NFR-90. Lo que puede sucederle a las corbetas europeas

Paper 29 / 2020

NFR-90 era un programa naval que nació del seno de la OTAN y que pretendía dotar a los países de la Alianza de una fragata «tipo» capaz de satisfacer sus necesidades y proyectarlas para la década de los noventa.

Por definición, el programa NFR-90 era un programa multinacional cuyo propósito era proporcionar un buque escolta antiaéreo a los países miembros de la Alianza. El escenario político de entonces seguía siendo la Guerra Fría, por lo que el futuro escolta de la OTAN debía seguir la pauta de buque multifunción, esto era, protagonismo a los sistemas de guerra antiaérea, pero sin quitarle ojo a los submarinos, la principal amenaza soviética.

En 1985 comenzaron los estudios de viabilidad ya con la idea puesta en una construcción modular. El proyecto empezó a hacer aguas en la fase de diseño por discrepancias, especialmente con Francia y Reino Unido sobre el arma principal y la tendencia a la monomisión del buque que no gustaba a EEUU.

Reino Unido, valiéndose de la experiencia de la guerra de las Malvinas, determinó como principal amenaza a solventar para sus escoltas, la detección y neutralización de los misiles supersónicos rozaolas. Un problema, junto el de las bombas guiadas desde cazabombarderos que sufrieron en la década de los 80 tanto la marina estadounidense como la británica.

En 1989 se canceló el programa por las innumerables discrepancias entre unos y otros, pero principalmente por el reparto de las cuotas de trabajo correspondientes a cada país. Surgieron pues, dos grandes grupos europeos que siguieron la evolución del programa desde ópticas diferentes pero con un matiz importante, cualquier nuevo programa debería hacer frente a un nuevo escenario geopolítico: la caída del telón de acero y la incertidumbre de futuras amenazas.

El Proyecto Horizon

Acto seguido, Reino Unido, Francia e Italia publicaron una serie de requisitos conjuntos para la fabricación de las fragatas clase Horizon, basados en «sensores y tecnología europea» y cuyo principal sistema de armas fue el desarrollo del sistema de misiles antiaéreos PAAMS (Principal Anti Air Missile System).

Si el programa NFR-90 acabó mal, éste no empezó mejor, con discrepancias permanentes por multitud de pequeños desencuentros hasta dar con un par de escollos, estos sí de envegadura. Los que se refieren al alcance ofensivo de las fragatas, y al equilibrio de cargas de trabajo cualificado para las empresas de defensa propias de cada país. Una vez más, los intereses de la Defensa supeditados a los comerciales dentro del propio ámbito de la defensa.

Francia e Italia querían fragatas con una capacidad ofensiva limitada en comparación con los británicos. La razón de Francia era complementar las defensas que ya tenía de por sí el protaaviones Charles del Gaulle, por aquel entonces buque insignia de la marina francesa. Italia igual que Francia pero por otros motivos: operar en el Mediterráneo, pudiendo usar su fuerza aérea para dar cobertura a las nuevas fragatas. Sin embargo, Reino Unido quería escoltas con gran capacidad de defensa para poder desplegar sus grupos de combate en aguas enemigas.

Finalmente Reino Unido se retiró en 1999 para construir su propio modelo de buque escolta, los destructores del tipo 45. Pese a la retirada británica, las discrepancias entre Francia e Italia no cesaron y el programa se redujo a la mínima expresión: dos fragatas Horizon para Francia y dos Orizzonte para Italia. Eso sí, tanto Francia, Italia como Reino Unido heredaron un descomunal retraso en sus programas de escolta, algo que empieza a ser habitual, incluso norma, en los programas de defensa y más concretamente en los europeos, sin que parezca que esto importe a nadie.

