Mali (2015) son misiones civiles de capacitación de las fuerzas armadas y policiales. EUCAP Sahel Mali trabaja en estrecha colaboración con la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MIMUSMA).
Bruselas ha intensificado su cooperación en los últimos años con los países del G5 del Sahel, destinando un fondo para el desarrollo de los cinco países de un total de 2.000 millones de euros para el período 2014-2020. Este compromiso, como no podía ser de otra forma, se verá renovado con los nuevos presupuestos comunitarios. Además de los fondos anteriormente mencionados, del Fondo Fiduciario de Emergencia para África también se ha movilizado un total de 450 millones de euros para apoyar proyectos adicionales con el objetivo de reforzar la seguridad, la gobernanza, la creación de empleo y la resiliencia de las personas afectadas en partes clave de Mali y en la región en su conjunto.
Tras el golpe de Estado, la Unión Europea paralizó sus misiones en Mali, las cuales no han retomado su actividad hasta el día 18 de noviembre del 2020. Aunque debido a la pandemia y el golpe de Estado, la misión EUTM Mali se encuentra operando de forma provisional y se apuesta por la continuidad en el país, prolongando la EUTM hasta el año 2024 y construyendo nuevas bases en el centro y norte. Cabe destacar que durante el primer semestre del 2021, España liderará por tercera vez la misión de la mano del general de brigada del Ejército de Tierra Fernando Luis Gracia Herreiz. La renovada misión tendrá una particularidad que la hará más operativa.
Se pretende que la instrucción no sea sólo en academias o centros, sino que las fuerzas europeas entrenen sobre el terreno con los militares malienses. Además, el nuevo mandato incluye un aumento sustancial de las tropas de 600 a 1.100 efectivos, y se pretende a medio plazo que se amplíe la misión a los otros cuatro países del G5 Sahel. De forma paralela, la UE pondrá en marcha una misión de similares características en la República Democrática Centroafricana, que inicialmente se mantendrá operativa hasta 2022.
Francia, por otro lado, lleva comprometida con la región del Sahel desde el golpe de estado de Mali de 2012, cuando el expresidente Amadou Toumani Touréle pidió ayuda para, en primer lugar, combatir los yihadistas tras la revuelta tuareg en el norte del país (Operación Serval) y posteriormente, a los yihadistas por todo Mali (Operación Barkhane). Ese compromiso es consecuencia de la relación privilegiada que mantiene París con el África francófona por sus vínculos históricos, económicos y políticos. En enero de 2020, durante la cumbre celebrada en Pau, anunció que reforzaría la Operación Barkhane aumentando el número de efectivos de 4600 a 5100 para poder responder mejor a la amenaza en la región de las tres fronteras (Mali, Burkina Faso, Niger), más conocida como Liptako Gourma.
A pesar que el nuevo gobierno de transición ha dejado claro que agradece el apoyo de la Operación Barkhane, por primera vez las posturas con respecto a la actuación antiterrorista difieren considerablemente. Tras cinco años de operaciones antiterroristas, los malienses y su gobierno cuestionan la eficacia de las mismas para acabar definitivamente con la amenaza yihadista, que no ha hecho más que crecer y expandirse por el norte de Burkina Faso y oeste de Níger.
En octubre, a raíz de la negociación que produjo la liberación de los tres rehenes occidentales a cambio de doscientos prisioneros acusados de yihadismo, el primer ministro de la transición maliense advirtió de que se está considerando seriamente la posibilidad de establecer un diálogo permanente con Iyad Ag Ghali y Amadou Koufa, dos líderes de la red terrorista de JNIM vinculada con Al Qaeda. Por otro lado, nadie cuestiona la imposibilidad en este momento de negociar con el Estado Islámico del Gran Sahara.
Francia apuesta preferentemente por una solución militar y ha endurecido sus operaciones antiterroristas en los últimos dos meses, habiendo conseguido eliminar a Bag Ag Moussa, jefe militar de JNIM, y un centenar de yihadistas. Con estas operaciones, intenta demostrar la eficacia de su estrategia para acabar con la amenaza. Aparte de la Operación Barkhane, París está muy comprometido con el G5 Sahel, que pretende capacitar a largo plazo a las fuerzas de seguridad de los estados de la zona para que puedan hacer frente por sí mismos a sus amenazas de seguridad. A pesar de que Francia continuará siendo indispensable para la estabilización del Sahel y la lucha contra el terrorismo, estas discrepancias entre el gobierno maliense y el francés ponen de manifiesto la necesidad de que renueve su estrategia, sobre todo teniendo en cuenta que la Unión Europea en su conjunto está reforzando su presencia.
Tanto los compromisos económicos como la renovación de las misiones de la UE y de los estados miembros en la zona, indican un claro compromiso con y para los países de la zona del Sahel en favor de una estrategia comunitaria de seguridad y una estabilización de la zona, fomentando así el concepto de frontera avanzada que ya esbozaba la UE por el año 2011. Bruselas tiene la posibilidad de influir de una forma positiva en la política africana. Esta posibilidad no se debería desaprovechar teniendo las constantes inversiones en seguridad realizadas en el continente por países como China y Rusia. Teniendo en cuenta cómo afecta un Sahel inestable a la seguridad de Europa, y también en términos económicos, migratorios y políticos, Europa debe apostar por una estrategia aún más comunitaria de la defensa, centrada en África y con una cooperación más estrecha entre estados miembros, y en el ámbito institucional con una regeneración y puesta en marcha de nuevas misiones.
Por todo ello, la Unión Europea en su conjunto, y no los estados miembros individualmente deben adoptar un papel más proactivo, rediseñando la estrategia definida en la región y asumiendo riesgos, pasando de las misiones de adiestramiento (no ejecutivas) a una operación comunitaria de carácter ejecutivo. La operación ejecutiva implicaría contar con un mandato para ejecutar acciones en reemplazo de la nación anfitriona, es decir, una operación militar como Barkhane, su task forcé Takuba o Atalanta.
Iván Esteve Girbes, Beatriz de León Cobo y Eva Araujo Villanueva
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