Ellas, las de vanguardia y las de retaguardia

8M · Día de la Mujer 2021

Se cumplen 30 años desde la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas y seguimos respirando un cierto feminismo rancio y politizado que viene a sustituir al tan criticado machismo cultural de otras épocas, de forma que parece que las oficiales, suboficiales, tropa y marinería están ahí por ser mujeres.

Hay que decir que nuestra seguridad no será mejor, ni más eficaz, ni se reducirá menos el nivel de amenaza cuando exista un 50% de cuota «de género» en los asuntos de la Defensa. No lo será si, incluso, superasen el número de mujeres al de hombres. Como tampoco lo es el que un Ministerio de Defensa esté formado en su máxima dirección por mujeres, como es el caso de la ministra, la secretaria de Estado, la subsecretaria de Estado y la directora del CNI. No es la «igualdad» lo que nos hace mejores sino, precisamente, el «ser los mejores”, en equipo, desde el primer hasta el último puesto, que tanto en política como en el servicio de las armas es vocación o penoso deber.

El actual feminismo de la pancarta y la subvención sigue reivindicando una igualdad que en las Fuerzas Armadas ya ha sido alcanzada. Lo que hay que destacar hoy es, precisamente, donde estas mujeres al servicio de España se dejan la piel, que es, entre otros, en cada una de las misiones internacionales a las que van, dejando su familia y entregándose, como una más, por su unidad. Somalia, Afganistán, Líbano… tantos lugares donde las mujeres son ninguneadas, maltratadas y consideradas de segunda categoría. Allí, van nuestras mujeres militares. Y su presencia es indispensable en zona de operaciones porque llegan donde no está permitido el acceso a los hombres. Y son esos países donde sí es necesaria y urgente la defensa de la dignidad de la mujer. Hoy es el día de reconocer el valor de las mujeres y las madres que forman las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Son las que se meten en un submarino, las que se embarcan en una fragata, las que se infiltran y escuchan al adversario, las que hacen guardia en la noche, las que delante de un ordenador siguen el rastro de la ciber-amenaza o la señal de satélite, o las que se quitan la nieve que ha dejado la última tormenta, mientras quienes dicen representarlas están calentitas en su casa. ¿Y sabes qué? Que lo hacen en equipo, como una unidad fuerte, con el resto de sus compañeros varones, juntos. Esas, son la vanguardia.

Vamos a hablar de las otras mujeres que forman las Fuerzas Armadas, que son las de la retaguardia y que nunca son mencionadas por el feminismo político. Son las que apoyan la Defensa de nuestro país desde casa, calladas, solas y olvidadas; las que les siguen hacia el nuevo destino, sin tener facilidades para buscar casa, colegio o nuevo trabajo; las que, por el bien de la misión, renuncian o ven menguar sus aspiraciones laborales por los continuos cambios de destino; las que no  llevan uniforme por fuera pero se lo ponen día a día por dentro; las que se han curtido en paciencia guardia tras guardia, destino tras destino, maniobra tras maniobra, misión tras misión…  Las que se tragan el llanto silencioso cuando el buque parte, el avión despega o cuando el contingente sale hacia una larga misión de más de 6 meses. Esas, son la retaguardia.

A todas ésas, las portadas de los periódicos, el mensaje de redes sociales y el discurso del político sólo llama para salir en la foto o cuando, tristemente, llega el funeral; pero no escucha ni abre la puerta cuando se piden facilidades para escolarizar al hijo de un militar que acaba de llegar destinado a una nueva ciudad.

Las líderes feministas de la pancarta y la fiesta ni lo entienden ni quieren entenderlo. Nosotros sí, por eso rendimos homenaje a quienes se forman, se entrenan, combaten, espían, pilotan y navegan; a quienes concilian y educan a sus hijos, y trabajan como sus compañeros, los hombres. Son quienes están en primera fila de la vanguardia y de la retaguardia. Feliz Día de la Mujer a todas ellas.

Verónica Domínguez

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