Fragata Trilateral

Igual que ocurrió con el programa de las fragatas de la clase Horizon, un segundo bloque de países europeos se unieron para dar salida a la experiencia adquirida del programa NFR-90. España, Holanda y Alemania se unieron para desarrollar un buque escolta basado en las premisas de la NFR-90, que eran las mismas que las del programa Horizon, pero con la caida del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética, ya no había tanta necesidad de atender a la principal amenaza soviética, el submarino.

España, Holanda y Alemania fundamentan su unión en las premisas de la OTAN (al contrario que británicos, italianos y franceses) esto incluye mantener el sistema antiaéreo de la OTAN NAAWS (NATO Anti Air Warfare System), los misiles Standard SM-2 y los ESSM (Evolved Sea Sparrow Missile). La amenaza de misiles rozaolas puso de manifiesto el desarrollo de un sistema de armas apoyado en un radar multifunción junto a una nueva generación de misiles. La elección de dicho radar fue el europeo APAR (Active Phased Array Radar) que por aquel entonces estaba aún en fase de desarrollo.

Tras los retrasos alcanzados por parte del resto de socios europeos de la Alianza y que el radar europeo seguía sin estar listo, España decidió abandonar la Trilateral para desarrollar su propio diseño por temor a hacer frente a más retrasos inasumibles. A partir de la experiencia adquirida de los anteriores programas y basándose en el sistema AEGIS estadounidense de los destructores Arleigh Burke, que no olvidemos fue la apuesta norteamericana tras las fallidas NFR-90, surgieron las F-100, clase Álvaro de Bazán.

Corbetas europeas de patrulla

Entre poco y nada se sabe del programa europeo de corbetas, más lo segundo que lo primero. A priori se sabe que los países involucrados en una posible corbeta europea hasta ahora son cuatro: Italia, Francia, Grecia y España. El programa conocido como European Patrol Corvette (EPC) esboza el proyecto de un buque no excesivamente grande con capacidad de dar escolta de “manera limitada” a una flota según en qué condiciones. El programa prevé diferentes configuraciones:

  • Patrullero oceánico (OPV).
  • Corbeta.
  • Lo que podríamos denominar «fragatas ligeras».

Se habla de un diseño modular y de diferentes configuraciones sin quedar muy claro si se trata de una única superestructura con capacidad de adapatablidad según cada una de las tres opciones dadas, o si se trata de tres diseños diferentes, cada uno de los cuales configurable según cada país (aquí el término modularidad no aplicaría).

Francia e Italia son los principales valedores del programa, por lo que las empresas/astilleros de dichos países, Naval Group y Fincantieri respectivamente llevarán la voz cantante, de hecho ya han dado nombre a la unión de ambas para este proyecto: Naviris. Fincantieri será el coordinador de esta unión, sin embargo, no se conoce a día de hoy ningún programa internacional de defensa en que estuviesen o estén involucrados los franceses y cesaran de su empeño por marcar el ritmo.

El programa en el contexto internacional

Del programa en sí sabemos muy poco, pero analicemos a los protagonistas. Pierre-Eric Pommellet, nombrado recientemente director general de Naval Group por el consejo de administración y ratificado por el presidente de la República de Francia deberá hacer frente a una hoja de ruta heredada por su antecesor pero ante un escenario geopolítico un tanto más complicado.

El nuevo director general, en teoría, debería seguir una hoja de ruta bien trazada y que responde a los intereses de Francia. Los principales proyectos en los que está involucrado Naval Group a grandes rasgos son los submarinos nucleares de la clase Barracuda con especial énfasis en procurar que no aumenten los retrasos ya acumulados; dar vida a la cooperación franco-italiana Naviris y en cuanto a contratos internacionales el más acuciante es el de los cuatro submarinos oceánicos para Holanda, además de otros.

Precisamente el anterior director general de Naval Group argumentaba a favor del programa común europeo por la competencia fraticida entre los astilleros europeos, especialmente en los mercados de defensa. Advertía de lo malo que sería entrar en competencia con los italianos, suecos o alemanes (curiosamente no nombra a España o Navantia), y por eso abandera el programa de la corbeta europea, y que teóricamente lidera Italia.

A finales de abril de este año se supo que la ganadora para la dotación de fragatas del programa FFG(X) para la marina de los EE.UU fue la italiana Fincantieri. Los italianos ganaron el concurso a partir del modelo FREMM adaptado, con el que opera la marina italiana (y también la francesa). La gran perdedora fue Navantia con el modelo F-100. Las FREMM son un modelo naval asignado a OCCAR (organización internacional cuyas siglas corresponden en francés a la Organización para la Cooperación Conjunta de Armamento) en 2005 que prevé la construcción de fragatas multipropósito, con versiones para la guerra antiaérea y antisubmarina participando de este programa Italia y Francia. Es un programa que actualmente está en curso.

Brevemente diremos que el programa FFG(X) se inicia por el estrepitoso fracaso del programa LCS americano (Litoral Combat Ship) con dos clases de buques para una misma misión, la clase Freedom y la Independence con gran derroche de innovación, tecnología y presupuesto que reultó ser un fracaso se mire por donde se mire.

Al dar de baja EEUU las fragatas de la clase Oliver Hazard Perry, el país se encontró en una situación desconcertante, tenía grandes buques y destructores para operaciones ofensivas y de alta intensidad, pero había descuidado el escolta medio, o como ellos denominaron Litoral Combat Ships. Misiones perfectamente asumibles por casi cualquiera de las fragatas europeas.

Este error, casi estratégico, no es nuevo en la política de defensa estadounidense, el controvertido almirante Zumwalt, tras la guerra de Vietnam ya se dio cuenta de este pecado de soberbia americano. Zumwalt ideó una política denominada «High-low» y que fue frustrada por el congreso de los EE.UU.

Dicha política ponía en evidencia la falta de unidades convencionales en la marina estadounidense capaces de realizar las misiones de escolta, patrullaje o defensa costera. Misiones que realizaban los viejos escoltas americanos y que no veían sustitutos, mientras que sí había cada vez más unidades de alto valor estratégico con un muy alto coste tecnológico y económico que sin embargo no podían realizar estas misiones convencionales. La excusa del Congreso para rechazar este plan fue que resultaba poco ambicioso para un país como EE.UU.

Debido a este fracaso se abre un programa para sustiuir las antiguas fragatas del tipo FFG con la premisa de que ello no suponga riesgo tecnológico alguno y la solución de una plataforma ya probada. Los proyectos mejor posicionados fueron Fincatieri con una evolución de la fragata FREMM operativa en Francia e Italia y Navantia con las F-100 prestando servicio en España, Noruega y Australia.

Probablemente el mejor modelo era la F-100 de Navantia, sin embargo, Fincatieri ganó por tener mejor visión estratégica de lo que ocurría alrededor. Aspectos tangentes al proyecto pero fundamentales para ganar el programa como pudieron ser la:

  • Adaptación del modelo FREMM a las disposiciones de los americanos.
  • Compra de los astilleros Marinette Marine, en mejor situación que los de General Dynamics (socio de Navantia en el programa FFG(X)).
  • Inversión, aproximación y posicionamiento de Fincatieri a los intereses estadounidenses.
  • Aceptación de que la política de defensa está supeditada a la política comercial y en el caso italiano un fuerte apoyo del estado en estos menesteres.

Estos son exactamente los puntos en los que falló Navantia y que se pueden resumir en falta de visión estratégica en el exterior. Sin embargo, frente a ciertos fracasos comerciales en el exterior, Navantia mantiene una cartera de negocios equivalente al de sus colegas europeos, por lo que en teoría no debería renunciar a estar al mismo nivel que franceses e italianos, pero una cosa es la teoría y otra la práctica.

Los proyectos consolidados y posibles contratos a futuro de Navantia son a grandes rasgos, las cinco unidades F-110, los cuatro submarinos S-80 y el BAM-IS para la Armada española; la transformación digital de sus astilleros; y en el ámbito internacional la posible ampliación del contrato de las corbetas saudíes con la construcción de dos buques logísticos, además de optar a diferentes proyectos para otros países.

Tras este pequeño repaso hecho a los protagonistas principales llamados al diseño y construcción de las futuras corbetas europeas, algunos puntos interesantes a considerar. El primero es desestimar cualquier atisbo de solidaridad europea. No se trata de hacer un programa común europeo para competir con una voz única en concursos internacionales. Se trata de una nueva línea de negocio para cada uno de los astilleros principales, nada más y nada menos.

Precisamente la diversidad de variantes y la ambigüedad del programa hacen inviable un único programa claro y definido a nivel europeo. La naturaleza heterogénea del programa, la confusión del modelo y el amplio espectro de misión, abre tal abanico de posibilidades, que seguramente se determinó así para evitar en la medida de lo posible problemas internos entre países, especialmente en las fases de diseño y concepción y no pensando tanto en las ventas posteriores, o tal vez sí, quién sabe.

No se puede vender la idea que expone Francia, verbalizadas en las palabras del anterior director de Naval Group Hervé Guillou argumentando la «lucha fraticida» europea y enarbolar la bandera de la Unión cuando en paralelo Francia compite directamente contra Alemania, España y Suecia en diversos programas en la India o en Marruecos. Mientras los intereses comunes en Defensa se traten como intereses comerciales individuales, nunca un programa europeo de defensa será exitoso.

Divaguemos un poco, ¿por qué corbeta europea? De los cuatro países involucrados en el programa europeo sólo Italia maneja el término corbeta. Proporción equivalente si analizamos el resto de marinas europeas. Una corbeta es un buque escolta capaz de dar cobertura a un convoy o flota un escalón por debajo de lo que lo haría una fragata. Esto, en líneas generales, significa proporcionar cobertura antiaérea, antisubmarina o antisuperficie en zonas más o menos limitadas o complementando la seguridad de una flota mayor en apoyo a las fragatas que integran dicha flota.

La tremenda evolución que ha sufrido la fragata actual ha hecho que se redefinieran sus misiones y objetivos, hasta el punto que ha copado las misiones que le venían grandes desbancando así a los destructores, especialmente en las marinas medias, además de cubrir holgadamente aquellas que, estirando el concepto de corbeta como buque escolta podrían llegar a realizar éstas según en qué casos. El peligro de extinción de la corbeta vino con los nuevos modelos de patrulleros oceánicos, anteriormente conocidos con menor glamour como patrulleros de altura y hoy con el horrible anglicismo de offshore patrol vessel, OPV. Actualmente hay patrulleros oceánicos tremendamente funcionales, capaces de actuar en zonas de intesidad media, incluso más allá de su propia misión de patrulla.

El paradigma de la evolución del OPV en España tiene nombre propio: BAM, Buque de Acción Marítima, buque diseñado para dar solución concreta a un problema determinado: la piratería y por extensión  misiones equivalentes en zonas más o menos limitadas. De tal manera que los patrulleros oceánicos por un lado y las fragatas por otro acabaron por extrangular a la corbeta como buque escolta de capacidad limitada.

La lógica indica que lo razonable llegados a este punto es hacer bien fragatas o bien patrulleros oceánicos. Es la lección aprendida por los americanos, y por eso encargaron a Fincatieri fragatas del tipo FFG(X) y no corbetas. Ahora bien, ¿Por qué no utilizar el término «fragata» para el proyecto europeo? Las fragatas en Europa son el grueso de la flota, el buque principal de cualquier marina. Sería el modelo ideal de buque escolta europeo y, como tal, sería también el foco de desencuentros, imposible de llevar a cabo.

Ningún programa común europeo mejoraría el modelo de una F-100 o F-110 para España o el de una FREMM para Francia e Italia, porque como lección aprendida en el programa NFR-90 cada país responde a unos intereses diferentes y necesitan de herramientas diferentes para salvaguardar los intereses nacionales propios de cada país, recordando en este punto que la Unión Europea, no son los Estados Unidos de Europa, no es un país, son 27, y la soberanía nacional sigue siendo responsabilidad da cada uno de esos países miembros y solo de esos países miembros.

¿Renunciaría Francia a una fragata propia o a su sistema de armas principal en pro de un buque escolta europeo? Todos sabemos que no, máxime si es inferior en prestaciones a sus propias fragatas. Luego, si aceptamos esta hipótesis, y aceptamos que las reglas son iguales para todos (que ya sabemos que no) no se le puede exigir esto mismo ni a España, ni a Italia.

La función de escolta está perfectamente asumida por fragatas y destructores en Europa, incluso a nivel internacional se prefiere para estos menesteres fragatas y no corbetas. No se entiende limitar un escolta a la concepción de corbeta hoy en día máxime cuando se trabaja desde un enfoque modular y de multimisión ¿Por qué limitar un escolta todoterreno al escalón más bajo? En cualquier caso, aceptando «corbeta» como buque europeo, se salva un escollo importante: evitar que las grandes marinas europeas tengan que renunciar a sus principales sistemas de armas, o al menos no sentirse amenazadas por ello.

Lo verdaderamente interesante de las European Patrol Corvette es el marco en el que se mueve. Dentro de la PESCO y con financiación de la EDA. Recordemos que la PESCO es la organización de la Unión Europea para la Cooperación Estructurada Permanente, evoca el sueño europeo para una unión en materia de Defensa. Según su web «El objetivo es llegar conjuntamente a un espectro completo coherente de capacidades de defensa disponibles para los Estados miembros para misiones y operaciones nacionales y multinacionales». Desde este punto de vista y por lo poco que sabemos, las EPC emanan la propia concepción de la PESCO por querer llegar a ser un programa conjunto ofreciendo un gran abanico de posibilidades según las necesidades de los países miembros.

Muy brevemente hay que decir también que los programas de la PESCO deben estar integrados por grupos de países miembros que deben tener uno o más coordinadores de programa. Los miembros del proyecto pueden decidir quién entra, quién es únicamente observador o cualquier otro aspecto de interés. Esto ya lo hemos visto, por ejemplo con el programa FCAS para el futuro avión de combate, mucho más controvertido que el de las corbetas europeas, al menos por ahora. El programa dispondrá de fondos EDA y serán gestionados por los países pertenecientes al programa en función del mejor interés para el programa, claro está (lo que no se sabe es que pasaría con esos fondos repartidos si el programa se llegase a cancelar).

Consideraciones finales

La versión corta de las consideraciones es que no se sabe nada concreto de este proyecto y, sea lo que sea que esté presupuestado y programado, sufrirá retrasos y restricciones a causa de la pandemia que asola el mundo. Por lo que habrá que esperar a nuevos datos, incluso a lo mejor a una nueva reconsideracón del programa. Igual que ocurrió con las NFR-90, el mundo cambió y les ha pillado en medio.

Lo que sí podemos, es estar alerta de qué ha pasado históricamente en proyectos comunes o en concepciones estratégicas internacionales para no repetir los mismos errores. A este respecto hemos empezado la disertación con el programa fallido de la OTAN NFR-90 por creer que era un equivalente aceptable de lo que puede llegar a pasar, si aceptamos las EPC como prototipo de buque común para Europa y no como una opción a tener en cuenta por cada país soberano atendiendo a sus intereses nacionales. El programa NFR-90, cuyo estudio de viabilidad se inició en 1985 se escindió en:

  • Destructor clase Arleigh Burke, EEUU, botado en 1989.
  • Destructor clase Tipo 45 o clase Daring, Reino Unido, botado en 2006.
  • Fragatas clase Horizon, Francia, botada en 2005.
  • Fragatas clase Orizzonte, Italia, botada en 2005.
  • Fragatas clase Álvaro de Bazán F-100, botada en 2000.
  • Fragatas clase De Zeven Provinciën, botada en 2000.
  • Fragatas clase Sachsen, Alemania, botada en 2001.

De un programa común multinacional a siete nacionales, con un retraso de más de una década.

La peligrosidad de que la concepción del programa derive en una corbeta multifunción limitada por arriba por el potencial de una fragata y por abajo por los OPV actuales la encontramos en el caso americano, los Litoral Combat Ship estadounidenses. La concepción de estos buques era la de un buque de dimensiones reducidas, rápidos y maniobrables, capaces de desempeñar múltiples misiones y además ser capaces de integrarse en un grupo de combate, asemejándose al concepto de corbeta.

Suena muy parecido con la única descripción que tenemos del programa de las corbetas europeas, cuyo objetivo es «diseñar una nueva clase de barco militar llamado European Patrol Corvette (EPC) que permite alojar varios sitemas y cargas útiles, para lograr, con un enfoque modular y flexible, un gran número de tareas y misiones».

Es verdad que la denominación de corbeta europea, aleja los fantasmas por parte de las grandes marinas del continente de los debates imposibles de resolver sobre los sistemas de armas principales de cada país y la renuncia de estos sistemas en pro de uno común, incluyendo a renunciar a la superioridad propia en beneficio común, que nunca es tal.

Atendiendo a la particularidad de España, la Armada contempla la renovación de los veteranos patrulleros de altura de la clase Serviola y Descubierta (antiguas corbetas, ¿casualidad?). No podemos decir cómo de atractivo es el programa europeo para sustituir a estos patrulleros de altura, existe una opción de OPV para el programa europeo y puede resultar una opción muy válida, además de alejar el mantra proamericano que planea sutilmente o no tan sutilmente siempre que se abre un melón de estas características a cuenta de la Armada española.

A falta todavía del programa, sí sabemos una cosa: sufrirá retrasos considerables. Tras la crisis sanitaria, la crisis económica se prevé de dimensiones bíblicas, especialmente si en otoño o invierno sufrimos un nuevo confinamiento, lo que incluye la posibilidad de cancelación del programa y esto puede ser un problema si no se baraja un plan B, incluso C.

Un último aspecto a contemplar. El presidente Donald Trump, ha metido prisa al proyecto de las FFG(X). De las 60 fragatas que comprenden el proyecto, se ha dado el visto bueno a la primera fase: diez fragatas más un prototipo. Fincantieri, ni siquiera con la compra de los astilleros Marinette Marine, que por cierto fueron los encargados de construir el USS Freedom, uno de los dos LCS (el otro fue General Dynamics) estadounidenses, va a poder dar salida a la construcción de tantas unidades y se está buscando un segundo astillero.

¿Se ha unido Navatia al programa de corbetas europeas para acercarse a Fincantieri y tener la posibilidad a futuro de ser ese segundo astillero? ¿Puede ser al revés, que Italia lidere Naviris y el programa europeo, para dar salida a la producción americana?, no hay que olvidar que la fragata americana es del tipo FREMM adaptada, y son Francia e Italia quienes operan con estas fragatas y son Francia e Italia las que conforman Naviris. Un último dato a este respecto, Grecia comprará fragatas FREMM para su marina. Tres de los cuatro países que conforman el proyecto de corbeta europea diseñan, operan u operarán fragatas FREMM.

Sea como fuere, seguimos inmersos en un mundo conmocionado por la pandemia y esto no ha terminado todavía. El orden mundial post-covid está aún por determinar y con él las nuevas alianzas, los nuevos retos y las nuevas incertidumbres. Hay que ver en qué quedan las corbetas europeas de patrulla, si son más corbetas, más de patrulla o no son.

Carlos Delgado Fernández, creador del blog elcaminodelosheroes.com

Las opiniones de este análisis son de exclusiva responsabilidad de su autor.

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